Miércoles, mayo 1, 2024

La feria

La feria suele ser el escaparate del pueblo oprimido, la catarsis nocturna de la sociedad acompaña sus días, la felicidad y el bienestar se asoman momentáneamente, horas de placer y goce contenido; infantes y adultos se encuentran en los pasillos, centro, jardines y eventos. Venta y recreo de todo lo que localmente parece marginado, negado o, incluso, inalcanzable durante el año.

No hay espacios a lo largo y ancho del estado en que la feria tenga una réplica, no hay otro momento de liberación, salvo los diminutos ensayos que se establecen cada domingo en las festividades de los santos y sus famosos moles, diminutos espacios locales para la recreación y ocio de la población tlaxcalteca.

No hay más espacios para las familias durante el año y no parece haber motivos para crearlos y fortalecerlos, tal parece que las autoridades desprecian el tiempo de las familias, su convivencia y unidad. Los hacedores de las políticas públicas se empeñan en mantener la ficticia dicotomía entre lo público y lo privado, bajo esta lógica, asumen que las familias resuelven su recreación y ocio desde los espacios del hogar.

El espacio público se canaliza en la ganancia, casi siempre para los amigos del gobierno a través de proyectos que dicen las autoridades atrae el turismo: paellas, vino, el carnaval, santuarios de luciérnagas, fiesta taurina y, recientemente, mundiales de voleibol de playa. Eventos que, a excepción del carnaval, excluyen al grueso de la población, la dejan al margen del disfrute y del beneficio de los magnos eventos, tanto por su costo, restricción de acceso, la nula identificación del pueblo con esas iniciativas que tienden con discreción a la “blanquitud” y “refinamiento” poblacional. Las autoridades no atinan a ofrecer eventos que incorporen la identidad del ser tlaxcalteca, no generan cohesión ni sentido. Difícil podrá ser cuando las identidades del tlaxcalteca se disputan desde lo local y estatal. ¿Cuántos tlaxcalas caben y se encuentran referenciados en la feria?

Es importante mencionar que la feria de Tlaxcala también nació como una contradicción, se gestó durante el magno proyecto nacional del milagro mexicano y desarrollo estabilizador. López Mateos inauguró la feria bajo el manto de la industrialización en el país, pero, localmente, el proyecto se remitía a ser una feria netamente ganadera, agregando el apellido de industrial, lo cual distaba en los años 60 de ser una realidad en la entidad.

Al paso de los años, en la feria se incorporaron elementos industriales, artesanales y culturales, comenzó a ser una digna representante del escaparate de la realidad cultural, pero sobre todo política de la entidad. Cada gobierno ha puesto en la feria un sello particular, según sus filias y fobias de clase.

Pasó de la Feria Artesanal e Industrial a Feria de Todos los Santos, aquí surgió la pamplonada como magno evento, así como la proliferación de los antros–cantinas en el interior. Posteriormente, la feria fue bautizada como la Nueva Gran Feria de Tlaxcala, en ese periodo se buscó resaltar la cultura local, la artesanía y las bondades de la política estatal para su pueblo. Ya en la actualidad, la feria fue denominada la Gran Feria de Tlaxcala, en la que se promueven las prácticas populares, las tradiciones religiosas y costumbres comerciales. La feria hoy se anuncia como una feria “fresca y dinámica”, en la que la población tlaxcalteca se sienta referenciada en su totalidad.

Después de visitar la Gran Feria de Tlaxcala cabe reflexionar nuevamente sobre el papel de la feria hoy, en la era de la Cuarta Transformación, más cuando se han propuesto escribir la “nueva historia”. Visiblemente nada ha cambiado, el relato no modifica el montaje de la feria, vemos los mismos puestos, la misma perspectiva de cultura, la misma propuesta comercial, las bondades del gobierno local, en resumidas cuentas, hay pocos cambios en su anatomía. En el fondo, nada cambió. Sin duda, cada gobierno ha puesto en la feria un sello particular, según sus filias y fobias de clase.

La nueva historia no puede ser escrita tomando como principio la exclusión de su pueblo. La feria nuevamente es la ventana donde se confrontan las identidades y las historias de “los unos” y de “los otros”. Un proyecto inacabado que devela la complejidad histórica de Tlaxcala y los tlaxcaltecas.

¿Qué cambió en esta feria? ¿Cuántos Tlaxcalas caben y se encuentran referenciados hoy en la feria que se anuncia como “fresca y dinámica”?

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