No de ahora, sino desde hace varios meses, el poblano Ardelio Vargas Fosado ha presionado para ser nombrado titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), como parte de una exigencia de ser recompensado por el papel que jugó en los disturbios del 3y 4 de mayo de 2006 en San Salvador Atenco. Esa posibilidad ahora se abre ante la súbita renuncia de Manuel Mondragón y Kalb a la titularidad de la CNS.
Dicen que a principios del sexenio Ardelio Vargas aceptó de mala gana y de manera temporal ser nombrado titular del Instituto Nacional de Migración (INM), pues siempre ha reclamado ser parte del círculo de poder que controla las estrategias de seguridad pública y de inteligencia del gobierno federal.
Posterior a su designación en el INM, le ofrecieron encabezar la recién creada Gendarmería Nacional, cargo que no aceptó, pues considera que es una posición menor y volvió a insistir en la CNS, que es la instancia encargada de modernizar el aparto de prevención del delito en todo el país y de combatir al crimen de alto impacto social.
Se dice que el ex legislador priista, oriundo de Xicotepec de Juárez, no quitaba el dedo del renglón, pues sabía que Manuel Mondragón y Kalb no iba a durar al frente de la CNS, puesto que su salud no atraviesa por un buen momento y fue un personaje que se distanció del titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Las posibilidades de que Ardelio Vargas pueda ascender a la CNS son todavía muy difíciles, ya que se sabe que el llamado grupo Hidalgo, encabezado por Miguel Ángel Osorio Chong, fue el que se encargó de provocar la caída de Manuel Mondragón y Kalb; por tanto, tiene muchas posibilidades de que sea esta facción la que pueda tener un amplio margen de influir para nombrar al nuevo titular de la Comisión Nacional de Seguridad.
Y Vargas Fosado no es parte del grupo de Osorio Chong. Su paso en el INM no le ha servido para volverse cercano al poderoso secretario de Gobernación.
La fuerza de Ardelio Vargas radica que tiene una fuerte relación con varios funcionarios estatales, de gobiernos priistas, que son del estado de México y que han sido nombrados por recomendación de Los Pinos.
Y un segundo factor de fuerza es su reclamo de que debe ser recompensado por haber sido uno de los jefes policíacos que ejecutó el violento operativo de San Salvador Atenco de 2006, pero sobre todo que ocultó mucha información que pudo haber provocado la caída del entonces gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto.
En ese enfrentamiento entre cuerpos policiacos estatales y federales con miembros del Frente de Puebla de Defensa de la Tierra, hubo un saldo de dos muertos, de más de 200 detenidos, entre ellos varios menores de edad, y por lo menos se registraron 26 mujeres violadas. La Comisión Nacional de Derechos Humanos hizo una investigación en la cual concluyó que hubo una violación extrema de las garantías individuales de los afectados por la incursión de las fuerzas de seguridad pública en la comunidad de San Salvador Atenco.
Dicho acontecimiento le sirvió a Ardelio Vargas para ganar poder político dentro del grupo priista de Atlacomulco, del estado de México, pero al mismo tiempo puede ser un ancla para sus aspiraciones de ocupar altas posiciones en el gobierno federal.
Manuel Mondragón sirvió mucho para la buena imagen del gobierno de Enrique Peña Nieto, ya que por ser un jefe policiaco que dejó una huella positiva en el Distrito Federal, durante el mandato de Marcelo Ebrard, sirvió para crear la idea de que la administración federal estaba limpiando las corporaciones que fueron contaminadas por la ineficiencia y corrupción permitida por el ex titular de la desaparecida Secretaría de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
Frente a esa circunstancia, si el gobierno de Peña Nieto pone a Vargas Fosado al frente de la CNS estará mandando un mal mensaje para el tema del respeto a los derechos humanos.
Ya que el respeto a los derechos humanos es el “talón de Aquiles” de todo cargo por donde pasa Ardelio Vargas Fosado.
Para muestra un botón: los excesos que cometió en Puebla al frente de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas.
O el uso de la Policía Estatal para amedrentar a los rivales políticos de su hija Guadalupe Vargas cuando ésta contendió por una diputación federal en el distrito de Huauchinango.