¿Qué les queda a los jóvenes? Se cuestiona y abre las posibilidades Mario Benedetti en su poema del mismo nombre. La juventud es una fuerza creativa de transformación social y posibilidades ilimitadas. Sin embargo, no está exenta de las formas de opresión que el sistema capitalista heteropatriarcal ha impuesto sobre la vida de la mayoría de las personas a escala global.
La juventud se debate, entonces, entre el hastío, las drogas y el alcohol, los falsos ídolos, la frivolidad, el aprisionamiento que han generado las redes sociales y la apatía política ante la corrupción y desconfianza en las instituciones. La otra cara son las posibilidades creativas de la juventud, la búsqueda constante y el cuestionamiento. La posibilidad de abrir diálogos inesperados e ir más allá de lo que se presenta como norma. La juventud tiene la opción de conversar con las instituciones, con dios y con el diablo, y de cuestionarles a ambos. Tiene la posibilidad de comprometerse con el bienestar, el personal y el colectivo, de desmontar las prácticas añejas de opresión, discriminación, y racismos.
La juventud tiene la posibilidad de romper las cadenas que les aprisionan, y crear alternativas saludables para la vida, para la recreación, para las luchas sociales y políticas, para crear y exigir alternativas laborales, educativas y de bienestar para su generación.
No les toca resolver los problemas creados por quienes vinieron antes que ellas y ellos, sino que les toca ser protagonistas de su historia, que no es otra sino el momento actual. Ser constructores de sus comunidades y del presente y futuro que quieren ver para sí mismas.
Les toca cuestionar y desmantelar las estructuras de violencia y explotación que les han sido impuestas, les corresponde romper el habitus de la generación previa. Tiene la posibilidad y la creatividad para construir una mejor historia. Para tomar decisiones informadas.
La juventud tiene la voz para reclamar las omisiones y abrir nuevas posibilidades. Es, desde el potencial creativo, que se invita a la reflexión personal y colectiva, a la acción informada y organizada, a los movimientos orgánicos que alimenten nuevas posibilidades por el bien común, ante el panorama complejo que les va tocando vivir.
Desde las posibilidades y creatividad en la juventud, pueden decidir desmantelar las violencias que han secuestrado los espacios colectivos. Rechazar y desmontar las industrias millonarias de alcohol y drogas que les van despojando la vida. Exigir y construir la diferencia, desde las prácticas personales; explorar alternativas de liderazgo por su bienestar. Desmantelar los falsos ídolos, y comenzar a construir las opciones de un mejor presente, que pueda conectar con los saberes ancestrales, aquellos que promueven el bien vivir, y rechazar aquellas prácticas de violencia impuestas sobre las vidas y los territorios.
¿Qué le queda entonces a la juventud? Les quedan posibilidades ilimitadas para repensar las viejas formas de organización, romper estereotipos y paradigmas dañinos y optar por aquello que les permitan, el día de mañana, contar una mejor historia.