Viernes, abril 26, 2024

Gali arriesga el prestigio de su gobierno si deja pasar a Javier Lozano

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Si se confirma la versión de que a partir del 1 de febrero Javier Lozano Alarcón podría ser el jefe de la Oficina del Gobernador, el nuevo mandatario Antonio Gali Fayad estaría mandando un mal mensaje a la opinión pública, pues significaría que en su administración se queda sembrada una parte de la política autoritaria del titular saliente del Poder Ejecutivo, Rafael Moreno Valle Rosas.

Además, Lozano encontraría una plataforma para buscar colocarse como candidato del PAN a la gubernatura de Puebla, en caso de que Martha Erika Alonso –la esposa de Rafael Moreno Valle– se acabara desistiendo de postularse para la contienda del año 2018.

En esta columna se advirtió, desde agosto del año pasado, que Rafael Moreno Valle Rosas estaba presionando para dejar colocado a Javier Lozano en la Secretaría General de Gobierno, que es la segunda posición más importante del Poder Ejecutivo, como una manera de sembrar al ahora senador de la República en la lucha por las candidaturas a gobernador o alcalde de la ciudad de Puebla que estarán en juego el próximo año.

Para nadie es un secreto que en el círculo de más confianza de Antonio Gali hay una fuerte animadversión hacia Javier Lozano, razón por la cual existió una dura resistencia a aceptar la posibilidad de que el legislador albiazul llegara a la Secretaría General de Gobierno, propósito que al parecer se pudo concretar.

El rechazo a Lozano ya se había expresado a principios de 2016, cuando Gali y se grupo político evitaron que el morenovallismo impusiera a Lozano Alarcón como alcalde provisional de la ciudad de Puebla, cargo que finalmente recayó en Luis Banck Serrato.

Ahora se insiste que finalmente en el gobierno de transición de Gali se habría cedido para que Lozano se haga cargo de la Oficina del Gobernador, que es una especie de coordinación del gabinete y quien ocupa esa posición tiene muchas posibilidades de influir en las decisiones del Poder Ejecutivo.

Es cierto que el puesto que ocuparía Lozano no tiene el mismo rango que la titularidad de la Secretaría General de Gobierno –que es la instancia encargada de garantizar la gobernanza del estado–, que podría quedar en manos Fernando Manzanilla Prieto, quien ha disentido con el morenovallismo luego de que al inicio del sexenio era la mano derecha de Moreno Valle. Sin embargo no deja de ser un sitio de privilegio que le permitiría al ex secretario del Trabajo en el sexenio de Felipe Calderón influir para que continúe la política autoritaria del morenovallismo.

Resulta comprensible que Antonio Gali permita que la mayor parte de los miembros de su gabinete sean personajes del grupo morenovallista, ya que tendrá un periodo muy corto para gobernar en el cual necesita ofrecer resultados rápidos y que sean percibidos ampliamente por la opinión pública.

El próximo periodo gubernamental –de un año y ocho meses– no permitirá un margen para la planeación de proyectos y del funcionamiento de las instituciones. Por esa razón se requiere que la mayoría de las secretarías queden en manos de operadores que garanticen la concreción de los principales ofrecimientos de campaña de Gali Fayad.

Además, Gali tendrá el empeño de cuidar, desde Puebla, el proyecto de Rafael Moreno Valle de convertirse en candidato presidencial.

Pese a lo anterior, Gali tendrá que emprender un proceso de despresurización para revertir el clima de malestar ciudadano y político que dejó el gobierno autoritario de Moreno Valle, cuyo saldo es una larga lista de presos y perseguidos políticos, de alcaldes acosados, de presiones contra medios de comunicación y una desatención de problemas sociales.

La percepción que se tiene de Gali es que dará continuidad a los proyectos morenovallistas, pero será un gobernante tolerante, dialogante y conciliador. Esa visión no parte de sus promesas de campaña, sino que demostró tener ese talante cuando fue alcalde de la ciudad de Puebla y secretario de Infraestructura del gobierno del estado.

Por lo que Antonio Gali tendría que valorar que si Javier Lozano entra a su administración y sobre todo ocupa una posición de mucha influencia, se pondrá en riesgo su buena imagen pública como titular del Poder Ejecutivo y el prestigio de su gobierno.

Es necesario recordar que Lozano primero fue un destacado priista que traicionó a su partido. Luego se volvió panista y un furibundo secretario del Trabajo en el gobierno de Felipe Calderón, cuyas acciones autoritarias –como fue desmembrar la Compañía de Luz y Fuerza del Centro– dañaron profundamente la imagen del anterior presidente de la República. Al final del sexenio, el ahora senador la dio la espalda a Calderón Hinojosa.

Con esa trayectoria, Gali debe valorar que le estaría abriendo las puertas a un Judas de la política.

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