Jueves, abril 25, 2024

Expertos: el tlamatini Joaquín Galarza ayudó a pensar las imágenes indígenas desde su cultura

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Joaquín Galarza (San Luis Potosí, 2 de octubre de 1928–París, 31 de julio de 2004) dejó, como “tlamatini, como maestro y sabio”, una enseñanza: el pensar, entender y ver a los documentos indígenas y coloniales desde sus imágenes, no desde la óptica occidental, sino desde el sentido original de sus autores y su cultura.

Parte de esas enseñanzas, de esa forma de ver, está contenida en el libro Por los senderos de un tlamatini. Homenaje a Joaquín Galarza (CIESAS, 2017), en el que aquellos que fueron sus “alumnos” abordan diversos textos: documentos de tributo, mapas y anales; demandas de antigua nobleza, cambios políticos, pago en monedas, litigios por tierras y catecismos.

Presentado en la Biblioteca Histórica José María Lafragua con los comentarios de los arqueólogos María Teresa Salomón Salazar y Eduardo Merlo Juárez, así como por la coordinadora de la publicación, Luz María Mohar Betancourt, el libro es un homenaje a Joaquín Galarza, quien es visto como un verdadero tlamatini.

“La propuesta que dejó fue enseñarnos a ver las cosas de otra manera: desde la imagen. Preguntarnos porque una figura es más grande que otra, porque está más cerca o de perfil, porque todo eso tiene un sentido que Joaquín Galarza nos enseñó a ver”, expuso Mohar Betancourt.

En ese sentido, la miembro del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) refirió que Galarza “enseñó a ver” ese tipo de elementos, a detenerse en ellos. Como ejemplo, señaló que en los catecismos estudiados hay preguntas clave como por qué hay imágenes que no ocupan todo el renglón, siendo la respuesta que en la oración católica hay frases que se enfatizan, como “el gran señor, el gran dios”. Otro más, refirió, es la intención negativa que existe en ciertos personajes al aparecer en el sentido contrario que la mayoría.

Acotó que ella y su grupo de colegas “no descuartizan” los códices como algunos se sus pares han acusado, sino que los dividen para fijarse en los detalles, en una división que luego regresan a la imagen total, una vez entendida en su sentido particular. “Hay una lógica; no son dibujos al azar ni para ilustrar, sino que todos tienen un sentido y por eso los tratamos de entender”, confió la también encargada del proyecto Amoxcalli en la sala histórica de Lafragua.

Destacó que a la par de esta enseñanza, su maestro Joaquín Galarza les dejó otra: el trabajar en colectivo, pues están conscientes que todavía falta mucho por saber de la sabiduría de los documentos, sus colores, tamaños y orientaciones.

En suma, expuso Luz María Mohar, lo que buscan como estudiosos de los códices y documentos coloniales es demostrar la sabiduría de los tlamatini indígenas, acercase a ella y hacer “un homenaje al maestro que nos enseñó a ver de esta manera”.

Concluyó que el libro, además del apoyo del CIESAS, recibió recursos por parte de la familia de Joaquín Galarza, lo que permitió lograr una edición que destaca por su manufactura y la inclusión de imágenes a color de los diferentes documentos a los que se hace mención, pues “no podría haber sido de otra forma” como se pudieran abordar y explicar dichos manuscritos.

“Son parte del patrimonio histórico; es lo que los indígenas quisieron que se quedaran para relatar, denunciar y escribir denuncias, abusos, despojos, exigencias, preocupaciones. Son las cosas cotidianas, los problemas e inquietudes que quedaron plasmadas en estos documentos y en su escritura, en su manera de escribir”.

En ese sentido, el investigador Eduardo Merlo señaló que en el libro Por los senderos de un tlamatini reconoce precisamente a este tlamatini, quien supo encarnar a este concepto que define a quien es un sabio y destaca a lo positivo de alguien que sabe y enseña. “Es una palabra náhuatl que solamente se aplicaba a quien lo merecía. Joaquín Galarza es uno de los más brillantes investigadores de la cultura que nos proyectó a nivel internacional”.

El arqueólogo destacó que Galarza propuso que se revisaran los métodos de análisis de los documentos antiguos mexicanos vistos desde el punto de vista de su presentación, pues eran vistos como ideografías que se interpretaban libremente con versiones incluso encontradas desde el siglo XVIII.

El encargado de Arqueología en el Centro en Puebla del Instituto Nacional de Antropología e Historia mencionó que el método de Galarza para interpretar los códices se ve reflejado en los artículos contenidos en su libro, la cual es la mejor forma de homenajear a un personaje de su altura. “Homenajearlo es publicar y ofrecer, y aquí el tlamatini está metido en cada artículo”. Abundó que ese “método de Galarza” influencia a los autores de este libro, quienes continúan la tarea de interpretar no con la mentalidad europea, sino a través del mundo de los indígenas, con sus formas de representación y sus mensajes, en donde las cosas “no se dibujan porque sí”.

De manera personal, el también profesor distinguió que el tlamatini de Joaquín Galarza además de sabio era sencillo, y quien se lo encontraba no se imaginaba la cantidad de títulos que poseía y lo que sabía sobre las culturas antiguas. “Fui su amigo y le pregunté cantidad de dudas, y siempre tuvo paciencia para apuntarme fuentes. Fue un hombre seguido y admirado por sus alumnos, quienes siguieron sus instrucciones y métodos”, dijo.

Eduardo Merlo afirmó que “hay un sabio Galarza y sus discípulos admiradores también son intérpretes, también son tlamatinis que hablan con el documento y lo dan para nosotros”. Incluso, notó que los tlamatinis que aceptaron aportar en el volumen, ninguno puso su título, porque “ante el Huey tlamatini, los demás nos quitamos el sombrero, dejamos títulos de nobleza y reconocemos a este gran tlamatini Joaquín Galarza, querido amigo”.

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