Atlixco. Rescatar su historia y auto diagnosticarse en rubros como medio ambiente, avance social, desigualdad y proyectos de desarrollo, son algunas metas del encuentro de pueblos de la mixteca y del valle de Atlixco programado entre el 15 y 17 de agosto próximo en Tepeojuma.
Y este fin de semana, acompañados de Tecuanes, artesanías, pan de dulce y juguetes de madera, los organizadores ofrecieron una rueda de prensa para anunciar este acto a donde asistieron, por primera vez en 15 años, bailadores de los municipios de Izúcar de Matamoros y de Chietla que representan, por separado, danzan a punto de morir.
Antonino Soriano, uno de los convocantes, adelantó que entre los invitados destacan lugares como Huaquechula, Cuatlancingo, Nealtican, Xayacatlán de Bravo, Cuetzalan como invitados, Acatlán de Osorio y Tehuitzingo entre otros.
Y para dar marco a esa fiesta, se colocó en la plaza principal de Tepeojuma, municipio sede, el llamado “palo sagrado” que será ocupado por los voladores de Cuetzalan en el Segundo Encuentro Cultura de Regiones.
El presidente municipal Gustavo Sánchez Martinón explicó que todo el proceso significó “una experiencia muy enriquecedora que nos llevamos todos los involucrados. Desde el primer ascenso a las faldas de don Goyo para conocer la ruta y seleccionar el árbol hasta transportarlo a Tepeojuma”.
Destacó que fue un esfuerzo que vale la pena por traer a nuestra gente y a todos los invitados estas hermosas tradiciones en el marco de los festejos del Segundo Encuentro Cultural de Regiones. Y dando como resultado ver por fin, el palo en el lugar donde se llevara a cabo el vuelo”.
Dijo que el tronco se colocó, en la plaza principal de Tepeojuma, en un hoyo de aproximadamente tres metros de profundidad en el que se introdujo un guajolote que bañan en aguardiente y ofrecen en sacrificio a los dioses. “A lo largo del palo sagrado se instala una escalinata de trozos de madera para ascender hasta la punta y comenzar el vuelo”.
Recordó que los voladores de Cuetzalan enfundados en sus trajes de terciopelo rojo y con camisas blancas, en representación de la pureza, con pequeños gorros sobre la cabeza, que simulan penachos en forma de luna, son los designados de escoger el árbol de más de seis metros de altura.