Algo muy extraño pasa en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Sustentabilidad del ayuntamiento de Puebla, pues resulta que el gobierno de la capital cerró sus puertas el pasado 23 de marzo –a actividades no esenciales– a causa de la cuarentena del Covid–19, pero en la dirección de esa dependencia que a está a cargo de Fernando David Letipichia Castro, casi todos los días hábiles se han expedido –a pesar de la emergencia sanitaria– permisos para gasolineras, gaseras, antenas y construcciones privadas, entre otros asuntos. Se dice que esos trámites se pueden hacer –en este periodo especial– por obra y gracia de dos influyentes “asesores”.
Lo anterior se explica por algo muy sencillo, hay dos poderosos personajes, uno de apellido Picasso y otro conocido por “El Negro Morales”, que se ostentan como “asesores” de Beatriz Martínez Carreño, la titular de la Secretaría Urbano y Sustentabilidad.
De todo esto, lo que más llama la atención, dicen los conocedores del tema, es que los señores Picasso y “El Negro Morales” no aparecen en la nómina oficial de esa secretaría ni de ninguna otra dependencia del gobierno de la capital.
Sin embargo, ambas personas tienen mucho poder, principalmente en el caso de “El Negro Morales”, de quien se dice tiene una especial influencia en Beatriz Martínez y en general en toda la secretaría destinada a regular el desarrollo y crecimiento urbano de la ciudad de Puebla.
Una muestra de ese enorme poder de ese supuesto “asesor”, es que se dice que él fue quien propuso a Fernando David Letipichia Castro como director de Desarrollo Urbano, un área que se ha vuelto un dolor de cabeza para los agremiados en los colegios de Ingenieros Civiles y Arquitectos, así como para docenas de ciudadanos que no pertenecen a ningún organismo colegiado.
Se cuenta que si alguien acude a la Dirección de Desarrollo Urbano del ayuntamiento de Puebla a realizar un trámite, invariablemente va a tener dos rutas de tránsito:
Primera: en que siempre será ignorado. Muchos contribuyentes solicitan permisos, licencias o la autorización de proyectos, y pasan los días, semanas y meses, sin que les resuelvan nada. Cada paso administrativo se convierte en una larga y tortuosa espera, en la que nunca se aclara los tiempos en que serán autorizadas o rechazadas las solicitudes de trámites.
Segunda: que se tiene la sensación de que en la Dirección de Desarrollo Urbano los trámites caminan como “cuchillo en mantequilla”. Todo se resuelve con mucha atención de parte de los funcionarios del área y en plazos pequeños. Pareciera que los procesos administrativos fueran la cosa más sencilla del mundo.
Esta segunda ruta es la que explica por qué, en las últimas 7 semanas, que es el periodo que lleva la actual cuarentena del Covid–19, algunos contribuyentes han conseguido que pese al cierre de las oficinas del gobierno municipal, logren la liberación de trámites administrativos.
Principalmente de licencias y permisos para gasolineras, antenas y construcciones civiles.
Y que otros muchos ciudadanos sean calificados de ingenuos, imprudentes o ignorantes por presentarse al ayuntamiento para preguntar si se pueda solicitar algún permiso en el actual periodo. La respuesta que siempre les dan: ahora nada funciona en el ayuntamiento hasta que termine el periodo de emergencia provocada por la pandemia del coronavirus.
¿Qué marca la diferencia para que un contribuyente transite en la primera o en la segunda ruta antes descritas?
A que los flamantes “asesores” fungen como intermediarios.
Los que acuden a ellos, pasan por la ruta 2 de atención rápida, respetuosa y eficiente.
Y lo que no tienen la suerte de tocar la puerta de los “asesores”, sufren el martirio de la ruta 1.
Queda claro que todo este “coyotaje” no se hace a cambio de nada.
Y para que funcione, las cabezas de la secretaría aludida deben solapar dicha práctica.
Una práctica que ha ocurrido mucho antes y durante el periodo de cuarentena.