La presencia de Rafael Moreno Valle Rosas –hace cuatro días– en la plenaria de los senadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD), su intenso activismo en la Confederación Nacional de Gobernadores (Conago), en donde acaba de asumir la presidencia, pero sobre todo su ferviente defensa de las reformas energética y hacendaria del presidente Enrique Peña Nieto, es un indicativo de que el mandatario poblano ya anda en campaña en busca de construir una candidatura presidencial mediante una fórmula híbrida, como la que utilizó para convertirse en titular del Poder Ejecutivo de la entidad.
La caída de Elba Esther Gordillo Morales como líder del magisterio significó para el mandatario la pérdida de su principal soporte político para alcanzar una posible nominación a una candidatura presidencial, y por esa razón está buscando nuevos aliados, como es el caso de las tribus –que desde el Distrito Federal– controlan al PRD.
Moreno Valle estaría buscando experimentar la posibilidad de replicar, a nivel nacional, el modelo de alianzas que utilizó en Puebla en 2010 y que le permitió alcanzar la gubernatura con la unión de los partidos de izquierda y de derecha, junto con varias facciones priistas, para hacer un frente común ante el PRI y no conformarse con los limitados recursos que le ofrecía el PAN, el cual es el instituto político en el cual oficialmente milita.
Por eso el lunes de esta semana Moreno Valle hizo presencia en la Tercera Reunión Plenaria de los Senadores del PRD, en donde tuvo contacto con los líderes de las principales tribus perredistas, como una manera de empezar a tener acercamientos con las facciones de ese partido y explorar el proyecto, de largo plazo, de poder unir a la izquierda y la derecha en torno una posible candidatura presidencial, que en el año 2000 se intentó por primera vez y se abortó por diferentes líderes de ambas expresiones.
Quienes le abrieron las puertas al PRD fueron los líderes de la tribu de Nueva Izquierda, mejor conocida como “Los Chuchos”, quienes se están manejando con un extremo pragmatismo político, a tal grado que se percibe que en lugar de ser una oposición fuerte al proyecto privatizador de Pemex en realidad están aliados con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
La consulta que el PRD realizará a partir del siguiente fin de semana para tomar el pulso de la ciudadanía en torno a los proyectos de reformas energética y hacendaria del gobierno de Peña Nieto, así como la incorporación del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano al tema de la defensa de Petróleos Mexicanos se observa como una estrategia para evitar que el malestar contra los cambios en estos temas sea capitalizado por Andrés Manuel López Obrador.
El gobierno de Peña Nieto le apuesta a dividir y confrontar a la izquierda con la ayuda de los líderes de Nueva Izquierda –entre ellos el poblano Luis Miguel Barbosa Huerta– para evitar que López Obrador cree un movimiento robusto, radical y fuerte contra la entrega del sector energético a trasnacionales, tal como lo hizo durante el sexenio de Felipe Calderón.
Y como parte de ese pragmatismo de Nueva Izquierda, que se orienta hacia la derecha, los dirigentes de esa expresión no ven con malos ojos la cercanía con Rafael Moreno Valle Rosas, sobre todo porque desde ahora no se percibe que para el año 2018 el PRD pueda tener un candidato de peso para enfrentar la próxima contienda presidencial, ante el rompimiento que esta fuerza política enfrenta con Andrés Manuel López Obrador, quien optó por construir Morena, el partido con el que seguirá luchando para intentar llegar a la titularidad del Poder Ejecutivo federal.
A los dirigentes de Nueva Izquierda y en general a otras corrientes del PRD lo único que les interesa es hacer alianzas con un gobernador que está dispuesto a gastar mucho dinero –tal como pasa con Moreno Valle– en sus proyectos personales, sin importar que sea de un personaje de corte neoliberal y que es apoyado por la ultraderecha.
Es decir, los dirigentes perredistas están más seducidos por el tema del dinero y el control político que ejerce Moreno Valle en el estado, que en observar su forma de gobernar, que incluye no atender las necesidades del campo, de los millones de pobres que hay en el estado, de las comunidades indígenas, de la protección al medio ambiente y el patrimonio cultural.
Tal actitud del gobernador no se limita únicamente al PRD, pues todo indica que buscará utilizar los reflectores que le deja encabezar la Conago para empezar a rastrear posibles nuevos aliados para sus proyectos de corte personal, sin importar que sean del PRI, el PAN, el PT o cualquier otra agrupación.
Dicho comportamiento del mandatario plantea que si en los dos años y siete meses en que ha gobernado el estado no tuvo interés en mejorar el desarrollo social de la entidad, ahora habrá menos posibilidades de que el mandatario corrija el rumbo y priorice reducir la pobreza y la marginación, ya que su activismo se centrará en buscar los reflectores de la política nacional, en lugar de ocuparse de los problemas de sus representados.
Mal futuro para Puebla le espera con un gobernador en constante campaña política.