Viernes, abril 26, 2024

Paraísos fiscales

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No hay día que trascurra sin que aparezcan nuevos casos de corrupción. La evasión fiscal y el lavado de dinero forman parte de las redes de complicidad que siguen enquistadas en el sistema político mexicano. Políticos, empresarios, deportistas y artistas han ocupado los paraísos fiscales para hacer jugosos negocios sin que medie regulación alguna, de hecho no es la primera vez que surge información sobre distinguidas personalidades que, según los registros obtenidos por la revista Proceso, sacan sus ganancias de México u otro país y mueven su capital en empresas fachada o fantasmas evadiendo responsabilidades fiscales y en algunos casos lavando dinero. Las Islas Caimán, las Bermudas, las Bahamas, Barbados, Panamá, son ejemplos de cómo incrementar la riqueza fuera del origen de los capitales haciendo por lo regular trampa.

La revolución en las telecomunicaciones y la informática trastocaron de forma impresionante la velocidad de transferir datos y la manera de administrar y organizar la información. Este logro científico no solo permitió el acceso a la red de internet o ampliar los mecanismos de comunicación por telefonía celular u otros aparatos, sino también ha impactado en la forma en que se mueve el capital financiero; las bolsas de valores han jugado un papel central para la reproducción de las ganancias y la manera en que se invierte el capital, sendas historias dan cuentan de la velocidad en que se pueden apuntalar riquezas de empresas multinacionales, transnacionales o nacionales, pero también desplomes que han cimbrado a las empresas y a los gobiernos.

En el primer tercio del siglo XX la Bolsa de Valores de Nueva York fue un excelente ejemplo de cómo la especulación y el abuso de los banqueros y grandes apostadores usaron a miles de ciudadanos norteamericanos para obtener ganancias, el crack del 29’ evidenció que la desregulación favorece la ilegalidad, el lavado de dinero y otras prácticas desleales. En esa época y como una medida de protección se inició un proceso de regulación de los mercados bursátiles, mismo que a la fecha sigue vigente, las bolsas de valores se han convertido en los centros del poder financiero y éstas han aprovechado los avances de las revoluciones científico–técnicas para mover en tiempo real miles de millones de dólares, lo que detonó el llamado capital golondrino, es decir, capital que se traslada de un lado a otro cuyo objetivo es obtener el máximo rendimiento de la inversión bajo la premisa de conseguir las más alta tasa de interés. Este fenómeno construyó una compleja red casi imposible de observar a primera vista, una telaraña donde se hospedan miles de empresas de todo el mundo, el flujo de inversiones sigue creciendo de forma exponencial y el comportamiento de las bolsas se ha instalado por encima de los gobiernos centrales, una caída de la bolsa impacta en las economías locales, vale la pena recordar el efecto tequila, el efecto samba o el efecto dragón, cuyas consecuencias son brutales para los países. Sin embargo, esa red compleja de inversión tiene un defecto para los buscadores de más de ganancias o para ocultar movimientos ilegales, las bolsas a pesar de las libertades con las que operan tienen restricciones que inhiben ciertas prácticas corruptas, la participación de capitales nacionales o extranjeras pueden ser objeto de auditorías financieras y éstas pueden ser ocupadas como pruebas ante juicios federales o cortes internacionales, además de que, aunque simbólicamente se tienen registros que implican el pago de impuestos, es complicada la evasión fiscal, aunque no imposible de burlar el sistema financiero, los “candados” limitan las operaciones ilícitas.

De hecho, el surgimiento de los paraísos fiscales es un claro intento por burlar la regulación financiera, son espacios donde los movimientos financieros no son auditados, supervisados, revisados o algo que se le parezca, lo que facilita que cualquiera que tenga recursos financieros pueda instalarlos en esos lugares. El sistema allí construido no indaga sobre el origen del capital y no hay registros que implique el pago de impuestos, la libertad rige a los paraísos fiscales y esto se ha convertido en una forma paralela sobre el sistema financiero internacional, para hacer negocios ilícitos. Estos lugares también han aprovechado la complejidad con la que hoy se mueve el capital financiero para formar redes complejas de empresas y nuevos productos financieros, por lo que es casi imposible saber en dónde y con quién se invierte, lo que importa es obtener ganancias.

Los paraísos fiscales se ocupan en las más de las veces en instancias de lavado de dinero y evasión fiscal, la delincuencia organizada tiene presencia permanente y es muy probable que los negocios de distinguidos mexicanos que evitan pagar impuestos se mezclen con delincuentes en potencia, negocios ilícitos, movimientos fantasmas u otras aplicaciones, por ello sería pertinente que el gobierno federal indague sobre las triangulaciones que se hacen para poder llevar el dinero a esos lugares. La madeja tiene un hilo conductor, a menos que varios de los políticos del propio gobierno, la clase política y empresarial estén también bajo sospecha, lo cual no sería extraño, muchos están embarrados y seguramente el gobierno no moverá un dedo para profundizar en investigaciones fiscales, ahí está otra prueba de que los distinguidos mexicanos les importa un comino el país. Vénganse a su paraíso fiscal.

Entre tanto, las telecomunicaciones ayudan a mantener comunicación, lo cierto es que el diálogo directo y presencial sigue abonando en el reconocimiento de otro, no se necesitan paraísos fiscales, sino terrenales. Ver para creer.

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