cocernos en nuestros jugos
indagarnos las entrañas
con el anzuelo de la lengua
renombrar las estrellas
en la bóveda de nuestras pieles
diluirnos sin perder
nuestra agua y nuestro aceite
lograr la acentuación exacta
cuando digo vulva
cuando dices glande
reorientar nuestro estrabismo con un beso
encendernos con la hoguera prójima
en nuestras luchas
sostener este ritual hasta en los sueños
sobrevivir con un atado de abrazos
en las mochilas
sentir el pálpito de las sangres
estremeciéndonos los pechos
llamarnos con gemidos
pronunciarnos
reconocer la sinrazón del sexo
y por esa razón sesgarnos
torcernos arquearnos
forjar una lealtad
liberadora en las distancias en las mentes y en los cuerpos
el libre desarrollo de cada cual (como) condición del libre
desarrollo de ambos
y si erráramos al pasar de la fricción de nuestros cuerpos
a la de las almas
y nos decidiéramos por ahuecar el ala
digamos la palabra que condense en la memoria aquél deseo
amancebarnos.
*Poema que encabeza el libro El rojo de la lengua, BUAP, Puebla, México. 2014.