Viernes, abril 26, 2024

La fotografía enriqueció mi vida, dice Lilia Martínez, a 18 años de la Fototeca Lorenzo Becerril

Destacamos

La fotógrafa Lilia Martínez y Torres, acompañada por sus padres y su hija en 1976 ■ Foto Abraham Paredes
La fotógrafa Lilia Martínez y Torres, acompañada por sus padres y su hija en 1976 ■ Foto Abraham Paredes

La pasión por fotografiar y coleccionar imágenes, y luego las ganas por compartir su rico acervo y acercarlo académicamente a los especialistas, además de su esfuerzo por enseñar, investigar y gestionar la disciplina, definen la labor que desde 1976 ha emprendido la fotógrafa Lilia Martínez y Torres, ganadora en 2012 de la Medalla al Mérito Fotográfico que entrega la Fototeca Nacional y recientemente incluida en el número de diciembre de la revista Cuartoscuro.

“La fotografía enriqueció mi vida. Desde un inicio, desde el principio fue la fotografía y luego fue el coleccionismo, la docencia, la investigación y la gestión cultural. Aunque mis intereses se diversificaron todo fue gracias a la disciplina, porque me ayudó a comprender lo demás, a encontrar un equilibrio entre todas estas pasiones y a tener una vida paralela completa”, confió durante una entrevista.

Desde la sede de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C, ubicada en la 35 Poniente 101104,  entre la 16 de Septiembre y 3 Sur de la colonia Huexotitla, Martínez y Torres cuenta que se cumplen 18 años de la formación de la fototeca, en la cual volcó su primer acervo para irlo enriqueciendo a lo largo de estos años.

Agregó que lo que coleccionó desde 1976 –en particular el archivo de su abuela, Aurora Monterubio– y lo que adquirió después en bazares, mercados de pulgas y otros centros de este tipo, como Los Sapos, sirvió también para enriquecer la labor del Centro Integral de Fotografía, un espacio de formación académica que abrió y dirigió desde 1995, y que cerró en 2011 tras formar a 16 generaciones de artistas de la lente en Puebla y en el país.

Al coleccionismo, la raíz sobre la que creció todo el proyecto, Martínez y Torres lo describe como un “placer privado, del cual a veces se entera la familia y otras veces no; que habla del gusto por tener una recompensa, por manejar la administración y lo que se siente al ser dueño de las decisiones que se toman”.

Ese ejercicio de compra–venta, agregó la autora del libro Casa Poblana, el escenario de la memoria”, forma relaciones únicas entre vendedor y coleccionista, además de que permite ser un termómetro de la economía, ya que en época de crisis suelen salir más objetos en venta, así como un ejemplo de la forma en que se considera al patrimonio material y la idea de que “lo viejo es valioso” o viceversa, inservible.

El coleccionismo fotográfico, refirió Lilia Martínez, necesariamente se complementó con otro: el de los objetos antiguos, de los cuales quedan excluidos la talavera y las cámaras fotográficas, por el valor que llegan a alcanzar y porque al adquirir un solo ejemplar se dejan fuera otras piezas quizá más bellas y únicas.

Como ejemplo señaló el caso de la laca michoacana, la cual ocupa un lugar protagónico en las fotografías antiguas: como centro de mesa, como charola o jarra que dejan ver el uso común que tenían pese a ser un objeto preciado y estético del arte popular. Dichos objetos, continuó, salieron de las placas y aparecieron de forma física, sumándose a la nutrida y particular colección de objetos utilitarios, en su mayoría del menaje familiar.

Estos objetos, los cuales también se exhiben en el departamento de Huexotitla, también proporcionan una lectura particular, ya que develan el lugar privilegiado que Puebla ha tenido en el ámbito comercial, siendo un espacio al que llegaban cualquier tipo de productos de ultramar que aquí se podían consumir y comprar.

 

A la fotografía hay que hacerle preguntas

Sobre el presupuesto que existe sobre que “somos analfabetas de la imagen”, una idea que fue planteada desde el artista surrealista Man Ray y su advertencia que “el analfabeta del futuro, será aquel que no pueda utilizar una cámara”, como recordó Lilia Martínez, la artista opina que por ello es necesario “hace preguntas a la fotografía”.

“Es un cliché decir que una imagen dice más que mil palabras; al leerla es necesario hacerle preguntas porque tu concepción no será la misma que antes. A la par, al cuestionar hay que tener en cuenta el contexto en que se creó”.

Sobre el traslado de lo análogo a lo digital consideró que es un debate inútil, ya que ella concibe a la fotografía de una manera más amplia: como un proceso de la imagen a lo largo de varios siglos, cercana a la tecnología y a su evolución. “Si el siglo XX fue totalmente para la imagen, el XXI es un tiempo de posibilidades en sus procesos”, confió.

Por último, Lilia Martínez informó que 2014 será un año muy bueno para ella y por ende la Fototeca Lorenzo Becerril, puesto que ya se tienen pactados varios proyectos con el Instituto Mora y con la revista Cuartoscuro, que dirige Pedro Valtierra, además de las invitaciones para publicar, comentar y curar diversos proyectos.

Ultimas

Incendio en relleno sanitario de Ajalpan consumió más de 10 toneladas de basura

Ajalpan. -  Voraz incendio en el relleno sanitario de este municipio consumió al menos 10 toneladas de basura, los...
- Anuncios -
- Anuncios -