Jueves, abril 25, 2024

Fiesta, comida y análisis, en el II Encuentro y Foro de la Soberanía Alimentaria

Destacamos

Presentación de productos del campo y guisados de más de 45 comunidades de la región de Cuetzalan y conferencias de expertos fueron parte del II Encuentro y Foro de la Soberanía Alimentaria, que la organización Tosepan Titataniske celebró en sus instalaciones de aquella serrana ciudad ayer domingo14 de diciembre. El programa incluyó también el estreno de un documental sobre la cooperativa, elaborado por Jesús Ramírez Cuevas, con una duración de dos horas.

Las actividades abrieron en la cancha de la sede central de esta organización indígena, con la instalación de frutos del campo serrano y platillos elaborados por ellos. Luego, en el auditorio, dio inicio la ceremonia oficial bajo la conducción de María Luisa Albores, las palabras inaugurales del presidente de dicha cooperativa, Efraín Martínez, y la entonación del Himno Nacional Mexicano en maseualkopa, que es la forma propia del náhuatl en la región, a cargo de alumnos de la escuela de la cooperativa.

En la conferencia central del acto intervinieron los expertos en temas rurales Adelita San Vicente y Víctor Suárez, y después hubo la participación de asistentes a esta reunión celebrada en el auditorio del Kaltaiixpetaniloyan. Adelita San Vicente Tello, representante de la Fundación Semillas de Vida, con sede en la Ciudad de México, explicó que el maíz es un regalo de Mesoamérica al mundo, y que nuestro país ha aportado uno de cada siete productos de la alimentación mundial. El maíz, agregó, es quizá el producto alimenticia más adaptable a las condiciones de cualquier lugar, se cultiva en la mayor parte de los países del mundo y hoy día es el cereal de mayor producción en el planeta. La experta recordó que se puede sembrar a nivel del mar o a 3 mil metros de altura, porque es un producto que el hombre mesoamericano ha cultivado por más de 8 mil años para beneficio de la humanidad, no de unos cuantos.

Pero hay gente, grandes compañía trasnacionales –señaló–, que quieren hacer del maíz un producto para su exclusivo enriquecimiento, por eso han inventado un método para transformar sus semillas en un producto transgénico para que únicamente ellos puedan producirla y luego vendérsela a los campesinos. El tema de los transgénicos es impulsado principalmente por las grandes empresas trasnacionales, como Monsanto, Dupon y Bayer, para que mediante la agricultura mundial se introduzcan semillas modificadas, mezclando, por así decirlo, organismos genéticamente diferentes; es decir, que dentro de una semilla de maíz se inserte información genética de otras especies ya sea de tipo animal, vegetal, bacteria, hongo. Semillas manipuladas que expulsarían a nuestras semillas naturales, controladas por empresas privadas y ya no por los campesinos.

San Vicente, quien es la representante de una demanda colectiva que ha detenido por año y medio en los tribunales mexicanos la introducción de especies de maíz transgénico en nuestro país, explicó que un juez decidió prohibir la siembra de maíz transgénicos mientras dure el juicio.

“Lo que sigue –agregó– es continuar preservando nuestras semillas como un tesoro mundial, por que se trata de semillas de vida como producto de un conocimiento milenario producido, y reproducido por las culturas campesinas e indígenas”.

Enseguida, Víctor Suárez Carrera, de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, sostuvo en un vehemente discurso que durante 30 años se ha intentado desaparecer a los campesinos, pero lejos de haber ocurrido ésto han aumentado en su número y se produce más maíz y otros frutos de campo que hace 30 años. “Esto refleja la resistencia campesina por no vender sus tierra, aún cuando la política nacional del campo por más de 30 años ha sido oscura y de aniquilamiento”.

Después de la Revolución Mexicana se vivió una “primavera campesina”, hasta que en 1982 llegaron al poder los que quieren desaparecer a los indígenas y los campesinos, tachándolos de inútiles e inservibles, y entonces empezó una etapa de oscuridad para el campo mexicano. La actitud hacia la gente del campo se refleja en lo que pasó con los normalista de Ayotzinapa, un desprecio total a la vida de parte de los gobernantes.

