Viernes, abril 26, 2024

PAN de fiesta

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Al cumplir 70 años, el PAN está de fiesta, con sendos escándalos de corrupción, fiestas con chicas prepago, tráfico de influencias para comprar conciencias en el Poder Legislativo, gobernadores que apartan el agua para saciar su sed, sendas recomendaciones de la Comisión Nacional de Derecho Humanos que demuestran que la ley bala en Puebla cobró su primer vida, así festejan siete décadas en medio de una profunda crisis partidista.

El pragmatismo político–electoral que inicio en el año 1989, con las famosas concertacesiones, hoy les pasa la factura, un partido que durante sus primeros 50 años fue un férreo promotor de la democracia, crítico del régimen autoritario y con una democracia interna digna de reconocimiento. Hoy es todo lo contrario, un instituto que recuperó las peores prácticas del régimen autoritario, sobre todo en los procesos electorales y en el quehacer gubernamental, en ambos se aplicó la máxima de Maquiavelo: el fin justifica los medios.

En el primero para asegurar triunfos electorales, se permitió, favoreció y propició que se usara al partido para impulsar a cualquier hijo de vecino y que éste contendiera en los municipios, diputaciones federales y locales, gubernaturas, las alianzas fueron y son las que hoy lo tienen en crisis, pues éstas son de tipo coyuntural sin que medie la doctrina ideológica, lo importante fue ganar a costa de lo que sea, así recibieron a priistas, perredistas, de Nueva Alianza y hasta ciudadanos que lo que tenían eran recursos para inyectar a la campaña. Sin ideología, era natural que no hubiera un proyecto acorde con los principios del partido, muchas historias documentadas evidenciaron la compra de votos, el acarreo para los mítines y luego antes, durante y después de la jornada electoral se controló a los posibles votantes, las historias incluyen entrega de despensas, regalos, manipulación y control en los centros de trabajo hasta llegar a la famosa lista de votantes, el panismo ocupó y ocupa todas y cada una de las prácticas que tanto dañaron a las elecciones en México.

En el caso del quehacer gubernamental, el panorama no fue nada alentador, pues la discrecionalidad, el dispendio, la corrupción, el nepotismo y el patrimonialismo fueron la regla, no la excepción, el pulpo creció en ayuntamientos, gubernaturas, diputaciones federales y locales, en el Senado, hasta alcanzar la Presidencia de la República, primero con Vicente Fox y luego con Felipe Calderón. En Los Pinos, abundó el despilfarro, la corrupción y el tráfico de influencias, los puestos de primer nivel fueron para los amigos, las personas leales a la figura del Ejecutivo, el fenómeno se reprodujo en las gubernaturas y en los ayuntamientos, como era de esperarse, el partido político quedó prácticamente marginado en los gobiernos, si bien se infló el padrón de militantes y adherentes, lo cierto es que más que una convicción ciudadana fue una obligación salarial, el padrón fue reflejo de las prácticas autoritarias, el funcionario público al servicio del poder, como en los viejos tiempos para asegurar el pan deberían afiliarse al PAN, peor aún hubo experiencias donde ni siquiera se logró que los gobernadores, presidentes municipales se adhirieran al partido que los postuló para competir y ganar un puesto de elección popular, el dato de estas prácticas fue demostrado en la última elección para reelegir al presidente del Comité Ejecutivo Nacional, donde el número ciudadano que ratificó su militancia y adherencia se desplomó, pasó a nivel federal y ocurrió en Tlaxcala, como los globos de Cantoya, acabado el alcohol que los mantenía en el aire, éste cayó en quién sabe dónde.

El Poder Ejecutivo en los diferentes niveles debilitó las estructuras partidistas, pues no logró consolidar al instituto, recursos hubo, pero no la voluntad política, en gran medida el fenómeno del debilitamiento se puede explicar a partir de la historia política de México, el poder no se comparte, se ejerce, sin duda, que los gobernantes panistas o propuestos por ese instituto se creyeron el cuento aquel de que son ellos los máximos y únicos representantes de la sociedad a la que gobiernan, olvidaron la importancia de los equilibrios de poderes, de la importancia de consolidar a las instituciones políticas, por eso el interés de controlar todo aquello que se moviera, por eso metieron mano en los procesos electorales al palomear la lista de los candidatos, intentaron con éxito ganar influencia en los órganos electorales, crearon estructuras paralelas en sectores como la educación o en las organizaciones no gubernamentales y repartieron dinero para apagar posibles incendios, compraron con dinero la conciencia en los congresos locales y federal, y con esas mismas prácticas intentaron disuadir a los medios de comunicación, se acostumbraron a gastar y ocupar los recursos públicos para amasar fortunas y de pasó enriquecer a sus familias. De hecho, eso ayuda a explicar cómo el panismo creció como la espuma, pero se desvaneció cuando perdieron el poder, sin puestos públicos la caída era irremediable. Perdieron la brújula y olvidaron otra máxima de historia política: nada es eterno.

Pese a ello, los vividores del sistema lograron sobrevivir, en condiciones distintas, pero son los mismos que han hecho de la vida partidista una vida pública de escándalo en los últimos tiempos, los mismos que acostumbrados a recibir prebendan del sistema las promueven y extienden sus manos para obtenerlas, su efecto es la mayor crisis política en la historia de Acción Nacional, a la que han contribuido los que se quedaron en el partido y los que en su momento usaron las siglas blanquiazules para decirse demócratas cuando están bañados de sangre autoritaria.

De hecho, las sociedad se seguirán preguntado: ¿Por qué aunque haya habido un crecimiento exponencial de los recursos públicos en la Federación y en las entidades federativas en los años que gobernó el PAN, la pobreza creció, la economía se estancó? y ¿Por qué los nuevos ricos de México son o fueron panistas?, acostumbrados a las fiestas, hoy festejan aun en sus desgracias políticas… ver para creer.

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