El poeta trastabilla con sus pies torcidos,
sangra sobre los versos vueltos humo
de lo que era un cuerpo entero.
Adelgazado, el poeta se muere de frío,
perdió el caballo, el rumbo y se le va la fe
de alcanzar en algún recodo al amor perdido.
Ah, poeta, mira al cielo
que la luna es una yegua que te invita
a librar con brío los abismos.
Galopa y hallarás el ritmo
y el tono del terso canto que te falta,
el que de penar goteaba y desvestía su espiga.
Y si encontrar al amor fugado no sirviera,
si se te niega o te olvida, sigue a la luna vaga,
ve a vaciar las borrascas y el dolor de sienes.
No te confines en la sierra, poeta de espina antigua
y clavos en los dedos: pide al río que en torrente se lleve
los castigos y serene en las aguas tus murmullos.
*Título con verso de Federico García Lorca