“Hoy se está dando la lucha más importante entre la oscuridad y la luz, porque inicia una defensa por la vida, ustedes sembrando maíz y sus propios alimentos defienden su territorio, su soberanía. Por su propia libertad, detener la oscuridad y abrir la luz para la gente”, señaló Suárez con la atención de unos 300 asistentes al auditorio. Para rematar su intervención, el ponente enumeró cinco retos que hoy tiene el campesino: Producir más maíz y de mejor manera; darle mayor valor a los productos campesinos, no regalar el trabajo; defender el territorio y los recursos naturales; luchar por una buena vida y romper con la política de limosnas que da el gobierno, porque rompe con la cohesión de las comunidades. “El campesino no necesita que le den de comer, él es quien da de comer a los demás, necesita ser respetado y no ser ofendido con limosnas como las que se dan ahora, enfatizó; y quinto reto, fortalecer la organización, la acción colectiva y obtener los derechos que le corresponden a los campesinos e indígenas de nuestro país.

En las intervenciones posteriores a las de los ponentes, Aurelio Fernández, como integrante de la institución que acompañó a los cuetzaltecos en la elaboración del Ordenamiento Territorial Integral, el Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales de la Universidad Autónoma de Puebla, expuso que en nuestro país una de las mayores ofensas es decirle indio a una persona, pero que hoy quedaba claro que la única manera de mirar hacia adelante es recuperar la concepción de los indígenas en el sentido de que el hombre pertenece a la naturaleza y no la idea impuesta por los conquistadores españoles que habla de que la naturaleza pertenece a los hombre para que los individuos se enriquezcan con ella a toda costa. “La cultura indígena no es el pasado, es el futuro de la humanidad”, señaló, y agregó que por ello se deben defender las concepciones originarias y, especialmente, las lenguas indígenas, que son las que han dado continuidad a esa cultura.

Romualdo Zamora, de la propia cooperativa, se dirigió a los asistentes en su lengua natal exclusivamente. Dijo que era importante que los miembros de esta organización valoraran la forma en que las personas que habían hecho uso de la palabra, todos “coyomes” (no indígenas), quienes habían hecho un recuento de la importancia de esta cultura y este esfuerzo organizativo de la Tosepan, por lo que todos debían sentirse orgullosos.

Leonardo Durán, integrante de una de las cooperativas de la organización convocante, habló de las amenazas que tienen organizaciones como la cooperativa por oponerse a las políticas dominantes, y llamó a reforzar la organización y la unidad.

 

La oferta de productos

En el patio del Kaltaixpetaniloyan estaba un rectángulo de mesas cubiertas por hojas de plátano, que dieron cabida a centenares de platillos y frutos de los huertos de los campesinos lugareños. Más de 45 comunidades de varios municipios de la sierra nororiental estuvieron representados con sus guisos y los ingredientes que los componen. Atoles, tamales exquisitos, tacos de ayocotes con pollo, frijoles con xocoyolin, chilposo; tequelites, pápalo, quelite de hoja chiquita y deliciosa, calabazas, guías de chayotes, camotes, chiltepines, chilitos de bola o chiles parados o mirasoles, y todo el repertorio del kuojtakiloyan estaba en esas mesas. Las personas, al terminar la conferencia y antes del estreno de la película de Sánchez Armas se arremolinaban delante de los grupos de mujeres y uno que otro hombre que despachaba el contenido de las cazuelas. Los que calentaban las tortillas tenían más éxito. Había también curadito de melón, algún preparado con güin de caña y café.

Lo más novedoso fue el puesto de los alumnos de la secundaria de la cooperativa. Bien vestiditos con sus trajes típicos y comandados por su maestra Chelo Valle Espinosa; hacían taquitos de cochinita con la salsa de axiote que ellos mismos hicieron a partir del fruto de ese nombre que se da en la región, pero que poco se utilizaba.

Parecía una gran fiesta de pueblo, pero tenía un propósito no solo que la gente se divirtiera, sino que valorara la riqueza de productos y de guisos de la región, a través del intercambio y la amistad. La soberanía alimentaria, dijeron, también es comida y fiesta.

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