Viernes, abril 26, 2024

La razón de ser de la universidad debe ser su comunidad, afirma Raúl Dorra en su homenaje

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Hablar y habitar la academia. Desde ahí, al recibir la medalla Francisco Xavier Clavijero que le entregó la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), el escritor y estudioso de la lengua y la literatura Raúl Dorra (San Pedro de Jujuy, Argentina, 5 de septiembre de 1937) llamó a repensar la vida académica de las universidades para que, más allá de tener a los estudiantes como su centro de acción, abran su quehacer hacia la comunidad.

La reflexión fue uno de los aspectos centrales del sensible, profundo y memorioso discurso que el miembro de las academias mexicanas de Letras y de Ciencias pronunció en el Salón Paraninfo de la UAP, aquí en la ciudad de Puebla, en el marco del recibimiento de esta medalla que significa el máximo galardón universitario, pues marca su ingreso a la academia de profesores distinguidos de dicha casa de estudios.

Al centrar su mirada en la vida académica, la cual en su caso ha desarrollado desde 1976, año en que arribó a México y a la universidad de Puebla, Raúl Dorra afirmó que “sin dejar de ser una institución educativa, la UAP es ahora un decisivo bien de la cultura y nuestra obligación, la de todos nosotros, es asumir conscientemente la responsabilidad que eso significa”.

Ante colegas, amigos, familiares y estudiantes de diversas generaciones formadas por él, dijo que “debemos elaborar un nuevo concepto –más amplio y más complejo– de comunidad universitaria y trabajar para que sea cada vez más una realidad dinámica”.

En la entrega de la medalla Francisco Xavier Clavijero, un acto encabezado por el rector José Alfonso Esparza Ortiz, Dorra señaló que antaño el centro neurálgico de la universidad era la comunidad académica, contrario a lo que sucede hoy, cuando “las políticas educativas centralizadas fueron ganando terreno y con ellas las evaluaciones cuantitativas, los criterios estadísticos, la carrera por el puntaje, la atención focalizada en el resultado y despreocupada por el proceso”.

El autor de obras como La canción de Eleonora y Lecturas del calígrafo opinó que, si antes existía tiempo y oportunidad para el error y para corregirlo, esto ha cambiado, pues ya no hay cabida ni para uno ni para otro, menos “para el fracaso no solo en la producción universitaria sino en la producción de la vida en general”. Así, agregó, “ansiosos por exhibir resultados, los ideólogos del mundo contemporáneo nos enseñan a cerrar los ojos ante el proceso que ha llevado hasta tales resultados y que es lo que mejor los explica. Ahora se atiende casi exclusivamente a lo que puede describirse como logro, a eso que, con una tortuosa fórmula lingüística, en nuestro medio se conoce como ‘eficiencia terminal’”.

El fundador y actual coordinador del Programa de Semiótica y Estudios de la Significación de la UAP expuso que “mientras el proceso requiere de observación atenta y comprensiva, la evaluación del resultado se apoya en un censo o en un cálculo estadístico”, en el que se impone “cantidad contra calidad”, siento esta una tendencia: la de “evaluar solamente los logros –a veces legítimos pero más de una vez simulados– que se hace posible y hasta necesaria en un mundo donde los individuos son sometidos a crecientes controles”.

“¿Cómo evaluar la calidad intelectual y humana de un profesor en el salón de clase, de un investigador inclinado en su laboratorio o en su mesa de trabajo, probando una y otra vez alguna solución que se le niega? Eso lo puede valorar mejor la propia comunidad universitaria y no los formatos o las tablas, pues la comunidad universitaria es representativa de una forma de vida. Las evaluaciones no evalúan el saber sino el grado de obediencia a sus propios criterios, no siempre científicos. Más que el saber lo que con ellas se persigue es el poder”, sostuvo.

Raúl Dorra, un argentino por nacimiento y mexicano por nacionalidad, y ambas cosas por elección, acotó que, si bien “un proyecto acumula pérdidas y ganancias con el correr de los días”, se debe “apostar a que las segundas superen a las primeras y que las superen guiadas por una crítica serena, sabia y rigurosa. Y, por qué no, también entusiasta”.

En ese sentido, llamó a “aspirar, a recuperar o consolidar plenamente la voz de la comunidad universitaria con las características propias de las circunstancias actuales, características referidas tanto a la magnitud y complejidad de nuestra institución, como a las formas de comunicación con las que hoy contamos”.

Ello, dijo el creador de Tópicos del Seminario, una publicación registrada en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, porque si bien hay una política global de la que no se pueden evadir las instituciones universitarias, también “hay opciones locales que es posible aprovechar”.

“Creo que la presente administración es sensible y ha buscado moverse equilibradamente en esa dirección que crece en complejidad hacia adentro y hacia afuera dejando su impronta más allá de los salones de clase. La razón de ser de esta universidad ya no son solamente los estudiantes sino también –y de manera creciente– la comunidad del estado y la región”.

