Viernes, abril 26, 2024

Sería un error demoler la Normal del Estado, es un edificio porfiriano: Vélez

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Antes que el negocio y pensar en demoler los inmuebles del Centro Histórico que fueron dañados por el sismo de 7.1 grados, las autoridades gubernamentales deben apostar por una política de desarrollo y sustentabilidad del patrimonio de largo alcance, consideró el arquitecto y urbanista Francisco Vélez Pliego.

Respecto a la posibilidad de demoler edificios dañados por el terremoto del pasado 19 de septiembre, el director del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego de la UAP expuso que los gobiernos –estatal y municipal– deben hacerse una pregunta: el cómo actúan en favor del patrimonio.

El también sociólogo señaló que en su opinión ninguna de las estructuras históricas –como la Iglesia de la Compañía o el edificio Carolino– que él mismo ha revisado presentan daños en dimensiones tan grandes que sean susceptibles a su demolición.

Durante una entrevista, expuso que esta condición se opone al estado de las edificaciones modernas también ubicadas en el Centro Histórico en donde los daños a su estructura son unitarios, y sí requieren otro tipo de revisiones y medidas. “En las construcciones históricas no es así. Sus soportes tienen la bondad de ser recuperados”, enfatizó Vélez .

Mencionó que aunque los edificios tengan pérdidas parciales, solo las personas que no tienen idea de cómo funciona una estructura histórica pueden pensar en su demolición.

“Son dos cosas: o muestran su ignorancia o detrás de esa idea existe una especulación inmobiliaria”, acotó.

Incluso, sobre el anuncio de la secretaria de Cultura federal, Cristina García Cepeda, de que existe una bolsa de 2 mil millones de pesos para la recuperación y restauración de los inmuebles considerados patrimonio histórico, artístico y cultural del país, incluidos los 250 reportados en Puebla, Francisco Vélez consideró que entonces se debe intervenir y recuperar el patrimonio.

Comparó que si el terremoto de 7 grados que ocurrió el 15 de junio de 1999 dañó significativas edificaciones de la ciudad y éstas pudieron ser recuperadas de “manera exitosa”, se debe trabajar en esa sintonía.

Puso como ejemplo el templo de San Agustín o el propio edificio Carolino de la UAP, los cuales en 1999 tuvieron severos daños y ahora reportaron daños menores. “En el Carolino hubo algunos pequeños desprendimientos de algún aplanado pero no más. Sí hay ejemplos dignos de recuperación que se comportaron muy bien tras el reciente sismo”.

El autor del libro Planeación, crecimiento urbano y cambio social en el centro histórico de la ciudad de Puebla señaló que pensar en la demolición de edificios como la Escuela Normal del Estado –ubicada sobre la 11 Sur entre la 13 y 11 Poniente– sería desechar una arquitectura escolar porfiriana de inicios del siglo XX que está protegida.

“Es un despropósito y demuestra toda la ligereza en la toma de decisiones. Sí hay recursos entonces que éstos se canalicen de manera adecuada”, sostuvo el académico universitario.

De manera particular, el arquitecto Francisco Vélez Pliego expuso que habrá que estar atentos al comportamiento de las empresas constructoras frente a los recursos: de aquellas que tengan ética y desistan a participar, contra aquellas que sepan que habrá fondos y se apunten a demoler y reconstruir.

El especialista completó que el momento exige dos cosas: el defender el patrimonio y el generar un espacio de reflexión y transparencia en el que se dé a conocer la situación real de los inmuebles no sólo de la ciudad de Puebla sino de la región aledaña a los volcanes –Popocatépetl e Iztaccíhuatl–, así como de la Mixteca, las zonas más dañadas por el seísmo.

Como ejemplo recordó las pérdidas arquitectónicas del ex convento de Huaquechula o lo registrado en el templo de San Francisco Xochiteopan, en Atzizihuacan, donde cayó el techo de esta edificación.

No obstante, mencionó que estas estructuras son recuperables y deben serlo dado su importancia: el ser elementos de la identidad de las poblaciones. “Antes que nada se deberían enterar de lo que se habla: de una identidad que permite a las poblaciones luchar por la sobrevivencia”.

El académico e investigador concluyó que las necesidades espirituales, aunque no se empate con ellas, deben ser salvaguardadas.

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