Viernes, abril 26, 2024

A pleno rayo de sol miles de infantes aguardaron el inicio de la vacunación en el Centro Expositor

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Aunque este jueves el inicio de la vacunación se aplazó a las tres de la tarde por la falta del biológico, miles de niños de cinco a 11 años forman largas filas, a pleno rayo de sol, acompañados de sus padres o tutores en el Centro Expositor. 

La kilométrica fila se extiende hasta Casa Puebla donde da varias vueltas, en tanto que la gente llega en masa a lo alto de Los Fuertes de Loreto y Guadalupe. 

Casi al ingreso al recinto la gente aguarda sentada en bancos o sillas de madera o protegidos del intenso sol de verano con una marea de sombrillas que se observan desde metros atrás. 

Varias casas de campaña yacen abiertas sobre la banqueta, las cuales dan cuenta que las familias pernoctaron para poder ser de los primeros en pasar.

Una niña come un boli de uva bajo la sombra de un árbol para refrescarse, pues la temperatura ya supera los 25 grados centígrados en la ciudad de Puebla.

Los riesgos de una insolación son latentes pero la gente aguarda estoica para obtener el biológico y protegerse de la llamada quinta ola de Covid-19 que ya afecta al país.

En medio de la muchedumbre es difícil guardar la sana distancia, aunque niños y adultos portan cubrebocas para evitar alguna infección del virus que cambió al mundo desde su aparición en 2020.

El otro riesgo es el de la lluvia en una jornada que se extenderá hasta las ocho de la noche o incluso después ante la cantidad de personas.

Los vendedores de la zona lo intuyen, y por eso ofrecen “paraguas para la granizada”, que muchos compran para no empaparse.

Las familias que apenas llegan preguntan por el final de la fila que parece no tener fin. Para alcanzarla y no quedarse rezagados, toman de la mano a sus hijos, corren, se apresuran, otros más desisten ante semejante demanda y optan por regresar viernes o sábado muy temprano.

El intenso calor y las aglomeraciones provocan riñas entre las personas que se acusan unas a otras de ocupar lugares que no les correspondían.

Los padres lucen estresados, cansados y agobiados por no encontrar una posición que les permita estar el menor tiempo posible, mientras sus hijos juegan, corren y ruedan en el pasto como si estuvieran en un día de campo.

A las 3 de la tarde en punto se abren las puertas del recinto, por momentos se pierde el orden porque las personas tienden a juntarse en la entrada.

Los ciervos de la nación agilizan el paso para evitar más inconformidades en una tarde que amenaza con extenderse hasta muy entrada la noche.

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