Buscando clarificar y entender en medio de la alarmista campaña mediática todo lo que implica la pandemia que estamos sufriendo, vale la pena interrogarse y reflexionar sobre diferentes aspectos del fenómeno que no son evidentes a primera vista, pero que forman parte sustancial de él. Uno de ellos es lo que Vandana Shiva ha denominado el “filantrocapitalismo”, concepto que aparece en su último libro editado en Francia en 2019: Prendre le pouvoir face a la toute puissance des riches (Tomar el poder a los poderosos ricos). En él, la autora denuncia esta nueva estrategia del capital que mediante supuestas donaciones filantrópicas desinteresadas, o mejor aún, realizadas en nombre del bien de la humanidad, en realidad hacen cuantiosas inversiones para asegurar sus beneficios despojando a las poblaciones de sus recursos naturales y culturales, al mismo tiempo que implantan un mayor control de la población, cerrándole cualquier camino alternativo de vida, diferente al modelo del sistema capitalista.
Este tipo de acciones busca crear dependencia en todos los rubros vitales del ser humano: alimentación, salud, educación, economía y cultura, cortando cualquier posibilidad de autonomía y autodeterminación de las personas y de las naciones. El ejemplo más ilustrativo del filantrocapitalismo es la labor que en diferentes países pobres viene desarrollando la fundación “Bill y Miranda Gates”, especialmente en la India, patria de Vandana Shiva: con el pretexto de acabar con el hambre y mejorar la salud de la población, la fundación se muestra dispuesta a hacer millonarias “donaciones”, para impulsar una agricultura moderna con semillas transgénicas y todo su paquete de agrotóxicos, lo que implica abandonar la agricultura tradicional y el uso e intercambio de semillas nativas.
Otro ejemplo es la financiación de megaproyectos como la construcción de complejos hidroeléctricos que supuestamente beneficiarían al desarrollo del país, pero que terminan beneficiando a un reducido grupo de empresas transnacionales, con las que, por supuesto, la fundación está relacionada. Bajo estas mismas premisas, la fundación está impulsando lo que ha denominado: “Una nueva Revolución Verde” en el Continente Africano. Desde esta perspectiva resulta claro que el fuerte financiamiento que Gates aporta a la OMS, tampoco es desinteresado, ni lo es el financiamiento a diferentes centros de investigación, tanto públicos como privados, para encontrar lo más pronto posible una vacuna contra el nuevo enemigo actual, el Covid-19.
Otra iniciativa impulsada en diferentes países es la de eliminar la moneda física circulante para llevar las transacciones económicas exclusivamente al mundo virtual del internet, con lo cual se impulsaría el uso obligatorio de la red, y los bancos y empresas tendrían un mayor control sobre los recursos económicos y sobre los usuarios mismos.
Todos estos son aspectos que ya se manejan como inherentes a la “nueva normalidad” del futuro inmediato, todo en nombre de la supervivencia individual de quienes acepten dócilmente someterse a una mayor explotación y vigilancia por parte del nuevo Estado–Capital (del uno por ciento de la población) que ha decidido gobernar y excluir al 99 por ciento restante de la humanidad. Desde esta perspectiva hay que analizar las propuestas y proyectos filantrópicos de los dueños del dinero, ya sean campañas de donación de leche de Nestlé, como las donaciones de “ventanillas protectoras” de la Coca–Cola a todas las tienditas del país, sin olvidar las vacunas milagro que se prometen de todas partes y que seguramente tratarán de imponerse como obligatorias. Esta compleja realidad que estamos viviendo nos obliga a revisar qué tan dependientes somos del estilo de vida impuesto por el modelo, y qué tanto nos podemos mover hacia otros modelos más humanos y que tengan como eje a la vida y no al dinero.