A 17 años del decreto expropiatorio de las tierras, el vocero del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Atenco, Nacho del Valle, se pronunció en contra de la construcción de un nuevo aeropuerto en estos predios, independientemente del resultado de la consulta que el gobierno electo de Andrés Manuel López Obrador realiza a la población mexicana.
“Desde hace 17 años a los pobladores de Atenco nos quedó claro que la tierra no se vende ni se negocia para este ‘proyecto de muerte’; desconocemos cuáles serán las preguntas que realizarán a los ciudadanos, a quienes pedimos su rechazo total a la construcción del Aeropuerto de Texcoco”.
Este martes, Nacho del Valle estuvo en el mercado Hidalgo para participar en una ponencia a propósito del 45 aniversario de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVA) 28 de Octubre, como instrumento de lucha al servicio del pueblo.
El dirigente fue recibido por Rubén Sarabia Sánchez, Simitrio, líder principal y fundador de la UPVA, a quien reconoció por la lucha que ha librado durante casi medio siglo por los más desprotegidos.
A nombre de la UPVA, Raúl Ronquillo, respaldó el movimiento del pueblo de Atenco por la defensa de la tierra y en contra de la instalación del aeropuerto, y dijo que la organización poblana se ha sumado a la campaña nacional “Yo prefiero el lago de Texcoco”.
Durante su participación, el vocero de los pueblos de Atenco que se oponen al megaproyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) recordó que fue un 22 de octubre de 2001 cuando les cayó “la maldición” del decreto expropiatorio a 13 núcleos ejidales para construir en su lugar un aeropuerto sin consultar a las comunidades.
El luchador social acusó que este despojo masivo y la violación a sus derechos humanos fue impulsado por la ignorancia del entonces presidente Vicente Fox.
Nacho del Valle relató que todo inició como un rumor en el año de 2001, que después cambio la vida de toda la zona de Texcoco, en el estado de México, porque nunca hubo empleo ni progreso pero sí destrucción del campo y la población.
Informó que la autoridad pagó bajo amenazas a siete pesos el metro cuadrado de tierra, lo cual los orilló a organizarse.
Expuso que esta lucha legal y social cobró muchas vidas por los enfrentamientos con la fuerza pública, pero además porque generó tristeza y desesperanza entre los más viejos.
“La tierra, la herencia, el sueño de nuestros abuelos está depositado en nosotros, y lo que hicimos fue defenderla a la forma que fuera”, comentó.
Del Valle dijo que el gobierno federal y las grandes empresas habían decidido que en las tierras de Atenco se construiría el aeropuerto, y fue como los despojaron del gran valle y de su lago.
En su intervención, el activista llamó al lago de Texcoco como “la gran madre del pueblo”, dadora de vida y alimentos, “donde nuestros abuelos pescaban, habían peces, ranas, ajolotes y acociles”.
En esa reflexión, aseveró que “los de arriba” utilizaron a las instituciones para corromperlas, con el fin de obtener la tierra a toda costa. “Por eso no pudimos defender el territorio de manera legal y nos fuimos al amparo”.
Nacho del Valle señaló que el conflicto social del despojo de tierra no era el problema de una persona, sino de toda la comunidad, y juntos decidieron unificarse y organizarse para dar la batalla contra las autoridades.
Fue así –añadió– que nació el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, conformado no solo por los dueños de los predios, sino además por las comunidades en general.
Hoy, como hace 18 años, lamentó que el cambio de gobierno y de partido político en la presidencia de la República no fuera a favor del pueblo, del respeto a los derechos más elementales, a la educación, el empleo, la salud, la tierra y la tranquilidad.
“Tuvimos que vivir en ‘carne propia’ la represión, nos tuvimos que enfrentar contra el gobierno y la fuerza pública; y esto significó la pérdida de muchos compañeros y compañeras”, recalcó.
Años después, dijo, lograron echar abajo el decreto expropiatorio no solo por la lucha que iniciaron los pueblos agraviados, sino por el respaldo que recibieron de organizaciones nacionales e internacionales.
A partir de entonces, resumió, “decidimos no negociar la tierra, no ponerle precio, no rendirnos porque sería tanto como admitir los agravios que hemos pasado en la resistencia por su defensa: el asesinato, la persecución y el encarcelamiento de muchos compañeros, la represión y la criminalización de la protesta. No nos oponemos al progreso, pero sí a que nos pisotean”.