Nadie en su sano juicio cree que el PRI tenga la más ligera oportunidad de ganar la próxima elección extraordinaria de Puebla o que por lo menos, el partido pueda remontar y pasar de la tercera a ser la segunda fuerza política en el estado. Por esa razón, se dice que en la cúpula nacional del tricolor ya se decidió que el candidato a gobernador será el empresario Ricardo Urzúa y para evitar que el muy probable aspirante decida no continuar con el proyecto hasta el día de las votaciones, se le ha garantizado que en 2021 tendrá apartada una diputación federal plurinominal.
Urzúa hace unos días ya habría sido recibido en las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, en donde se le prometió que en la próxima elección intermedia tendría asegurada una candidatura plurinominal a diputado federal, entre los primeros lugares de la lista correspondiente a la circunscripción que le toca al estado de Puebla.
Para entender lo anterior, es necesario plantear el siguiente contexto:
Si el PRI camina a su cuarta derrota consecutiva en la disputa por la gubernatura, surge una pregunta básica: ¿Qué gana el partido y el propio Urzúa con el proyecto de convertir a este empresario en el próximo candidato priista a la titularidad del Poder Ejecutivo de Puebla?
En el caso de Ricardo Urzúa le conviene estar vigente en un cargo político, sobre todo del ámbito federal, para que siga floreciendo algunos de sus negocios, siendo el principal la renta de aeronaves a la clase política del país, sobre todo la que milita en el PRI y el PAN, que están fuera de las políticas de austeridad republicana del gobierno lopezobradorista.
El primer convencido de que es una empresa perdida el buscar ganar la gubernatura de Puebla es el propio Urzúa, quien apenas el año pasado fue arrollado en su distrito electoral de Huachinango, en donde perdió la contienda por una diputación federal frente al aspirante de Morena Acundo González, quien ganó por una proporción de casi tres a uno frente el entonces abanderado del PRI, quien se ubicó en el tercer sitio de la contienda.
Atrás del proyecto de postular a Ricardo Urzúa se encuentra la mano del ex gobernador Mario Marín Torres, quien ha convencido a los miembros del Comité Ejecutivo Nacional priista de que si se le permite poner al candidato a gobernador puede ofrecer buenos resultados al PRI nacional mediante un proyecto a mediano plazo.
Esto es, que la campaña de Urzúa le sirva a Marín para tomar el control del PRI poblano y pueda revitalizar al partido, para que dentro de dos años pueda ser una fuerza política competitiva que dispute alcaldías, así como diputaciones locales y federales.
Esa encomienda se supone que la tenía el ex candidato a la gubernatura Enrique Doger Guerrero, quien actualmente tiene el control del PRI, pero no se percibe que esté en la búsqueda de recuperar algo de la fuerza política priista de antaño.
Por el contrario, el PRI poblano se encuentra totalmente desmovilizado y sin presencia en la opinión pública de Puebla.
Todo es consecuencia de que el actual presidente del PRI, Javier Casique Zárate, solo obedece órdenes de Enrique Doger y el ex candidato a la gubernatura no tiene interés en trabajar para sacar al partido del marasmo en que está hundido.
Por eso en el CEN priista, por ahora, parecen estar viendo en Mario Marín como la única opción de salvación para el partido en el mediano plazo.