Rodeada de grandes y pequeñas figuras de metal y madera, cuidadosamente elaboradas por creadores tlaxcaltecas, Alejandra Barrera promueve las artesanías de la entidad en el bazar de la Plaza Xicohténcatl.
Dedicada a la venta de esas piezas, destaca que una característica fundamental de éstas “es que llevan un mensaje a favor del medio ambiente”.
“Son artículos hechos con material reciclable, como bujías, tornillos, tuercas, rondanas y residuos de fierro que son soldados. También se usan trozos de madera, la cual es tallada”.
“Son –agrega– figuras diversas para adornar algún sitio especial, para recuerdos de graduaciones u otros motivos”.
Sobre una pequeña repisa exhibe a un baterista, automóviles antiguos, aviones, bicicletas, armaduras y toreros detalladamente elaborados.
“Son creaciones de unos compañeros, uno de ellos se llama Alier Arias, es un joven. Comenzaron hace más de cinco años”, comenta.
“Sí ha habido respuesta de las personas. Se ha vendido la producción; les ha gustado mucho. Nos preguntan y nos piden más artículos que estamos por hacer”.
Cuenta que sus compañeros han diseñado un depredador que mide cerca de 2 metros y está hecho a base de desechos metálicos. “Su precio es de alrededor de 8 mil pesos –indica–, pero tiene funciones de lámpara”.
“Es el ingenio, el terminado y todo lo que ellos aportan con su creatividad. Siempre buscan que haya un buen acabado en sus piezas y que el material sea durable”.
Amable, Alejandra explica a un par de turistas sobre un cuadro con la imagen de la virgen de Guadalupe.
“Está constituido por metal, una pasta especial para protegerlo de la humedad y piedras de río”, añade sonriente.
“Es lámpara y fuente a la vez. Está hecho por artesanos de Tlaxcala”, enfatiza la mujer originaria del Distrito Federal, pero con residencia en el estado de más de 30 años.
Ya se considera de esta entidad. “¡Me encanta!”.
En un espacio que abre para charlar con La Jornada de Oriente, Alejandra comenta el origen de estas obras de arte.
“Mis compañeros comenzaron haciendo cuadros y empezaron a ver que con una tuerca y un tornillo que soldaron, iban formando piezas. Como se dieron cuenta que sí funcionó, buscaron la manera de hacer otros”.
Uno de los creadores es de profesión arquitecto y otro ingeniero. “Así van formando sus obras de arte”, añade.
Dice que la idea es continuar con la elaboración de estas artesanías y “¡proyectarlas a nivel nacional. Están pensando en grande!”
“Están por terminar un exterminador”, agrega, mientras acomoda una figura en madera tallada.
“Ya se interesaron por él –afirma. Quieren colocarlo en un jardín y utilizarlo como lámpara”.
El material es recopilado o comprado. Hay personas que ya conocen su local, ubicado en avenida Ocotlán, y llevan directamente los residuos que les estorban en su casa.
Todavía no cuentan con una marca que identifique a sus artesanías, pero no descartan en trabajar en ello.
“Hace poco vinieron unos extranjeros. Les llamó la atención los artículos y se los llevaron. Nunca le pusieron pero a los precios, incluso la gente de acá porque reconoce el ingenio y la paciencia de sus creadores”.
“Y a eso se suma la paciencia, la amabilidad y el buen carácter que tengo para vender”, dice Alejandra, quien en su juventud se desempeñó como enfermera en un nosocomio.
“También era muy amable y muy buena onda con mis pacientes”, ríe. “Pero –añade– me casé y ya no puede seguir con esa profesión. A partir de entonces inició su actividad como comerciante de comida y productos.
“Luego, entré a la planta Volkswagen, hacía piezas eléctricas para los carros. Trabajé casi 10 años y luego me jubilé”, abunda.
Alejandra dice que un buen comerciante “debe ser amable, poner buena cara, aunque tú estés enojada, y convencer al cliente que el producto le puede servir. Me encantan las ventas”.