Jueves, abril 25, 2024

Bioterrorismo / I

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uedaron atrás los años en que se sufrían enfermedades terribles como la peste, pero ahora surge la amenaza sombría de la guerra biológica; el bioterrorismo toca a las puertas de la ciencia y de la civilización, variante de amenaza social de la que nadie está a salvo y todos debemos tener la consciencia de que la peste, el sarampión, el botulismo, son factores de enfermedad social que los países tienen a la mano como guerra bacteriológica.

No se debe olvidar que apenas el 2 de octubre de 2001, en el Centro Médico del sur de Florida, fue internado un sujeto de 63 años con el antecedente de ser coordinador fotográfico de un tabloide del Condado de Palm Beach, Florida, que el 19 de septiembre recibió una carta sospechosa que contenía tierra. El paciente, quejándose de fiebre, vómitos y en estado de confusión, señalando que tenía cuatro días sufriendo dolores musculares, temperatura y malestar general, con el antecedente de padecer una enfermedad cardiaca controlada, los médicos de recepción lo encontraron somnoliento, desorientado y con ronquidos al respirar ordenaron exámenes de sangre, punción lumbar, se le proporcionó por vía endovenosa Cefotaxina y Vancomicina. La radiografía de tórax mostró infiltrados en bases pulmonares con mediastino ensanchado, el líquido céfalo raquídeo de punción lumbar se veía turbio con glucosa de 57 por ciento, proteínas de 666 miligramos y 4 mil 750 glóbulos blancos, en su mayor parte polimorfonucleares, presencia de glóbulos rojos de sangre y de bacterias bacilares en cadena, por lo que se agregó penicilina G a su tratamiento.

El laboratorio identificó que la bacteria era Bacillus anthracis; al día siguiente presentó convulsiones y la misma bacteria en sangre; se inició respiración asistida con sonda, desarrolló hipertensión arterial, insuficiencia renal y falleció al tercer día. El estudio postmorten mostró colapso pulmonar, hemorragias: subpleural, perivascular, mediastinal y ganglios linfáticos; pero corazón, hígado y bazo no presentaron datos anormales y no se estudió el cerebro.

Un segundo paciente, trabajador de la misma editora y expuesto a la correspondencia, dio datos de la enfermedad el 28 de septiembre de 2001; se consideró podía estar infectado por la misma bacteria, se internó el 1 de octubre, con inicio de terapia; su exudado nasal presento la bacteria descrita, peri ausente en sangre, bronquios y pleura, sobrevivió, fue dado de alta el 17 de octubre.

El 18 de septiembre en Trenton se encontró otra carta con esporas dirigida al coordinador editorial del New York Post, otra dirigida al encargado de noticias de NBC. El 9 de octubre se enviaron dos cartas iguales a las oficinas de dos senadores en el Distrito de Columbia, con esporas de la bacteria, las cuatro cartas contaminaron los edificios del servicio postal, salas de correo y oficinas.

El total en Estados Unidos durante el año 2001 fueron 22 casos de “carbunco” y cinco personas murieron; se afectó a trabajadores de instalaciones postales de New Jersey y del Distrito de Columbia, los cuales contaban con equipos de alta velocidad de manejo de correspondencia y personal; se llevaron a cabo miles de prevenciones en contra de dicha infección, se hizo una alerta nacional y mundial a gran costo. Un ejemplo de lo que puede encaminar y desencadenar una guerra bacteriológica.

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