Viernes, abril 26, 2024

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Lo que parecía una metida de pata a fondo del presidente del Veracruz Fidel Kuri cuando confirmó, a propósito de la acusación y renuncia de Memo Vázquez, la existencia de contratos dobles en el futbol profesional, ha desembocado en abierta aceptación de semejante amaño por parte de Yon de Luisa, el hombre que Televisa puso al frente de la Femexfut para suceder a Decio de María, otro de sus empleados. Por lo visto, al tal Yon la indignada reacción de tirios y troyanos ante la desembozada develación de Kuri no le hizo ni cosquillas, y muy ufano acaba de respaldar, en rueda de prensa verificada el viernes 21, dicha inconstitucional práctica, violatoria al parejo del derecho laboral y del fiscal.

Al menos, el televiso que actualmente manda sobre nuestro manoseado balompié tuvo la virtud de la franqueza, al poner en claro que los dirigentes de dicho deporte se mueven con singular desenfado al margen de la ley. Veremos si el gobierno federal entrante toma debida nota y obra en consecuencia.

¡Vaya, ganó Lobos! Vaya, ganó Lobos! Sucedió el sábado, en un chapoteadero llamado Nou Camp. El escaso y estoico público leonés asistió empapado, aterido e impávido al estreno de Nacho Ambriz al frente del elenco local, más desorientado que nunca. Para arrancar el segundo tiempo hubo que esperar hora y media mientras el cielo se desgajaba a torrentes. Y durante todo el partido, la cosa pintaba para un irremediable cero–cero, tan nulo el verde como el colorado. Hasta que, allá por el minuto 87, Rodolfo Cota dejó escurrir el empapado balón a metro y medio de su arco, se enredaron en la disputa del mismo el propio arquero, uno de sus defensas y el licántropo Leo Ramos y fue éste el que, caído como estaba, se avivó y punteó la bola hacia la red, decretando la inesperada victoria universitaria, tercera de Lobos BUAP en Primera División y primera durante el actual Apertura 2018.

A ese lance, entre chusco y afortunado, se redujo cuanto pueda decirse del waterpolesco choque.

Más que arbitrariedades. A nadie escapa que el plantel del América es infinitamente superior al del Puebla, ni tampoco que el equipo de la franja exhibió el viernes, en el Cuauhtémoc, sus abundantes carencias, a despecho de su entusiasta desempeño, del buen partido de Vikonis y de la racha victoriosa (dos al hilo) que presumía al saltar al campo. Donde, por cierto, el América jugó de local, visto el multitudinario apoyo que le dispensaron las tribunas, bastante concurridas pero de ninguna manera llenas, como era costumbre en cada visita de las Águilas. En tales circunstancias, ¿qué necesidad había de que el arbitraje volviera a torcer las cosas en favor de los capitalinos? Porque ese penal del minuto nueve –Santamaría despojando del balón a Cecilio– solamente lo vio Luis Enrique Santander. La temprana desventaja, sellada por el propio “agraviado”, condicionaría el devenir del movido encuentro. Porque si Cavallini empató trabajosamente a los 43’, antes del descanso la defensa poblana volvió a flaquear, y un balón suelto en el área lo aprovechó Peralta para devolver la ventaja a su equipo.

El Puebla hizo un esfuerzo y pareció que rescataría al menos un punto, una vez más a través de un defensa –Arreola– y, como en Querétaro, en remate de un córner (59’). Lo que siguió fue un forcejeo permanente sobre un fondo de pobreza futbolística, fruto de lo cual llegaría la expulsión de Edson Álvarez –que sigue perdido desde el mundial–; ya en desventaja numérica, otro descuido de la zaga poblana posibilitaría el tanto de Bruno Valdez que dio el triunfo al América. Valdez había protagonizado en el entrenamiento del miércoles una ruda entrada sobre Diego Láinez, muy criticada en las redes sociales.

¿Y el VAR? Tras la nueva pifia de Santander en favor de las Águilas –nunca en contra– , esta pregunta cobra urgencia. Yon de Luisa, durante la misma rueda donde diera su aval al fraude de los contratos dobles, respondió a una pregunta alusiva pretextando que “ya casi” cumple México con los requisitos de la FIFA, y que el VAR “posiblemente” se implantaría a partir de la fecha 17 (¿?), liguilla incluida. Eso ya lo habían prometido los gavilleros pactantes desde el torneo anterior con los resultados conocidos, pero en fin, un embuste más en nada altera la marcha del universo.

