2012-07-13 04:00:00
No saber qué es el amor:
inocente luna columpiándose en el árbol,
asombro del viento al empujar a las nubes
de las ancas y gozo al hundirse en ellas,
alegría del pájaro picoteando en la arena
caracoles, flores de nácar,
besarse con los ojos sin parpadeos
y sentir la mirada que nos derrama
boquiabierta. Es Alicia limpia en un basural.
(No hay mal que por bien no venga,
dicen los abusadores de la hierba naciente,
los patrocinadores de las páginas
para Alicia maravillada del mouse
quien le regala galletas del cómeme,
tómame, hazme crecer o perderme tan chiquita.
el mal no es el placer
aunque goce quien lo insufla y atormenta).
El placer es la lluvia
de cosquillas siempre debutante,
alojado como recuerdo de un hechizo
de tan voluble regodeo.
Alicia puede jugar con el conejo,
hundirse con el sombrerero en cama de agua,
defender su cabeza y su cuerpo como propios
y ser honesta del dedo gordo hasta la médula;
no es ingenua, es aprendiz de sabia, audaz, crea
con delicia, no se mira en el espejo, cruza
y se hace flor abierta,
estrella de mar en el pico de una gaviota,
feliz del viento que la alisa
en un dejar hacerse maravillas
ideadas entre sueños.
–¿no sabes qué es el amor?
échate a aprender –dijo el gato alucinado–,
quizás pudieras llegar a sentir
el sabor inmortal de la locura.
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