Viernes, abril 26, 2024

Adiós al Jefe Boy

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Sin duda fue Tomás Boy Espinoza (DF, 28.06.51- Acapulco, 08.03.22) uno de los mediocampistas más técnicos, inteligentes y creativos que ha tenido nuestro futbol. Traicionado a menudo por su fuerte temperamento, tuvo que pasar sin demasiada gloria por Atlético Español (su debut en Primera División data de 1972) y Atlético Potosino antes de afianzarse como crack indiscutible con la camiseta de Tigres, equipo con el que se coronó campeón de liga en las temporadas 1977-78 y 81-82, subcampeón en la del año siguiente –se entiende que hablamos de torneos largos, ligas verdaderas, no de los engendros comerciales de ahora—y campeón de Copa en 1975-76. Recordamos con fruición a aquel Tigres alegre y ofensivo cuya columna vertebral integraban Batocletti-Mantegaza-Boy (central, contencioso y creativo: argentino, uruguayo y mexicano), con el peruano Barbadillo como extremo diestro y el Jefe Boy en la doble función de armador clarividente y mediapunta con mucho gol, tanto que sus 104 anotaciones para Tigres lo sitúan como el segundo anotador histórico de los auriazules solamente detrás de Gignac.

Su paso por la Selección no fue menos exitoso: luego de ser desdeñado, contra el clamor popular, por José Antonio Roca, y de salvarse gracias a ello de participar del peor ridículo mundialista en los anales del Tri (Argentina 78), encabezaría como capitán a la única Selección nuestra que ha alcanzado el famoso quinto partido en una Copa del Mundo (México 86), cuando, en otro hecho inédito, los Verdes terminaron oficialmente invictos, pues su eliminación ante Alemania (Monterrey, 21.06.86) se produjo en lanzamientos de desempate, luego de un 0-0 que incluyó dudosa anulación de un gol del Abuelo Cruz.

Como DT, Tomás Boy dirigió a diez equipos distintos, con solvencia técnica innegable pero también con problemas derivados de su incontinencia temperamental (había abandonado la casa familiar con solo 16 años para hacerse futbolista contra la voluntad de su padre, contador público de prestigio). Por el Puebla tuvo un paso breve y tormentoso en 2002, pero llevaría a una final de liguilla a un modesto Morelia (Apertura 2011), y hasta cuartos de final al año siguiente. Y al Atlas no solamente lo salvó del descenso sino lo metió también en cuartos (Clausura 2013). Fueron sus mayores logros, pues poco consiguió al frente del Cruz Azul, el Guadalajara y el Mazatlán, su último equipo (Clausura 2021).

Su deceso se debió a la trombosis pulmonar por la que debió ser hospitalizado de urgencia en Acapulco –donde tenía casa—hasta su fallecimiento el martes 8 de marzo de 2022.

Puebla: caer con honor. El Puebla perdió su invicto en San Luis pero la pequeña revolución que ha traído a la ciudad y al futbol mexicano se mantiene en pie. Fue doloroso por las circunstancias y porque si un equipo merecía salir del Alfonso Lastras con los tres puntos fue la Franja, pero un parpadeo de última hora y el acertado cierre del suplente Orona (90+6´) dejaron en nada el enorme esfuerzo poblano del segundo tiempo que por unos minutos pareció capturar el premio del empate (Barragán, 88´). Porque, de nuevo, los larcamoteros regaron el césped con su generoso sudor pero, sobre todo, con ese futbol asociado de alta intensidad que acostumbran.

Con una observación que es una confirmación: cuando el adversario se cierra, al equipo le cuesta romper el cerrojo. Al hacerlo San Luis en su propia casa, dispuso un escenario muy semejante al de los visitantes del Cuauhtémoc durante el presente torneo. Por eso, hasta ayer, el Puebla había ganado siempre como visitante pero en cambio cedió tres empates jugando de local. El punto que merece tratarse con más extensión. Hoy, lo que corresponde es reconocer todo lo que este plantel y el equipo técnico que encabeza Larcamón están haciendo por la recuperación de una afición tan agraviada y herida como la nuestra.

