Viernes, abril 26, 2024

El voto inútil

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Si los políticos se burlan de nosotros, es hora de burlarnos de los políticos.

Candigato Morris

 

Lo mejor de las elecciones del próximo domingo es que con ellas termina, ¡uf! finalmente, la campaña electoral y, con ella, la estúpida andanada de anuncios de prensa, radio, televisión e internet con que nos atiborran los partidos cada tres años. Nos libraremos, además, de la obligada visión de los millones de horrendos carteles y “espectaculares” callejeros con las caritas sonrientes, no menos horrendas, de cientos de fulanos y fulanas que amenazan con construir un luminoso futuro, para sus familias y sus cuates, claro.

Campañas que se financian, por una parte, con cuantiosos recursos públicos y, por otra, con recursos aún mayores de origen dudoso y desconocido. Estos misteriosos capitales ponen de manifiesto el fracaso de la legislación electoral que pretendía establecer la equidad en las contiendas, limitando el financiamiento privado de las campañas.

Al convertir la política y la administración pública en pingües negocios, se fue al averno el ideal democrático que, durante tantas décadas, nos vendieron como el mejor modelo político posible. La democracia es un asunto de dinero y los políticos son mercachifles de contratos y prebendas, con hartos ceros de por medio, sin duda.

Los gastos de campaña son en realidad inversiones y apuestas de las que se esperan obtener grandes dividendos. Así lo confirman las permanentes acusaciones de unos a otros respecto a la violación de los topes de campaña. En Baja California, por ejemplo, el PRI (que algo sabe de esas cosas) acusó al gobernador, José Guadalupe Osuna, del PAN, de encabezar la operación “Baja Azul”, a través de la cual se desviaron al menos mil 350 millones de pesos, a favor de los candidatos de su partido. Afirma que solo del Programa de Empleo Temporal, el gobierno utilizo 36 millones de pesos para el pago de brigadistas y coordinadores de brigadas.

Y ese modelito se repite en todas las elecciones locales y federales. Cada vez se hace más evidente y se exhiben pruebas más contundentes; los escándalos son mayores pero no hay nada ni nadie, según consta en actas, que ponga freno a tales abusos, al contrario, parece que les dan cuerda.

Por eso la violencia física fortalece su presencia en las campañas. Los atentados y asesinatos en contra de los candidatos se van incorporando al espectáculo electoral, tan impunemente como el dinero sospechoso. Esa es la realidad que imbuye a los próceres de la democracia nuestra de cada día.

Si los ciudadanos solo fueran espectadores del deprimente numerito, el problema no sería tan grave, pero resulta que, al final, son quienes pagan la parranda y la cruda de los alegres compadres. En sus bolsillos, en su vida cotidiana y la de sus familias, sobre todo de los más jodidos, es donde recalan los despropósitos y fechorías de las castas divinas. Per secula seculorum.

Así que la jodedera continuará después de las elecciones del próximo domingo, gane quien gane. Todos los candidatos de todos los partidos ofrecen lo mismo; agua, pavimento, seguridad, educación, sueldos, empleo, et al. Paparruchas, por un voto están dispuestos a prometer cualquier cosa a sabiendas de que no van a cumplir.

Y como lo único que les interesa son los votos, se cuidan de hablar, por ejemplo, del Estado laico; de los salarios mínimos y los topes salariales, de la inversión privada en Pemex, de las desapariciones y torturas, de la contaminación industrial, la explotación y el trabajo infantil, la trata de personas, el lavado de dinero, los giros negros, la equidad de género, los matrimonios y derechos de los homosexuales, la violencia doméstica o la legalización de las drogas. Es decir no hablan ni se comprometen realmente con nada. Nadie es de izquierda ni de derecha, todos son “mexicanos deseosos de servir a su país”. Ajá.

Frente a esa miseria de políticos y ausencia de política ¿Qué caso tiene votar? ninguno. El voto es inútil por definición, al menos para los intereses reales de los ciudadanos de a pie. Tan ojete la funda como el machete, dicen en mi pueblo.

Por fortuna no todos son tan pesimistas y poco imaginativos como yo. Mientras a mí se me ocurrieron cosas tan desabridas como una “cruzada nacional abstencionista” o un “movimiento de los enchilados”, en Jalapa apareció un candidato independiente, sin registro por supuesto, que se hace llamar Candigato Morris, entre cuyas proclamas dice cosas como: Si estás cansado de votar por tantas ratas, vota por un gato. Que complementa con infinidad de variables como, Ante la gran cantidad de ratas que asechan, solo un gato podrá poner orden… y muchas otras frases e imágenes que sus ingeniosos seguidores han ido aportando.

Seguidores que ya suman, hasta este momento y contando, 147 mil 280 en su página de Facebook (elcandigatomorris). Ya los quisieran, por ejemplo, los candidatos “fuertes” de Puebla, que se han botado cualquier cantidad de millones de euros en su campaña: Tony Gali Fayad que suma en la misma red 75 mil 740 gustosos o Enrique Agüera Ibáñez con 72 mil 694 (y ya sabemos que esas cifras son infladas por sus empleados).

Si no tienes un candidato de la talla alternativa del Candigato Morris por quien votar, mejor ni vayas, tu voto será inútil. Como dijo un símil del susodicho (el Burro Chon de Ciudad Juárez): “Más vale un burro presidente que un presidente burro”.

Cheiser: Mientras los esforzados y ambiciosos candidatos se despellejan por lograr el “voto popular”, los que ya llegaron al paraiso están confrontados por cosas más importantes, a saber: el menú del día. Así es, los legisladores de San Lázaro no se ponen de acuerdo en aceptar una propuesta del PAN para concesionar su comedor a la empresa Kaah Siis, que ofrece en su carta venado, langosta, y cordero, entre otros platillos. ¡Ahí madre!

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