Jueves, abril 25, 2024

Indebida injerencia

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En su reciente edición para América Latina, la revista inglesa The Economist publicó un infamante trabajo “periodístico”, lleno de adjetivo, afirmaciones sin sustento y escaso análisis como para considerarlo un artículo de investigación y es más bien la muestra de una arrogante actitud dedicada a pontificar sobre la realidad mexicana y a intervenir indebidamente en ella.

¿Qué es lo le molesta a esa revista inglesa? Recordemos que, si bien es en Chile el país donde se impone, bajo la dictadura de Augusto Pinochet, el primer proyecto neoliberal en el mundo, diseñado personalmente por Milton Friedman, será con Margaret Thatcher, como primera ministra de Inglaterra quien asume el poder en 1979, aliada y cómplice de Donald Reagan, quien llega a la presidencia de Estados Unidos en 1980, que se inicia la expansión mundial del neoliberalismo. La coincidencia de ambos personajes como gobernantes de dos de los países más poderosos del capitalismo, facilitó el consenso entre las élites respecto de la necesidad de impulsar la modalidad neoliberal del desarrollo del capitalismo y se impusiera este proyecto, sobre todo, en los países dependientes con pocas posibilidades de resistencia económica y política a la expansión de la economía basada en un mercado autorregulado; la privatización de la riqueza natural y las empresas públicas; la creación y autonomía de algunos organismos hacia los que se desplazaban funciones y decisiones antes exclusivas del gobierno nacional;  así como la eliminación de toda barrera al capital transnacional y abrirse al comercio internacional, hasta hacer del mundo un mercado único. Estas propuestas terminaron por debilitar el interés público y fortalecer el privado,

En política, el neoliberalismo propone la democracia liberal, en la cual el quehacer político compete exclusivamente a una élite de especialistas y profesionales, a cambio, al

ciudadano sólo corresponde votar periódicamente para elegir a los que “saben” de política. La ciudadanía vota y deja en manos de los elegidos el manejo del gobierno y las legislaturas para olvidarse luego de la política y dedicarse a ganarse el diario sustento. Esta especie de privatización de la política, generaliza el analfabetismo político, que permite a los neoliberales perpetuarse en el poder y facilita la llegada al gobierno de los tecnócratas que, no tienen el poder, sino que lo administran para otros.

En México, los pésimos resultados sociales de este proyecto, han forjado un generalizado consenso: todo esto ha de cambiar. Lo que a The Economist le parece inaudito. No puede imaginar a un pueblo luchando por salir del neoliberalismo.  

En este nuevo proyecto, la economía debe ser una actividad solidaria capaz de orientarse a la satisfacción de las necesidades sociales y no solo por el lucro desmedido que estimula la inversión del capital al que poco importa la explotación a la que somete a los trabajadores y a la naturaleza, cuestiones que en un proyecto postneoliberal adquieren una importancia y atención fundamentales; al mismo tiempo, el gobierno atendiendo prioritariamente al interés público retoma su papel activo para regular los excesos del capitalismo y atendiendo al cuidado de los derechos de la naturaleza diseña políticas económicas que no sólo persigan el crecimiento y la ganancia, sino que distribuyan equitativamente la riqueza y el ingreso, al tiempo que la economía crece teniendo como límite del uso de la riqueza natural su preservación y reproducción; de la misma manera, asumiendo la responsabilidad social en la pobreza, el gobierno inicia una política social que garantiza el derecho humano a la salud, la educación y el empleo; un sistema de salud universal y gratuito, un sistema educativo de cobertura total, de fácil acceso y  gratuito en todos sus niveles, así como una intervención sistemática en el mercado laboral para ampliarlo y evitar la violación de los derechos laborales; por su parte, el comercio internacional debe orientarse a complementar los espacios existentes en la economía nacional y contribuir al cumplimiento del mandato de priorizar los objetivos de equidad de la economía social y solidaria. Estos son algunos de los temas que marcan la perspectiva del cambio que alcanza a algunos organismos autónomos que deben pasar a formar parte de la gestión de las secretarias de Estado de donde fueron cercenados.

En política, se trata de rescatar esta actividad como pate de la vida cotidiana de la población porque en ella reside la soberanía y, por tanto, es ella quien debe decidir lo fundamental de la vida nacional.

En naciones como la nuestra, en neoliberalismo creó una nueva burguesía forjada o hecha prominente mediante la apropiación de las empresas públicas que se privatizaban rápidamente (en México, la banca. Telmex, Televisoras, ferrocarriles, entre otras). Esa nueva burguesía es la que se resiste a dar fin al régimen neoliberal y su resistencia se da en todos los frentes: en el político, identifican sus intereses de clase, con los del país, y dicen que  su participación en política, que no es su campo natural, tiene como motivación “salvar a México de la destrucción”; ideológicamente, se dicen defensores de principios y valores universales, como la vida y la protección de los bienes, aunque el despojo de los territorios a los pueblos originarios signifique un doloroso saldo  de asesinatos y el despojo de la riqueza natural a sus legítimos propietarios, sea una nueva fuente de negocios privados.

En este entorno se ubica el artículo de The Economist, El artículo, que se presenta en la portada de la revista, con la foto del Presidente, alude al proceso electoral en México, lo que sirve de pretexto para hacer injustificadas críticas al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, al que llama “falso mesías” y terina convocando a los mexicanos a votar el próximo seis de junio contra Morena para “frenar a López Obrador” y su política. Esto, simple y llanamente, significa asumir una actitud facciosa, pues coloca a The Economist al lado de un de los participantes en el proceso electoral. Además, la escasa relación de México con Inglaterra y la importancia que le da la revista a las elecciones, hace sospechar que ese tipo de publicaciones, sea de aquellas que se cotizan a tanto la línea para convertirse en mera propaganda política e injerencista.

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