“Sin dejar de ser una institución educativa, la UAP es ahora un decisivo bien de la cultura y nuestra obligación, la de todos nosotros, es asumir conscientemente la responsabilidad que eso significa. Debemos, pues, elaborar un nuevo concepto –más amplio y más complejo– de comunidad universitaria y trabajar para que sea cada vez más una realidad dinámica. Avanzar en distintas direcciones con un objetivo común”, concluyó el homenajeado.

Raúl Dorra encarna el sentimiento universitario: Esparza Ortiz

Con vivas y largos, larguísimos aplausos. Así fue recibido Raúl Dorra al arribar al acto de homenaje en el que recibió la medalla Francisco Xavier Clavijero. Ayer martes 25 de septiembre, el rector de la UAP José Alfonso Esparza Ortiz entregó esta medalla a quien “encarna el sentimiento universitario, el esfuerzo intelectual y el rigor científico con humildad”.

Hablar de Raúl Dorra, señaló el rector de la UAP, es hablar de “un gran intelectual y humanista que se ubica entre lo inteligible y lo sensible, que habla de literatura y semiótica, que es un narrador, poeta y traductor, un estudioso de la lengua en todos los aspectos”.

Esparza Ortiz señaló que al investigador nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, se le puede distinguir como un “amante de la vida y la palabra” que se refleja en su labor como maestro en el doctorado en Literatura Hispanoamericana, el Colegio de Lingüística y Literatura Hispanoamericana, así como en el Centro de Ciencias del Lenguaje del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”.

Por tanto, acotó, la medalla Francisco Xavier Clavijero es una muestra del reconocimiento a su valiosa trayectoria y un homenaje a quien en lo cotidiano ha hecho de su vida un conocimiento y de la utopía una forma en la “que deben caminar nuestros pasos, no como un imposible sino como una búsqueda entre cambio y permanencia, entre oralidad y escritura, entre semejanzas y diferencias, entre silencio y sonido”.

Con la palabra el hombre da cuenta de lo que está ante sí y también de sí mismo: Dorra

Tras recibir la medalla Francisco Xavier Clavijero, con sus 81 años recién cumplidos, Raúl Dorra ofreció un largo, sensible y profundo discurso en el que repasó su vida académica desarrollada en la UAP que está necesariamente ligada a su exilio en México contado en 42 años, cuando ingresó con una plaza en la entonces Escuela de Filosofía y Letras.

Colmado de agradecimientos, pues le ha “ocurrido mucho más que el puro recibir, pues entre lo que he recibido encontré la posibilidad del dar”, recordó la creación en 1998 del Programa de Semiótica y estudios de la significación, por lo que se han cumplido “jubilosos 20 años” dedicados a estudiar “el lenguaje visual por ejemplo, o el auditivo o el gestual, o los lenguajes mixtos, tendrían una gramática de base extraída de la gramática de la lengua. Eso se explica porque la lengua tiene, entre todos los sistemas, una propiedad única y decisiva: ella puede hablar de todos los demás y también hablar de sí misma, constituirse a sí misma, mientras ningún otro sistema puede hacer algo semejante. Con la palabra el hombre da cuenta de lo que está ante sí y también de sí mismo y por ello la palabra es lo humano primordial”.

Dorra Zech acotó que, en estos más de 40 años, su labor como investigador “ha estado siempre referido a la palabra en sus diversas manifestaciones discursivas y en sus diversas prácticas sociales”. “Este trabajo de investigador ha sido complementado por mi trabajo de escritor y ello me ha permitido tener con las palabras un trato tanto intelectivo como sensible. De los géneros verbales creo que es la literatura la que expone de la mejor manera la calidad sensible del lenguaje y, dentro del género literario, es la poesía, tanto en sus manifestaciones cultas como en las populares, lo que lleva esta calidad a su más alta expresión.

“Creo que esta convicción explica bien mi continua fidelidad a la palabra poética y mi continuo interés por conocerla. De ello dan cuenta los artículos y los libros que he publicado, obras nacidas tanto de los desvelos de un estudioso como de la pasión de un escritor”, expuso.

Para cerrar, y fiel a su carácter de buen amigo y cómplice, el lingüista señaló que el recibir esta distinción, la cual comenzó como una iniciativa en la Facultad de Filosofía y Letras animada por el filósofo Juan Carlos Canales, sirve para preguntar por qué la UAP no ha entregado otros reconocimientos de este tipo. “Con relativa frecuencia la universidad dio doctorados honoris causa, pero no ha procedido de la misma manera con reconocimientos destinados a su propio personal. Tal vez sea ésta una oportunidad para reflexionar sobre el tema y revisar el criterio con que se ha venido obrando en esta materia que tanta importancia tiene en la vida universitaria”.

Por tanto, en esa espera, Raúl Dorra afirmó que el recibir la medalla Francisco Xavier Clavijero es también un reconocimiento a sus “colegas, queridos compañeros y compañeras de ruta” para que “sientan, como yo, que en esta ceremonia se me entrega un reconocimiento que profundamente los incluye a todos”.

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