Lo que realmente pesa y afecta al futbol es la incompetencia flagrante del arbitraje mexicano. No hay semana en que no florezcan toda clase de pifias y meteduras de pata, casi siempre en perjuicio de los equipos chicos, aunque la publicrónica magnifique las que los grandes alegan en su favor. Y eso no se resuelve simplemente con el VAR, cuando quiera  que llegue. Sobre todo en su pacata versión actual, obsesivamente centrada, igual que hace siglo y medio, en la sacrosanta autoridad del juez principal. Y sin que se conceda a los equipos el elemental derecho a solicitar la mínima revisión a las decisiones arbitrales, por arbitrarias que éstas resulten. Un VAR light que solamente sirve a medias, como pudo comprobarse también en el ámbito internacional.

De Cristiano a la Bombonera. Por raro que parezca, la Liga de Europa de Campeones se resiste a recurrir al VAR. Y el estreno de la ronda de grupos nos dejó, entre diversos yerros provenientes del silbato, la expulsión de Cristiano Ronaldo durante el Valencia–Juventus jugado en Mestalla (0–2). Al alemán que hacía de principal le pareció agresivo que el portugués, como al descuido, le pasara la mano por el cráneo a un delantero valencianista que acababa de simular una falta en el área turinesa. Y a solicitud de su juez de línea expulsó al cotizado divo. Una exageración. Pero una exageración que trajo cola: a que esa roja nunca habría salido –alegan sus impugnadores– si CR7 siguiera vistiendo el intocable uniforme blanco del Real Madrid. Argumento por demás atendible, que pone de nuevo el dedo en la llaga del proteccionismo universal hacia el famoso club merengue. Más favorecido incluso que el omnipotente multicampeón italiano.

Mientras eso sucedía en Europa, en la Libertadores de América Boca Jrs. y Cruzeiro se medían en Buenos Aires por una ida de cuartos de final. Vencía 1–0 el once local cuando, en una arremetida brasileña contra el arco boquense, el portero Andrada, al despejar de puño, sufrió un golpe en plena cara con la cabeza de Vevé, que buscaba rematar. Acción dura pero ausente de dolo, que terminó con Andrada conmocionado y sangrante sobre el césped. Los del VAR  –que allí si opera– llamaron al árbitro a revisar el video. Dicho y hecho, y como resultado, el paraguayo Eber Aquino expulsó al brasileño. Así, sin más. Faltaban aún 15 minutos de juego, el Boca marcó un segundo gol y dejó la eliminatoria encarrilada. El peso de la Bombonera, como el del Real Madrid, es incuestionable.

Con VAR o sin VAR, así es como se cuece, adereza y sirve la justicia en el mundo del futbol.

Siempre Messi. En el primer día de la Liga de Campeones le tocó al PSV la mala suerte de visitar al Barça: 4–0, fraguado a fuego lento durante 75 minutos, y eruptivo en un ciclónico cierre coronado con tres anotaciones. Por encima de todo, la grandeza del “10” azulgrana. Dicen que no es el mismo de antes, que ahora se retrasa más y ha abandonado la banda derecha. Es verdad. Pero también lo es que, desde ahí, mueve al equipo como el director de orquesta más eximio. Porque Lio Messi lee los partidos como nadie (y en este nadie incluyo a todos los dioses legendarios que el lector pueda ahora mismo imaginar). Su panorama del juego, su privilegiado dominio de tiempos y movimientos genera espacios libres advertidos solamente por su genialidad. Y cuando apareció en el área fue letal: ¡qué dos goles maravillosos hizo, ambos rematando de primera, suave y al rincón!

Por cierto, no me disgustó en absoluto el partido del Chuky Lozano. Abandonado a su suerte como único abanderado de la timorata causa holandesa en territorio enemigo, encaró siempre, ganó varias veces y sacó la versión gorila de Umnití, cuya expulsión derivó de una falta por pura impotencia sobre el pequeño pero elusivo expachuqueño.

Tricolores “europeos”. En la propia CHL el Porto visitaba los alemanes del Schalke 04. Y sacó un buen empate con penal de última hora convertido por Otávio. Héctor Herrera capitaneó a los Dragones y Tecatito entró a los 70’ sólo para hacerse amonestar.

En el otro torneo –Liga de la UEFA– el Standard de Lieja pasó la pena negra en el Sánchez Pizjuán y Memo Ochoa tuvo que sacar cinco balones de su red (Sevilla 5–1), en tanto Guardado, que jugó con su Betis en Atenas, mantenía el 0–0 en campo del Olympiacos. No jugó Layún con el Villarreal y el once levantino, en casa, se dejó alcanzar 2–2 por los escoceses del Glasgow Rangers.

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