Jueves, abril 25, 2024

“Aparte de entender la replicación defectuosa del ADN, ¡no hemos entendido nada!”

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La plática de Sugarta Mitra The future of learning, (Escuela en la nube, en español) que impartió en febrero de 2013 en el sitio TEdxCastle, donde compartió el experimento “Educación Mínimamente Invasiva” (MIE) cuyo objetivo fue probar que los niños podían ser enseñados por computadoras muy fácilmente sin ningún entrenamiento, fue realizado por primera vez en 1999 con niños en condiciones desventajosas, descrito en su libro The Hole in the wall (HIW), catalogado en 2005 como el mejor del mundo de acceso abierto, galardonado con el Premio Dewang Mehta a la innovación en TI y le dio a su autor el Ted Prize 2013.

Este experimento se inició al colocar una computadora en el hoyo de una pared de un quiosco en un barrio marginal en Kalkaji, Delhi, donde a niños que nunca había visto o tocado una computadora, ni sabían para qué servía, ni conocían qué era el internet, se les permitió usarla libremente, sin orientación alguna ni entrenamiento formal (y desde luego sin saber inglés), con la única intromisión de una persona que observaba lo que hacían. Este experimento se repitió en 23 quioscos de zonas rurales de la India; en 2004 se realizó en Camboya y posteriormente se replicó con infantes, con otra forma de vida en Inglaterra.

Antes que los resultados demostraran que los chicos, independientemente de quién o dónde se encuentren, pueden aprender a usar computadoras e Internet por su cuenta con ordenadores públicos en espacios abiertos, incluso sin saber inglés, Sugarta pensó que su experimento había fracasado por lo que decidió destruir su hipótesis principal -que los niños no necesitan maestros- y planteó un absurdo: “¿Pueden los niños de 12 años que sólo hablan Tamil aprender por ellos mismos la replicación biotecnológica del ADN en inglés por medio de una computadora ubicada en un espacio público?”.

Su sorpresa fue que al regresar dos meses después al lugar donde una computadora se encontraba bajo la sombra de un árbol, les preguntó a los infantes que asistían ahí, si habían aprendido algo; respondieron que no pero que no se daban por vencidos pues diario iban donde estaba la computadora. Él entonces los cuestionó: “¿Por qué siguen viendo la computadora todos los días si no entienden nada?” Y una pequeña niña en un lenguaje combinado entre tamil e inglés, respondió: “Aparte de entender que la replicación defectuosa de la molécula de ADN causa enfermedades, ¡no hemos entendido nada!”.

Sorprendido por la capacidad de los críos para aprender a través de una computadora con internet en otro idioma y sintetizar su aprendizaje, le pidió a una muchacha de 22 años que jugaba con ellos en ese espacio, y que no sabía nada de computación, ni de internet ni inglés, lo ayudara a observar a los chiquillos al pararse detrás de ellos y observar qué hacen, y preguntarles con una auténtica curiosidad “¿Por qué y cómo lo haces?”, tal y como lo hacen las abuelas, y el resultado del experimento con esta hipótesis fue que los niños aumentaron su aprendizaje en 20 por ciento de donde se les valoró al inicio.

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