Se soltaron los demonios. De pronto la población recibe información sobre secuestros, levantones y comandos armados. La ciudadanía cae presa de la angustia y vacía las calles. Se cumple el principio de que el miedo deja la ciudad en manos de la delincuencia organizada.
La realidad presenta dos caras. Una que confirma la tesis de que el secuestro se ha incrementado y en lo que va del año se registran alrededor de ocho. La otra, es el papel que el rumor y el chisme político juegan en el imaginario de la violencia.
En varios puntos de la entidad se realizan movilizaciones y acciones violentas en contra de la policía, la autoridad y supuestos delincuentes. Se soltaron los demonios y la población aplica la ley del talión: ojo por ojo diente por diente. Sin darse cuenta que al final todos pueden quedar ciegos.
Las revueltas se registran en municipios que son gobernados por el PRD y el PAN. La autoridad más cercana a la ciudadanía muestra su incapacidad para brindar protección y seguridad. La falla es de todos los niveles de gobierno y no solo del estatal.
La pregunta surge de inmediato. ¿Por qué en el lapso en que un gobierno termina y otro comienza se produce una especie de ruptura? Las evaluaciones externas que otorgaron el calificativo de entidad segura, ¿fueron falsas?
Se soltaron los demonios con rumores
Una primera hipótesis es que la desconfianza de la población no le permite creer en ningún tipo de dato institucional. Una segunda es que la inconformidad es de tal magnitud que se opta por hacer justicia por propia mano.
Una tercera es la que sostiene el especialista Buscaglia: La delincuencia organizada más organizada en México es la política. Puede que algunos derrotados en las urnas estén calando al gobernador electo.
La tesis de que la delincuencia organizada busca pactar con el gobierno electo puede resultar cierta. Pero no la de los malhechores sino la de la clase política que por la vía del rumor y el chisme busca interlocución. Como resultado se soltaron los demonios.