El mensaje ha dominado al medio

Ayer vivimos nuevamente dos impresionantes movilizaciones estudiantiles en el DF, Puebla y varias partes del país; se centran en protestar contra las televisoras y contra Peña Nieto. Estos días de insurgencia  juvenil demuestran lo que Carlos Monsiváis decía pero pocos le creyeron: si la televisión dominara por completo las conductas de los mexicanos no habría existido ningún movimiento social; no hubiera existido el 68, el 71, el 88 con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza o el 94. El comportamiento de Televisa los días lunes y martes pasados, abriendo sus noticiarios a las movilizaciones básicamente estudiantiles que se hicieron contra ellos a partir de la entrada de Enrique Peña Nieto a la Ibero Santa Fe son una muestra de que la gente los arrinconó.

En Televisa hay mayor coeficiente intelectual que en la empresa de Ricardo Salinas Pliego; por eso supieron que el que no se dobla se quiebra, y prefirieron dar cabida a las protestas ahora que sufrir mañana un debilitamiento mayor de la credibilidad con la que cuentan; además, los vientos electorales empiezan a cambiar vertiginosamente, empujando las velas de López Obrador frente a los menguantes impulsos de Peña Nieto. Ya se da por terminada la importancia comicial de Josefina Vázquez Mota, quien, cual muñeca de trapo, parece sin capacidad de desplazamiento; unos panistas ya piden su dimisión; otros apoyan abiertamente al candidato de la televisión, y buena parte ve en López Obrador la forma de impedir que el PRI regrese a Los Pinos. Si el Peje gana habría que estar bien con él, deben estar diciendo los Azcárragas...

Ricardo Salinas, instalado como siempre en una especie de megalomanía galopante, apostó que la gente vería más el partido Tigres–Monarcas que el debate; “al día siguiente yo les daré el rating”, fanfarroneó. Perdió estrepitosamente en el marcador del rating y perdió su equipo de futbol. Ya no se le lee por el tuiter…

Por estos días todo mundo cree que el milagro ha obrado por virtud de las llamadas “redes sociales”, el tuiter y el feisbuc, especialmente. Poner de rodillas, al menos por unos cuantos días, a Televisa, es un prodigio, y se busca en la tecnología la explicación de ello. No lo creo. ¿Cómo le hicimos en 1988 para que Cuauhtémoc ganara, si por cada mención en tele acerca de él había 20 a favor de los otros candidatos? ¿Cómo le hicimos en 68, sin prácticamente ningún medio de comunicación a favor de nosotros, ni siquiera el Excelsior de Scherer? ¿Cómo le hicimos en otras muchas fechas en las que la gente se enfrentó al poder?

No hay que confundirse, no es el medio el que domina, es el mensaje. La protesta, la indignación, la rabia y la inconfundible creatividad juvenil buscan los medios para multiplicar su presencia. En los sesenta y setenta rendíamos culto al multilith que nos permitía reproducir los volantes que repartíamos por las calles; hoy son las aparatos que se llevan en el bolsillo; mañana, no sabemos. En este caso, además, los jóvenes están logrando derrotar al  medio dominante: la televisión.

Y estamos a la mitad de esta historia.