Jueves, abril 25, 2024

Con imágenes de archivos como la UAP, la revista Alquimia analiza la puesta en escena fotográfica

Destacamos

Fotografías de los acervos del Archivo Histórico Universitario de la Universidad de Puebla (UAP), de la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otros, abre el diálogo de la revista cuatrimestral Alquimia.

En su número 64, la revista especializada que es el órgano de difusión del Sistema Nacional de Fototecas del INAH, analiza la producción fotográfica en México a partir de la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad, la cual ha estado nutrida por gran variedad de influencias que retoman elementos del teatro, el cine y, últimamente, del arte conceptual.

La reciente entrega de la publicación reflexiona sobre el concepto nacido dentro del teatro, en los albores de esa centuria, para definir el proceso de producción y montaje del lugar –escenografía, decorados, iluminación y vestuario–, donde se desarrolla una acción; vislumbra su historia en México y su adaptación a la práctica fotográfica. Lo hace a través de cuatro ensayos de destacadas investigadoras en artes visuales e historia.

En el primer artículo, Retrato decimonónico: la identidad como puesta en escena, Claudia Negrete Álvarez muestra el esquema de representación retratístico –el cual predominó durante la segunda mitad del siglo XIX–, su uso social y cultural. Asimismo, examina el conjunto de recursos escenográficos con los que contaba el estudio fotográfico y que permitían la construcción de identidades y de ambientes ficticios en los que el fotógrafo parecía desempeñar el papel de director de escena.

El recorrido continúa de la mano de Nidia Balcázar Gómez, autora de ¡Arriba el telón! La Revolución dentro y fuera del estudio fotográfico Cachú, que se aproxima a la fotografía dirigida por los hermanos Juan y Antonio Cachú, teatreros y fotógrafos itinerantes, quienes con su compañía recorrieron el centro de la República Mexicana durante los años de revolucionarios, y registraron múltiples escenas que documentan el avance de las fuerzas rebeldes por las ciudades que transitaron. La combinación de técnicas fotográficas con recursos teatrales, así como el uso de imágenes construidas, tanto en interiores como en exteriores, le confirió un rasgo distintivo a su producción visual.

El texto de Elisa Lozano, Silvia Pinal: una estrella, dos puestas en escena, analiza la construcción del espacio escénico en proyectos teatrales y cinematográficos en los que trabajó la actriz. En tanto, María Guadalupe García Pasquel, en su ensayo Detrás del telón, examina el contexto histórico–cultural nacional de finales del siglo XX, en el cual surgieron diversas prácticas fotográficas experimentales como estrategia contracultural ante la idea de la fotografía directa.

La fotografía itinerante de los Cachú

Los Cachú fueron dos hermanos michoacanos del siglo XIX, quienes por diversas circunstancias aprendieron desde niños el oficio de la fotografía, ejerciéndolo de manera itinerante por diversas poblaciones del centro–norte de México, a través de la Compañía Dramática Cachú, y el cual alternaban con la actividad actoral durante la Revolución.

La combinación de técnicas fotográficas con recursos teatrales, como el uso de escenificaciones, le confirió un rasgo distintivo a la producción visual de Antonio y Juan Cachú, que la joven historiadora Nidia Balcázar Gómez descubrió y del cual entrega un ensayo para compartir con el público especializado y aficionado.

En su camino por poblaciones de Michoacán, Guanajuato, Zacatecas y Jalisco, los hermanos Cachú llevaban consigo telones pintados, los artilugios para escenificar los retratos, los químicos y aditamentos necesarios para montar el laboratorio donde hacían el revelado y la impresión de imágenes, en pleno movimiento armado.

El estudio fotográfico se convirtió en escenario para que algunos personajes anónimos de la lucha armada posaran frente a la cámara. Los resultados fueron fotos individuales y de parejas de revolucionarios y revolucionarias que posaron hieráticos, ataviados con fusiles y carrilleras.

Balcázar comenta que fueron Miguel Ángel Berumen, autor de un gran libro sobre imágenes de la Revolución, y el investigador de la UAP, John Mraz quienes empezaron a descubrir el hilo de los hermanos Cachú, y a partir de esas investigaciones es que nació en ella el interés por estos autores.

La historiadora se acercó a la familia, y ésta le abrió una colección particular, integrada de imágenes personales, familiares y documentos que no se encuentran en otros archivos.

Se conocían muy pocas imágenes de los Cachú, principalmente las de la Revolución, dice Balcázar, de ahí la relevancia de su investigación –que pronto se convertirá en libro–, en la que presenta imágenes completamente inéditas e historias de la vida revolucionaria.

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