Viernes, abril 26, 2024

Hegel, Haití y la Historia Universal

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Nalliely Hernández Cornejo*

Hoy más que nunca parece indispensable y necesaria la reflexión sobre la dominación del otro. El mundo parece mostrarse escindido, a grandes rasgos, de una forma u otra, entre amos y esclavos, entre los dueños del capital y los supeditados a este. Si bien, es uno de los temas que atraviesa la historia universal, la crisis humanitaria que se vive hoy en México por parte de la comunidad haitiana evoca, una vez más, el viejo asunto.  

Por ello quiero hablar de un libro que reflexiona y reconfigura de manera radical la posibilidad de dicha historia, cuando sitúa el origen de una reflexión clásica de la filosofía política europea, como la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, en la revolución haitiana (publicado en 2009 y traducido por el FCE en 2013). Con ello, Susan Buck-Morss, la autora del texto, cuestiona los cánones de la academia, alentando la reflexión política e histórica de cualquiera, pero particularmente, si se es latinoamericano. 

En este texto, que combina rigor académico con una narrativa persuasiva, la autora va hilando un descubrimiento que replantea no solamente este pasaje central para la historia de la filosofía política occidental, sino el propio concepto de la historia universal y, con ello, desvela cierto eurocentrismo miope del establishment académico. De hecho, la autora misma atribuye el crédito por poner sobre la mesa la inspiración de Hegel en los eventos de Santo Domingo (desde la insurrección de esclavos en 1794 hasta la declaración de independencia en 1804) al senegalés Pierre-Franklin Tavarès a inicios de 1990 cuando muestra que Hegel proporcionó: “el primer gran análisis de la Revolución haitiana” en su “explicación y defensa radical del derecho de los esclavos a rebelarse”. Pero él mismo fue víctima de la hegemonía académica (¿euro-americana?) que ignoró en buena medida su tesis (a pesar de que estudió en Paris).

La autora plantea con lucidez el hecho de que, en el siglo XVIII, aunque la libertad era el valor político más apreciado para los pensadores ilustrados y la esclavitud la metáfora más condenada, la práctica económica de la esclavitud en las colonias se sistematizaba y justificaba de distintas formas, principalmente raciales, por los mismos pensadores que proclamaban la libertad como el estado natural del hombre. En palabras de Susan: “Los filósofos de la ilustración clamaban contra la esclavitud excepto donde realmente existía”.

En este escenario, Buck-Morss reconstruye la forma de liberación que resulta de la dialéctica entre amo y esclavo. El esclavo se caracteriza por la ausencia de reconocimiento que recibe, es visto como una cosa. Al mismo tiempo, de inicio, el amo es independiente y “su naturaleza esencial es ser por sí mismo”. Sin embargo, a medida que se desenvuelve esta dialéctica, el aparente dominio del amo se comienza a invertir, en la medida en que adquiere la autoconciencia de que, de hecho, él es totalmente dependiente del esclavo. Cuando el esclavo se da cuenta de que no es objeto, sino un sujeto transformador de lo material y que el amo depende de su esclavitud, entonces se auto-libera por medio de una ‘lucha a muerte’. Esta ‘lucha’ que resulta crucial para el despliegue de la libertad, Hegel la elabora en su famosa obra La fenomenología del espíritu, escrita entre 1805 y 1806, el primer año de la existencia de la Revolución haitiana.

El canon de los estudiosos de Hegel ha establecido que el filósofo alemán dialoga con otros pensadores; Aristóteles, Platón, o que la ‘lucha a muerte’ se trata simplemente de un ‘ejemplo abstracto’. Además: “Normalmente se admite que el entendimiento que Hegel tiene de la política es moderno, basado en una interpretación de los eventos de la Revolución francesa como un quiebre decisivo con el pasado […]”. En suma, todos sus referentes son europeos. Buck-Morss interpela este supuesto: si la esclavitud era el tema social más “ardiente” de su época, con esclavos en todas las colonias y una revolución en la más rica de ellas, ¿por qué Hegel se quedaría dialogando con Aristóteles?

Susan muestra de forma plausible que Hegel se está refiriendo a lo que está ocurriendo en Haití. Recapitula brevemente la historia de Toussaint Louverture y la rebelión de los esclavos negros, así como el conocimiento que el alemán tenía de ella, a través del material de prensa que el alemán seguía disciplinadamente, como Minerva, cuya información reproducían otros medios, a pesar de la censura francesa.

De tal forma que, el reconocimiento entre iguales, tan importante para filosofía política y para historia de la justicia mundial, emerge por la “necesidad lógica de las contradicciones de la esclavitud”, pero según la autora, se trata de una esclavitud práctica no teórica, cuando los esclavos haitianos se revelan capaces de convertirse en agentes activos de la historia. La norteamericana nos muestra el contacto fundamental entre dos objetos de estudio, canónicamente ajenos, Hegel y Haití. Así, muestra otra historia detrás de la oficial: que la revolución haitiana constituye un momento definitivo en la historia del mundo, como la experiencia colonial, exhibiendo una política de exclusión detrás de la omisión de este hecho.

Definitivamente, nos dice: “En lo que fue el gesto más político de su carrera, utilizó los sensacionales eventos de Haití como el eje de su argumento en la Fenomenología del espíritu. La verdadera revolución exitosa de los esclavos del Caribe en contra de sus amos es el momento en que la lógica dialéctica del reconocimiento se torna visible como la temática de la historia mundial, la historia de la realización de la libertad […] La teoría y la realidad se convierten en ese momento histórico. O, para ponerlo en términos hegelianos, lo racional –la libertad- se volvió real. Este es el punto central para entender la originalidad del argumento de Hegel, por medio del cual la filosofía se escapó de los confines de la teoría académica y se convirtió en un comentario de la historia del mundo”.

En este libro, Susan está haciendo cosas que me parecen cruciales para entender la historia humana y, por supuesto, la historia latinoamericana. Las rescata de una perspectiva eurocéntrica, en donde la historia ‘universal’ está protagonizada exclusivamente por lo europeo, y la libertad y la justicia emanan de su cultura. Con ello, reconfigura la posibilidad de una universalidad verdaderamente incluyente, como la necesitada hoy por la emergencia migratoria haitiana. La revolución haitiana conformó “el punto más alto de progreso” y, con ello, abre también la posibilidad a otros silencios que pueden y deben ser rotos. Resulta fundamental darnos cuenta, nos dice, que ese legado es de todos, no puede pertenecer a nadie, pero también conviene recordar que algunas de sus semillas comenzaron en Haití, que hoy requiere que mostremos que hemos aprendido la lección de la historia con una respuesta a la altura[1].

*Profesora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Guadalajara

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[1] Cuando terminé de leer el libro, me encontré con algunas notas sobre una polémica sobre la originalidad de la tesis de la autora. Desconozco la legitimidad de la acusación, pero lo menciono porque, si en verdad la norteamericana plagió la idea del pensador senegalés, estaríamos atrapados una vez más en el bucle entre amo y esclavo: la resolución anunciada por la dialéctica hegeliana no llega. Espero que no sea el caso.

 

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