Dentro del gremio de los telefonistas se estima que en un periodo de 7 a 10 meses podría caer el actual dirigente sindical Francisco Hernández Juárez, que se acaba de reelegir y lleva 4 décadas en el poder, pues se habrían presentado 10 denuncias penales en su contra por enriquecimiento inexplicable y abusos con los fondos de los trabajadores. Lo interesante es que esas querellas han salido desde Puebla.
Se han formado tres corrientes disidentes de trabajadores de Teléfonos de México que se han cohesionado en un sólido bloque que, aprovechando el aire de democratización sindical que impulsa el gobierno de la 4T, están empujando la posibilidad de provocar la renuncia de Hernández Juárez, tal como pasó con Carlos Romero Deschamps, quien controlaba al poderoso gremio petrolero.
Francisco Hernández Juárez lleva 44 años al frente del Sindicato Nacional de Telefonistas de la República Mexicana. Le faltan ocho años para alcanzar la marca de Fidel Velázquez, quien estuvo –en dos periodos– 53 años como líder de la Confederación de Trabajadores de México.
El 10 de septiembre pasado se hizo oficial que Hernández Juárez se reelegió por onceaba vez, de manera consecutiva. De tal manera, que cuando él llegó a su cargo Teléfonos de México era una empresa paraestatal, luego le tocó el proceso de privatización y estar en la evolución en la cual Telmex fue la base con la que Carlos Slim dominó el sector de las telecomunicaciones, hizo crecer al Grupo Carso y convertirse en uno de los 10 hombres más ricos del mundo.
Lo sarcástico es que Hernández Juárez lleva 30 años ostentándose como la cabeza del “nuevo sindicalismo” de México, mediante el control de la Unión Nacional de Trabajadores, pero ya no existen los dirigentes gremiales, como Fidel Velázquez, que decían combatir.
Los tres bloques de trabajadores disidentes que han surgido, están solicitando una investigación a la Unidad de Inteligencia Financiera –que dirige Santiago Nieto– a la fortuna de la familia de Hernández Juárez, pues en sus demandas sostienen que no tendrían manera de comprobar porque varios de sus miembros ostentan grandes fortunas.
Un punto de partida, es que la caja de ahorros del sindicato a nivel nacional la dirige María Luis Hernández Juárez, quien es hermana del secretario general, no ha sido nunca trabajadora telefonista y no hay acceso a las cuentas bancarias de la agrupación.
Los quejosos estiman que esa caja habría administrado, en los últimos años, unos 26 mil millones de pesos, sin que nadie conozca los beneficios financieros del manejo de esos fondos. Es tan poderosa esa reserva de ahorros, que en la actualidad de ahí se otorgan créditos personales para la adquisición de viviendas y autos.
En Puebla quien dirige una de esas corrientes que podrían poner en jaque a Hernández Juárez, es Renovación Democrática Telefonista, que tiene presencia en varios estados del país y tiene como líder a Marco Mazatle, quien ya fue secretario general a nivel local del gremio en Puebla.
Cuando fue su gestión, Mazatle enfrentó el doble rasero de Hernández Juárez. En un primer momento, el líder del Sindicato de Telefonistas denunció que el entonces gobernador Rafael Moreno Valle no había cumplido con sus promesas de campaña y era un mandatario autoritario. Incluso convocó a una movilización de sindicatos en su contra.
Meses más tarde, Francisco Hernández negoció con Moreno Valle, lo cual le costó a Mazatle la destitución del Sindicato Telefonista, pues el tercero de ellos se había convertido en un férreo crítico del morenovallismo.
Hace un par de año, Mazatle prácticamente había vuelto a ganar la secretaría general del sindicato en Puebla. De última hora ejercieron en su contra una suspensión temporal de derechos sindicales, lo que impidió acceder al cargo en cuestión.
Meses más tarde, en una reunión en la sede nacional del sindicato, el líder disidente encaró a Francisco Hernández por no dejar que hubiera en Puebla una renovación democrática de la agrupación de los telefonistas.
Ante unos 20 testigos, todos ellos de Puebla, Francisco Hernández Juárez respondió: “No llegaste porque yo no quise”. Y dio por terminado el encuentro.
Ahora viene la revancha de la disidencia.