Viernes, abril 26, 2024

Profesionalización de la política

En memoria del artista y cronista Sixto Ipatzi Pérez, compañero de lucha

Desde que se decidió, por medio de asambleas distritales en todo el país que Morena se convirtiera en una organización política para impulsar por tercera vez la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador para las elecciones de 2018, se propuso que no perdiera su esencia como movimiento social al servicio del pueblo, siendo el contrapeso del gobierno de Enrique Peña Nieto. Desde entonces, el partido se ha manejado en función de la coyuntura política.

La transición de movimiento social a partido político en época de elecciones y viceversa en tiempos de lucha social, ha sido complicada debido a las circunstancias de diferentes actores, escenarios políticos e interés en el proyecto transformador. Para ejemplificarlo, supongamos que se decide participar en el torneo de fútbol más importante y para ello hay que comenzar en la segunda división –primera participación electoral–, con el objetivo de competir por el ascenso al máximo circuito –conservar el registro a nivel nacional–, al inicio debes jugar con lo que tienes –liderazgos locales– en un ambiente amateur con alguno que otro refuerzo que te resuelva en los momentos difíciles –políticos de experiencia.

Una vez que se logra el ascenso y el pase a las ligas mayores, es decir, jugar en el terreno nacional, los equipos buscarán competir al tú por tú con el resto de los clubes –partidos–, por lo que en la mayoría de los casos los equipos Benjamines –nueva creación– optarán por cambiar casi toda la plantilla –militantes– y llenarse de jugadores profesionales nacionales y extranjeros –cuadros de otros partidos políticos y figuras públicas– para ser competitivos –asegurar votos–, salvar el descenso –conservar el registro– y colarse a la fiesta grande para llevarse el trofeo del campeonato –la Presidencia de la República y demás espacios de poder.

A esto hay que agregarle lo que representa jugar en primera, como los patrocinadores –aumento de las prerrogativas–, nuevos salarios –cargos ejecutivos en los comités–, transmisión de los partidos por televisión abierta o de paga –publicidad del partido en radio, televisión e internet–, nuevo estadio –oficinas–, mayor afición –nuevos simpatizantes– y desarrollo de una cantera –escuela de cuadros políticos.

Ahí se encuentra otra coyuntura, jugársela solo con jugadores nacionales, aunque sean de otros partidos políticos o sacar jugadores de tus fuerzas básicas –cuadros políticos–, esa decisión va a depender del trabajo del entrenador del equipo mayor –presidente nacional del partido– y sus entrenadores de las selecciones menores –presidentes estatales o enlaces nacionales. Dependiendo la escuela de cada entrenador a cargo del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), se decidirá cuales son las prioridades y medios para lograr el fin.

Tanto en el fútbol como en la política habrá que buscar las oportunidades para debutar –ser candidato–, jugar minutos como titular –hacer campaña–, ganarse la titularidad –figura política–, ser seleccionado nacional –integrar el CEN– y terminar su carrera como directivo o integrante del organigrama de la directiva.

Ante esta situación, la profesionalización de la política es la tendencia que parece marcar las posibilidades de participar por la vía de los partidos políticos y como en los jugadores la búsqueda por un lugar, va a depender del talento, la constancia y la fortuna que significa estar en el momento preciso y en el lugar indicado, en otros casos del padrinazgo o pertenecer a la élite política que representan las familias de abolengo. Recordando en estos últimos dos casos que la política solo es realizada por los políticos.

En esta competencia habrá personas que su principal aspiración sea lograr un cargo y si se puede hacer carrera política por el partido que le abra el espacio y como en el fútbol, el amor a la camiseta sea un asunto relativo, en la que cada temporada –elección– cambian de equipo –partido político–, sin importar si se trata del rival más odiado o incluso regresen al partido que los formó, tal y como sucede en la política con personajes que dependiendo donde les convenga o le ofrezcan, emigran o regresan a su querencia, como si nada.

Mientras que habrá otros fieles que a pesar de las comodidades que ofrecen otros partidos e incluso las puertas que se abren, se mantendrán en el mismo equipo, defendiendo sus colores en las buenas y en las malas, con el mismo pundonor, porque es más importante defender los principios e ideales propios que hacerle el juego al sistema y ser parte del mercado de piernas.

Así es la coyuntura política, actuando a favor y a veces en contra, haciendo posible lo que parece imposible y marcando el ritmo, casi siempre a contrarreloj, por eso alguna vez Carlos Monsiváis dijo:

“O ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba yo entendiendo”.

Facebook: @FloresBonillaJoel

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