Lo grave de los que ha ocurrido en Minera Autlán, en Teziutlán, no solamente es que haya tenido un brote de 85 casos de Covid19 –que incrementó casi en un 100 por ciento la cifra de contagios en ese municipio de la Sierra Norte de Puebla–, sino que intentó ocultarlos y sobre todo, no hizo nada para impedir que se convirtieran en cadenas humanas de transmisión del coronavirus.
Compañía polémica por la contaminación que genera en el municipio teziuteco y por algunas practicas laborales, Autlán se vuelve un ejemplo del desastre que se puede provocar por el autoritarismo empresarial que en unos casos ha regresado a laborar –como son Volkswagen y Audi– y en otros, insisten que le permitan retomar sus actividades, tal como pasa con el Consejo de Comerciantes del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla, antes de que el semáforo epidemiológico lo permita.
Teziutlán es gobernado por tercera vez por el controvertido alcalde Carlos Peredo Grau, que en esta ocasión, había actuado de manera muy correcta para impedir la expansión del Covid–19 en el municipio. Criticado por muchos, impuso desde un principio varias medidas restrictivas para frenar la movilidad social y evitar que creciera la curva de contagios del Covid–19.
Esas medidas dieron resultado, tan es así que cuando el Poder Ejecutivo de Puebla echó en marcha el programa Hoy no Circula, en un inicio no se incluyó a Teziutlán por la baja incidencia de contagios. De última hora se le adhirió a la medida por su proximidad con el estado de Veracruz, que es una entidad en semáforo rojo por el Covid–19 y porque tiene una importante población flotante, principalmente por la abundante industria maquiladora que hay en el municipio y sus alrededores.
Aproximadamente hace unos 15 días habría muerto un trabajador de Autlán por neumonía, un problema común en esa región de permanentes temperaturas bajas. Sin embargo, desde entonces se tuvo la sospecha de que podría haber sido el primer caso grave de coronavirus en dicha compañía.
Eso provocó que hubiera una presión interna en Autlán y finalmente, la empresa accedió a realizar pruebas a 270 de sus trabajadores y el resultado, es que 85 resultaron positivos de Covid–19. Una cifra muy grave, pues aunque la mayoría son asintomáticos, significa que uno de cada tres está contagiado.
Con mucho trabajo, Minera Autlán accedió primero, a mandar a su casa a los obreros que salieron positivos, como parte de una cuarentena.
En segundo lugar, informó al Seguro Social del número tan alto de infectados.
Y hasta el último habría comunicado al ayuntamiento, que tendría que haber sido notificado desde un principio.
¿Qué fue lo grave de esta situación?
Es que los trabajadores que salieron positivos en los test de detección, se les dio poca información y se les mandó a sus casas.
Y Autlán no informó del número de contagios a la población. No alertó a la comunidad de los riesgos.
Siempre buscó que el tema quedara en la discreción interna de la empresa y que las autoridades federales y locales mantuvieran el mismo sigilo.
Esa fue una actitud negligente, por decir lo mismo, pues los afectos de ese comportamiento pueden acabar en un gran desastre.
Resulta que los obreros que salieron positivo y los mandaron a sus casas, lo han hecho en la mayoría de los casos, sin guardar las medidas preventivas, como es no tener contacto con sus familiares o no salir de sus domicilios. A muchos de ellos se les ha detectado socializando en la vía pública y sin ninguna protección.
Esa situación podría derivar en crear muchas cadenas de contagio y que Teziutlán, deje de ser un municipio con un contagio moderado de Covid–19.