Segunda carta abierta para el maestro Eduardo Rivera, señor presidente municipal de Puebla

Disculpe que lo siga molestando con mis impertinencias, pero toda vez que no hubo respuesta alguna a mi carta anterior, ni por escrito ni por resultados, me estoy atreviendo a distraer nuevamente su amable atención.

Resulta, lo confieso, que soy demasiado ingenuo, a pesar de mi edad y de los numerosos descalabros sufridos a lo largo de mi vida.

Como consecuencia de ello, y a semejanza de un número cada día menos numeroso de mexicanos, cada tres o cada seis años se renueva mi esperanza y creo, unos dicen que por ser  ingenuo y otros quesque por muy pen...tonto, que esta vez sí, que ahora sí, el candidato en turno nos va salir bueno. Aunque sea por esta vez. Y hace poco más de un año y medio (en que usted completará la primera mitad de su mandato) pensé que alguien joven, con carrera política y “aparentemente” sin compromisos previamente contraídos con los grupos poderosos de costumbre, intentaría poner en práctica una nueva y refrescante práctica política al frente del ayuntamiento de una de las cinco capitales más grandes del país.

Convencido de esto (por p... e ingenuo, lo sé) me abstuve de opinar, juzgar, criticar, su gobierno en estos casi 10 y ocho meses. Es necesario permitirle actuar, me decía. No se deben expresar juicios a priori, prematuros, sin la evidencia suficiente para que estén debidamente sustentados. Y así lo hice, aunque algunos de sus actos, o los de sus funcionarios, me parecieran aventurados, caprichosos, o poco apegados a Derecho.

He observado como el recién remodelado Paseo Bravo ha sido convertido frecuentemente en tianguis o en feria de pueblo. O como se ha abandonado a su suerte la avenida Juárez, también recién remodelada en su tramo entre la 13 y 15 Sur. Pensé que era temporal. No fue así.

He visto también como el Jardín de Santiago, remodelado hace poco con la participación de su alma mater, la UPAEP, ahora está cruzado por cables eléctricos, en todos los sentidos, a pesar de que éste debía permanecer subterráneo. Y esos cables los ha colocado el mismo ayuntamiento que usted preside.

Pensé, ingenuamente, que mientras la UPAEP construye cientos de espacios para estacionamiento para sus alumnos y su personal, usted continuaría esa política y recuperaría los espacios verdes de la avenida Juárez, que han sido abandonados en su mantenimiento por casi todas las administraciones municipales y convertidos en estacionamiento particular por los propietarios o inquilinos de los inmuebles situados a lo largo de sus 2 kilómetros de extensión.

El apartado de lugares y los franeleros continúan por toda la ciudad a pesar de las frecuentes advertencias enérgicas de su gobierno en el sentido de que, ahora sí, serían controlados. Los valet parking siguen adueñados de las calles como consecuencia del otorgamiento indiscriminado de licencias para establecimientos que no cuentan con los estacionamientos que marca el Código Reglamentario Municipal. Todo esto iba a desaparecer o se iba a controlar, dijeron. Una y otra vez.

Eso tampoco sucedió. En su administración se han otorgado ilegalmente licencias de construcción, de hecho o de derecho, para construir negocios fuera del alineamiento oficial de esta avenida. Invadiendo y construyendo en el área verde municipal.

Ahora se permite que un adinerado integrante del Patronato de la UPAEP, Luis Regordosa Valenciana, destruya impunemente un área verde de la avenida Juárez para transformarla en estacionamiento de los clientes de la agencia automotriz C. Montoto, actualmente de su propiedad.

Y en el colmo de la burla se coloca un anuncio, como lo puede ver en las fotografías, sobre el camellón central, anunciando que esa área verde está a cargo de quien la destruyó, y que para ello contó con el apoyo, la aprobación y el respaldo de la autoridad municipal. ¿De verdad es esta la ciudad que queremos? ¿En el sentido de quererla, de amarla o solamente de quererla como parte de un proyecto de futuro, muy futuro?

Me equivoqué nuevamente, como nos ha sucedido a millones de mexicanos frecuentemente. Tal vez por razones de este tipo su partido, Acción Nacional, haya caído al tercer lugar en la preferencia electoral de los mexicanos. Tal vez sea por ese abandono de sus principios para reinaugurar el compadrazgo, el cuatachismo, el nepotismo, y otros “ismos” tales como el influyentismo, todo eso que anteriormente criticaban con ardor, cuando los cometían los priistas. Hoy ya no.

Ni modo.

Seguiremos igual. De pen... e ingenuos. Ya para qué cambiar.

Ah, y le anexo las fotografías de cómo quedó el estacionamiento sobre la banqueta y también del anuncio de C. Montoto.

Como un registro de la época.