El vocal ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE) en Puebla, Marcos Rodríguez del Castillo, consideró “vergonzoso” que el Congreso estatal no haya tipificado la violencia política de género, porque esa falta provoca que los ataques cometidos contra la mujer queden sin castigo.
La violencia de género es uno de los perores lastres que azotan a la entidad y tuvo un auge mayúsculo durante el sexenio pasado, cuando gobernó Rafael Moreno Valle Rosas, cuya administración trató deliberadamente de ocultar los abusos y ataques contra mujeres, para no empañar con cifras reales la narrativa falsa que promovió sobre el estado, en aras de obtener la candidatura a la presidencia de la República.
Pero los agravios contra las feminas no suceden úniamente en el ámbito familiar, de pareja o público –con su expresión más grave, los feminicidios- sino que ocurren también en el campo de la política, donde campean prácticas machistas, misóginas y heteronormativas propias del siglo XVI.
En efecto, la participación de la mujer en la lucha por el poder o en las instituciones de servicio público sigue siendo marginal, pero además, se hace un escrutinio moralista inaceptable y que ni de lejos se aplica a sus pares varones.
Los ataques contra mujeres que se apuestan por cargos públicos rayan casi siempre en sus hábitos sexuales, sin que haya autoridad facultada para evitar ese tipo de linchamientos deleznables.
El Congreso local, por lo pronto, es insesnible ante ese tipo de conductas reprobables y, con su omisión, alienta a que sigan perpetrándose.