Universidad y Política. Es una relación que plantea dilemas que algunos consideran falso. Porque los miembros de la comunidad universitaria no pueden ser ajenos a lo que sucede en su entorno. La tensión surge cuando algunas Instituciones de Educación Superior (IES) son convertidas en territorio de grupos y partidos políticos. La reforma educativa de 2019, el escándalo de la estafa maestra y el encarcelamiento del líder moral de un grupo universidad modificarán esta realidad.
Para analizar el gobierno universitario, dice José Joaquín Bruner, debe tenerse en cuenta los contextos interno y externo. El segundo permite comprender la forma en que cada institución define sus relaciones con el Estado-gobierno y la sociedad.
Nunca ha sido tersa la convivencia entre el Estado Mexicano y la Universidad. La autonomía se otorga, entre razones, como una forma para que el gobierno federal le retire el financiamiento público.
El vínculo se agudiza con el gobierno de Lázaro Cárdenas quien toma un camino diferente y crea su propia institución de educación superior; el Instituto Politécnico Nacional “La Técnica al Servicio de una Patria Mejor”. Años después, entre 1960 y 1990, el partido-gobierno priista crea muchas instituciones de educación superior en los Estados.
En ese tiempo, algunas IES se convierten en arenas políticas en dos líneas. Las que cuestionan el sistema económico y político a través de modelos educativos ligados a la izquierda y aquellas que apoyan el sistema político convirtiéndose en apéndices del PRI, vía las Federaciones de Estudiantes.
“Como ocurrió con Colima, Jalisco, Tamaulipas, -refiere Granados Chapa- la federación estudiantil fue plataforma para el control de la universidad entera”. En el alma mater local se incuban grupos políticos que hacen de la institución su posesión y desde donde se lanzan a la conquista del poder político local.
El falso dilema de lo político y lo académico
En su toma de posesión como rector en 1975 Luis Rivera Terrazas declara: “para nosotros no existe el dilema entre lo político y lo académico, sino que estamos convencidos de que lo uno implica necesariamente lo otro; que solo a través de la claridad política se puede alcanzar claridad respecto a los problemas académicos; que a la etapa de seudoapoliticismo debe suceder la etapa de una militancia política consciente” (p.15).
Afirma que “En un país tan profundamente despolitizado como México, la presencia absolutamente libre de partidos políticos en las universidades se convierte en una necesidad”
En otro texto cuestiona: “Es una tesis largamente sostenida, y no de ahora, que la presencia de los partidos políticos siempre ha sido una realidad y que estos forman parte de la democratización universitaria, ya que su presencia fortalece la actitud crítica, se convierten en parte integrante de la vida universitaria y con una expresión de su economía”.
Por lo que se pregunta: ¿Cómo es posible superar nuestros niveles académicos y adecuarlos a la problemática de nuestro país si no tenemos previamente una posición política que implique la integración de la universidad a la vida real y concreta de México y la lucha de nuestro pueblo por la plena soberanía e independencia nacionales?
De ahí que: “vemos con simpatía la presencia de diversos grupos, encuadrados dentro de partidos políticos nacionales, con programas propios y pugnando por extender su influencia a masas cada vez mayores, lo que implicara en el futuro la posibilidad de una militancia partidista de todos los universitarios de acuerdo con su personal punto de vista”.
La federación de estudiantes como base del grupo universidad
En Colima, se reconoce a Jorge Humberto Silva Ochoa, como fundador de la Federación de Estudiantes Colimenses (FEC) que convierte en la base de lo que después será reconocido como el “grupo universidad”. Cuyo engrandecimiento es posible por sus relaciones con el Partido Revolucionario Institucional.
La FEC permite a Silva Ochoa ser reclutado por el PRI y hacerlo parte del Frente Juvenil Revolucionario (FJR) que tiene en las federaciones de estudiantes el semillero para la formación de la clase política local. El fogueo se adquiere participando en los congresos mundiales de la juventud.
Su integración a la nomenclatura le permite ser designado delegado del PRI en un municipio del que rápidamente se posesiona convirtiéndose en secretario del ayuntamiento, en tanto da el brinco a la Universidad como director del departamento de servicio social, desarrollando un fuerte proselitismo a nivel local y nacional.
De la jefatura de departamento a la secretaria general y de ahí a la rectoría, en la que se queda por 10 años. Para mantener el control de la misma, crea el sindicato único de trabajadores de la Universidad de Colima. Con el control de trabajadores y estudiantes se lanza a la captura de puestos de elección popular.
De la FEC salen candidatos a presidentes municipales, diputados locales, diputados federales, senadores hasta alcanzar la gubernatura para uno de sus integrantes: Fernando Moreno Peña, y dos más se desempeñan como gobernadores interinos: Arnoldo Ochoa González y Carlos Flores Dueñas.
Los recursos financieros, las capacidades y sobre todo el manipuleo de estudiantes y trabajadores es el activo que le permiten mantener, hasta la fecha, el control de la Universidad de Colima como posesión de grupo. Sin dejar de reconocer que han aprovechado de manera importante sus relaciones para transformar académicamente a la Institución.
El líder moral del grupo universidad de Hidalgo
Rivera Flores, escribe el texto “La Sosa Nostra. Porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo” (Porrúa 2004) en el que apunta: “conformó, moldeó, inventó una máxima casa de estudios que fue haciéndose caer en lo que es hoy la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo…. Pero de entre todos sobresale una figura, un hombre que fue sin duda quien mayor influencia tuvo para hacer de la universidad lo que hoy; su nombre Gerardo Sosa Castelán”.
Hace un recorrido a lo largo de los gobiernos priistas y la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH). Un grupo de vándalos para controlar los movimientos sociales en contra del gobierno o para cooptarlos bajo el supuesto de que en esa fuerza encuentran protección y defensa.
Con excepción de un gobernador. Todos los demás le otorgan más y más poder a la FEUH y a su líder Gerardo Sosa Castelán. Lo que le permite hacerse rector y líder moral del llamado grupo universidad. Dispone de ella como si fuera una propiedad personal.
Cuando el PRI pierde el poder, coquetea con el PAN y se define, en 2018 por apoyar la candidatura de AMLO, bajo el supuesto de que esto es un paraguas de protección, como sucedía con el PRI. Pero las reglas cambian y es denunciado, detenido y encarcelado, por el manejo de recursos millonarios a través del patronato.
Rivera Flores concluye que: “se hizo de la universidad toda, la dirigió a trasmano desde la secretaría general imponiéndose a un rector pusilánime; se hizo, a su vez, nombrar rector cuando le fue posible y propicio. Dejó la rectoría sin dejar el mando para convertirse en, valga la contradicción, líder moral de la universidad”.
El neoliberalismo y la IV Transformación
El neoliberalismo modifica radicalmente a las Universidades que transitan por el modelo de universidad-pueblo. Con el apoyo y recursos de los gobiernos estatal y federal. Se implementan procesos de transformación que privatizan una parte importante de sus funciones y actividades. En Puebla el proceso de transformación lo lideran José Doger y Manuel Bartlett.
La llegada de la IV Transformación a la presidencia de la república, provoca un cambio en las universidades cobijadas por el PRI. Primero, se aprueba que la educación superior sea gratuita, lo que obliga a muchas universidades a dejar de cobrar como si fueran instituciones privadas. Segundo, se hace pública la llamada estafa maestra. Y, Tercero, se detiene y encarcela el líder moral de uno de los grupos universidad más poderosos, el de Hidalgo.
Esto sin duda, tendrá resonancia en todas las universidades públicas estatales.