Viernes, abril 26, 2024

¡Viva México cuarones!

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“La ideología del siglo XXI debe ser el humanismo global, pero tiene dos peligrosos enemigos: el nacionalismo y el fundamentalismo religioso”.

Ryszard Kapuscinski.

 

Motivos de salud, ajenos a mi voluntad por supuesto, me llevaron a interrumpir por varias semanas esta gustada colaboración. Tregua que muchos habrán disfrutado sin recato, deseando extenderla por siempre jamás. Sorry pero va de nuex.

 

La mañana del pasado lunes 3 de marzo las primeras planas del mundo daban cuenta del enredoso conflicto de Ucrania, que involucra y confronta a las grandes potencias con tal virulencia y peligrosidad que no se vivían desde “la crisis de los misiles” rusos en Cuba en octubre de 1962.

 

La prensa mexicana, por su parte, dedicó sus espacios privilegiados a “la noche de los óscares” donde la estrella del cineasta mexicano Alfonso Cuarón Orozco brilló entre la más grande constelación del firmamento cinematográfico mundial.

 

Entre ambos eventos, claramente disímbolos, hay, sin embargo, un hilo conductor que, hoy por hoy, se ha convertido en un tema de innegable vigencia y concita virulentos debates; la manzana de la discordia es, una vez más, el nacionalismo.

 

Los encargados de la transmisión que daba cuenta de la entrega de la famosa estatuilla, alentaban aviesamente entre su audiencia un debate tan falso como absurdo, entre quienes opinaban que el éxito de Cuarón era un triunfo de México y quienes, por el contrario, lo calificaban como un logro estrictamente personal. Los partidarios de la primera postura acuñaron una frase que se expandió rápidamente por las redes y que da título a este culto rollo: ¡Viva México cuarones!

 

Mientras asistía, entre incrédulo y divertido, a la truculenta controversia, no pude sino referirla a otra, aún más estúpida, levantada por el futbolista Carlos Vela, quien se negó a jugar en la mal llamada selección mexicana (en realidad un equipo de compadres) que disputará, es un decir, el campeonato mundial que se llevará a cabo en Brasil el próximo verano. Negativa que encolerizó a las televisoras y demás usufructuarios del negocio futbolero, que armaron un escandaloso linchamiento público del temerario deportista, acusado de poco menos que traidor a la patria.

 

Estas simplonas expresiones de un pretendido nacionalismo, dejan de ser intrascendentes cuando se trasladan al terreno económico y político y se convierten en ariete ideológico de los grupos en disputa por el poder, ya sea a nivel local o mundial. Baste recordar que el fascismo y golpes de Estado como los de Franco y Pinochet, se auto justificaron bajo las banderas del nacionalismo para borrar cualquier sonrisa.

 

El marxismo y otras corrientes revolucionarias combatieron los nacionalismos, bajo la perspectiva de un mundo sin fronteras, de una sociedad internacionalista regida por el trabajo, la igualdad y la libertad. Utopía no cumplida gracias, entre otros muchos factores, a la mezquindad de las burocracias que usurparon la dirección de los movimientos revolucionarios en el mundo.

 

Sueños guajiros aparte, haiga sido como haiga sido, el capitalismo financiero terminó imponiendo su ley. El capital no tiene patria, reza un axioma marxista, pero si tiene dueños, todos lo sabemos, aunque sus nombres se oculten bajo las más inverosímiles nomenclaturas de sociedades mercantiles y financieras encargadas de encubrir y “legalizar” el origen de las grandes fortunas que unos cuantos acumulan.

 

Es así que la globalización de las redes financieras y de los grandes negocios, legales e ilegales (ver, a propósito de cine, Inside Job, de Charles Ferguson http://www.youtube.com/watch?v=5nCvO6qEbJw o la reciente Wolf of Wall Street, de Martin  Scorsese) y la terrible crisis económica mundial que han llevado a la bancarrota lo mismo a países que a municipios, han puesto al orden del día el tema del nacionalismo.

 

Porque frente a la omnipresencia descontrolada del capital financiero, muchos gobiernos y grupos de poder tratan de hacerle frente con un discurso que llama a la unidad nacional y las alianzas regionales. Aquí es donde la confusión se esparce como confeti al aire y lo pescadores en rio revuelto tienden sus redes.

 

Las corrientes conservadoras y ultraderechistas azuzan contra las minorías nacionales y los migrantes, acusándolas lo mismo del desempleo que de los déficits presupuestales, arremetiendo contra las políticas públicas de bienestar y desarrollo social.

 

Pero desde la izquierda, o lo que de ella queda, se levantan voces como las de Pepe Mujica, presidente de Uruguay, que puntualizan sobre el derecho natural de las naciones pobres y expoliadas  a defender su soberanía y sus recursos de la voracidad de la usura financiera internacional

 

Hay de nacionalismos a nacionalismos. Existe una gran diferencia entre quienes al amparo de los símbolos patrios, la cultura y la religión, exaltan la superioridad racial, la exclusión de las minorías, los diferentes y los disidentes, el derecho a la expansión territorial y el dominio sobre otras naciones, y quienes promueven la independencia y la soberanía de los estados nacionales, como condición indispensable para lograr un desarrollo sin exclusiones y oportunidades para todos los habitantes de la nación, sin distinciones étnicas, políticas o religiosas. O sea, no es lo mismo que lo mesmo.

 

Cheiser: Finalmente, como dijo aquella célebre panista, la caca flota. Con el caso de Oceanografía se confirman las múltiples denuncias contra la escandalosa corrupción de los regímenes de Acción Nacional. ¿De verdad Peña Nieto irá a fondo contra las manos negras de los azules? O volverá a imponerse el pacto de impunidad entre la clase política. Ya veremos dijo Feliciano.

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