Benzemá pone al Madrid en cuartos. No sé si Karim Benzemá será, en este momento, el mejor de los mejores. Lo seguro es que muy pocos jugadores hay que igualen su concepción y percepción del futbol en lo que tiene de habilidad innata más inteligencia en movimiento. Goleador a sus 34, parece mentira que el madridismo lo haya cuestionado alguna vez acusándolo de ser “un nueve que no hace goles”, y hasta hayan dudado entre desprenderse de él o de Higuaín cuando Bale estaba por llegar. Jugador integral, responsable bajo cuerda –ahora se comprueba– de las marcas goleadoras de Cristiano. Con ese pasado y un presente esplendoroso, el Gato encabezó la remontada de un Real Madrid notoriamente inferior al PSG durante al menos cien de 180 minutos pero lo eliminó gracias a las tres anotaciones de Karim en un cuarto de hora febril que llevó al desquiciamiento y la derrota al conjunto galo. Podrán los parisinos invocar los errores garrafales de su arquero –nunca se vio tan extraviado y bisoño Donnarumma—y encabezar su lista de culpables con el nombre del capitán Marquinhos, o reprocharle a Pochettino la fatal decisión de sacar a Paredes para abrirle un boquete a su muro de contención por donde se coló el incontenible Gato Benzemá y con él este Madrid, cuya antigua realeza añoran tantos pero no la orejona dama que lleva más de seis décadas dispensándole sus favores.
Pero al margen de esa misteriosa, esotérica relación entre el Real Madrid y la Copa de Europa, nadie dejará de señalar al viejo Karim como artífice de la apoteosis que tuvo por escenario el Bernabéu y por fecha el miércoles 9 de marzo de 2022, pues nadie esperaba que los blancos revirtieran un 0-2 adverso para consumar la histórica remontada que empezó cuando Karim se lanzó como flecha sobre Donnarumma haciéndolo errar una entrega de rutina en área propia que aprovechó Vinicius para atrapar el regalo y servírselo al francés, que lo envió a la red sin demora (61´); el segundo tanto del Gato llegó a los 75´ en centro de Lucas Vázquez rematado sobre la marcha y desviado por la tardía barrida de Marquinhos. Y nada más sacar a medio campo, el atolondramiento de un PSG en retroceso culminó en medido servicio de ¡Marquinhos! dentro de su área que el desatado Benzemá no tuvo inconveniente en acomodar en el rincón izquierdo de Donnarumma. Y si no cayó el cuarto en cualquier momento sería por milagro, de ese tamaño era ya el extravío del visitante, con Messi arrumbado en una banda y Mbappé más perdido que un caballo desbocado tras haber dejado su firma en los dos insuficientes golazos que marcó en París y en Madrid (30´), éste último para elevar la ventaja del PSG a un engañoso 0-2 que el galo-magrebí iba a desbaratar sin miramientos en un abrir y cerrar de ojos.

Liverpool, con susto. Un día antes, el martes 8, la ruidosa afición que llenaba Anfield debió agradecer la rigorista expulsión de Alexis Sánchez (63´) que refrenó los ímpetus del Inter, envalentonado por el golazo ganador de Lautaro Martínez (61´). En el fondo, el 2-1 global fue justicia a secas, pues la coordinación en velocidad de los reds pareció siempre superior al estilo más contenido de los neroazzurri, y hasta tres intentos del local –dos por cuenta de Salah– rebotaron en el marco defendido por el serbio Handanovic.

Los otros dos encuentros por la Champions fueron puro relleno: Bayern se ensañó con el Salzburgo (7-1 y 8-2 global, con triplete de Lewandowski y doblete de Thomas Müller) y el City se tomó día libre ante el Sporting (0-0), al que ya había goleado en Lisboa (5-0).

Sobre el Querétaro y las barras. Pasan los días, todo mundo opina y uno, por no quedarse atrás, también le busca el hilo a un tema que bien o mal puso en su sitio, aunque sea provisionalmente en este medio sin memoria, las realidades de México y su futbol comercial, que no profesional en sentido genuino. Veamos:

Querétaro nunca se apasionó por el futbol ni tuvo equipos importantes que engancharan a la gente. ¿De dónde salió, entonces, esa barra pendenciera y criminal que muchos opinadores ajenos a esa ciudad y al deporte critican como producto de una supuesta pasión de los queretanos por sus desvaídos Gallos Blancos, cuya mediocridad futbolística los tiene ubicados hace mucho en la zona baja de la tabla entre la indiferencia general? Cualquier respuesta que se ensaye, incluida la normalizada como válida de que se trata de uno más de los grupos de animación pagados por las directivas, representa una inversión del sentido original de dichas porras, que en Argentina –de donde en mala hora se importaron– degeneraron en barras debido a que individuos sin escrúpulos se apoderaron de la pasión de las hinchadas, allá sí auténtica, para secuestrar sus estadios, antes de convertirse en mafias armadas de presión al servicio de directivos y políticos corruptos.

El otro asunto en torno al caso es menos sorprendente y se refiere a las “sanciones” dictadas por los “indignados” directivos de la Femexfut y la Primera División. De entrada, mantienen intocadas a las nefastas barras que ellos mismos crearon y que han permitido se conviertan en bandas integradas por amenazantes sicarios, sin relación con la afición y la pasión futboleras, y cuya misión no parece otra que armar camorra y sacarles raja económica y política a sus actividades a menudo delincuenciales. A cambio de prohibir el ingreso a las tribunas de seguidores de los equipos visitantes, los directivos cuya cabeza visible es Mikel Arriola prefirieron mantenerlas intactas, y hasta hablan –hablar no cuesta nada– de implantar identificaciones personales, medida copiada de Inglaterra, donde se aplicó con éxito para limpiar de hooligans su futbol, pero que trasladada a un país donde se falsifican hasta los títulos profesionales más parece broma pesada.

El otro revés al futbol, aplicado por quienes, erigidos en tribunos, se dicen preocupados por defenderlo, consistió no tanto en el año que el Querétaro ha sido condenado a jugar a puerta cerrada –castigo más para su afición que para el club–, sino la infausta nueva de que éste pasará de nuevo a manos de la empresa Caliente. Con lo cual no sólo se abona a la multipropiedad sino se refuerza la intromisión en el balompié mexicano de las casas de apuestas, uno de los principales focos de corrupción del futbol contemporáneo. Y si con las barras no se han atrevido, qué puede esperarse de suspender la venta de camisetas para no exacerbar los ánimos dentro de los estadios, propuesta ésta que alguien, tan ingenuo como bienintencionado, lanzó asimismo a la revuelta palestra.

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