Va convirtiéndose en una costumbre por demás perniciosa, por no decir nefasta, que la integración de órganos que deberían ser efectivamente independientes de los grupos de poder se conviertan en rehenes del mandatario en turno o en verdaderos apéndices de su administración.
Más allá de los pactos inconfesables que Rafael Moreno Valle Rosas pudo haber hecho para lograr la gubernatura de Puebla, lo cierto es que en el imaginario de la ciudadanía, en las expectativas de los electores que genuinamente le creyeron, logró engañar prometiendo que en su mandato habría instituciones únicamente guiadas por el Estado de Derecho y organismos ciudadanizados.
Cerca de concluir el sexenio, ya nadie puede dudar que el de Moreno Valle ha sido uno de los gobiernos más transgresores de la ley e invasores, a un grado absolutista, de los organismos que deberían guardar absoluta independencia de su administración.
Tal es el caso del Organismo Público Local del Instituto Nacional Electoral, para el cual se están perfilando muchos personeros de Moreno Valle, el más visible Federico González Magaña, quien le ha servido al gobernador como asesor en materia electoral cuando fue candidato que como alfil en la Profepa y luego como cancerbero en la CAIP.
González Magaña representa los intereses de Moreno Valle en materia electoral y su inminente designación deja claro de qué lado estarán cargados los dados cuando la institución que encabece tenga que tomar las riendas de los comicios.