Viernes, abril 26, 2024

Quinto Informe de Gobierno: la pretendida magia de un discurso enajenante.

Como si fuera un político de la vieja escuela, el gobernador Mena ha tenido que mantener la sonrisa y el discurso enajenante ante las grandes derrotas formales que sufrió en estos años: la del 2018 cuando, al parecer, ni las personas contratadas como promotoras votaron por su partido; la de septiembre del año pasado, en el acto de firma del convenio con la Semarnat y otras dependencias federales y el gobierno de Puebla, cuando tuvo que aguantar la sorna del gobernador de ese estado y admitir de manera sumisa que todo lo gastado y las obras realizadas para el saneamiento del Atoyac y del Zahuapan no sirvieron para nada, que fueron pura simulación o actos de corrupción; y la última, este año, en el que se ve forzado a entregar el gobierno del estado a la gobernadora electa bajo otra representación partidaria. Pareciera que Mena se rige todavía, como los viejos, bajo el dicho de que “la ropa sucia se lava en casa”.

Pero el intento de hacer magia con el discurso está en otro lado, y seguro es parte de la misma escuela, eso sí. En esa misma intención enajenante, Mena es capaz de repetir en su quinto informe, sin mayor empacho, lo mismo que dijo hace ya dos años como si fuera algo actual, y hasta nuevo, y como si lo informado ahora anunciara, de veras, algún bien para la población del estado y borrara su inacción o sus errores ante dos de los problemas más graves de Tlaxcala.

Uno de ellos, la trata de mujeres y niñas para la explotación sexual, que desapareció de su discurso desde hace muchos meses y que, más que reducirse o al menos limitarse, continúa llevándose a cabo sin atención real por parte del gobierno del estado;  y el otro, los daños a la salud y a la vida comunitaria por los efectos de la contaminación de los ríos, el suelo y el aire en la Cuenca Atoyac—Zahuapan, situación que no sólo desapareció del discurso, sino que este gobierno saliente se esforzó en hacer el problema cada vez más grave para la población.

De discursos en 2017, en los que el saneamiento era prioridad para su gobierno y para lo que, como obra prioritaria, se anunciaban inversiones de más de cien millones de pesos, se pasó al anuncio de la continuación de obras ya definidas desde antes por la Conagua (de esas que tuvo que admitir que no sirvieron), y luego terminó omitiendo deliberadamente el tema hasta la fecha.

Así, con el desenfado propio de su escuela, Mena repite por tercera vez que uno de cada diez empleos formales fue creado durante este gobierno, y que hoy hay más empleo que al inicio del periodo e incluso que al inicio de la pandemia. Lo que no dice, claro, es que esos empleos están siendo asumidos por las mismas personas, es decir, que la tasa crítica laboral, de acuerdo al Inegi, es del 56.3 por ciento, por lo que una misma persona necesita dos o tres empleos para poder comer y satisfacer otras necesidades básicas.

Repite también que en sus años de gobierno se logró una inversión para el crecimiento industrial de más de 1mil 600 millones de pesos, con la instalación de 94 nuevas empresas y la ampliación de 21. Lo que no dice es que las ganancias de esas inversiones no se quedan en Tlaxcala; tampoco dice que esas empresas fueron atraídas al estado con las mínimas condiciones legales ambientales y laborales, con tal de que se instalaran en el territorio, mismo que, al parecer en algunos casos, el gobierno compró o expropió a sus dueños para dárselo a las empresas.

Tampoco dice que en su periodo la devastación socioambiental se agravó, y que, también de acuerdo a la información del Inegi, Tlaxcala se afianza como una zona de sacrificio en favor sólo del crecimiento económico, en donde el padecimiento y muerte por cáncer e insuficiencia renal ha llegado ya hasta el grado de afectar a una persona cada dos horas y media en el territorio de la Cuenca.

Así, pues, el gobernador Mena termina el video promocional de su quinto informe diciendo: “No negamos los problemas…” Pero lo que no dice es que, a pesar de los esfuerzos de la sociedad de Tlaxcala por mostrarle la gravedad de esos problemas, y hasta ofrecerle formas eficaces y viables de solución, en estos cuatro años y ocho meses su gobierno no hizo nada por solucionarlos y sí por agravarlos.

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