Jueves, abril 25, 2024

Genocidio en marcha

Las coloridas fotografías en primeras planas del Ejecutivo federal junto con el gobernador de Chiapas, ataviados con el traje indígena tradicional chamula, celebrando en un acto oficial el “día de los pueblos indígenas”, con discursos vacíos, las mismas falsas promesas y la sarta de mentiras acostumbras, no hace sino contrastar la enorme distancia que hay entre el discurso oficial y la realidad, pues mientras se instala una falsa escenografía mediática, en Sonora se sigue despojando a la tribu yaqui del agua necesaria para sus cultivos, en Puebla se destruyen los testimonios arqueológicos de la cultura Choluteca, o se asesinan a manifestantes amparados por la “ley bala” y se destruyen las radios comunitarias indígenas, o se mantienen encarcelados como criminales a los autodefensas nahuas de Cherán. Es sabido que desde los años ochenta, cuando se decidió imponer a sangre y fuego el neoliberalismo más radical y depredador, los analistas del Pentágono revelaron que el obstáculo más difícil que iban a encontrar las corporaciones transnacionales y sus gobiernos entreguistas serían los pueblos originarios, especialmente en América Latina, en donde a pesar de 500 años de genocidio físico y cultural, seguían manteniendo sus culturas fuertes, dinámicas y en resistencia, lo cual iba a dificultar el despojarlos de los recursos naturales que durante milenios han custodiado. A partir de ahí se han venido  probando diferentes estrategias claramente genocidas, pues el peor obstáculo a la comercialización de la vida son las culturas que se contraponen a los valores del consumo depredador y del mercado y que defienden un “Buen Vivir” muy diferente al paraíso del confort consumista.

Ahora con las aprobaciones de las leyes energéticas secundarias que completan y operativizan el despojo, no sólo de los recursos energéticos, sino de la tierra, el agua y hasta el aire, no debe quedar duda alguna de hacia qué tipo de sociedad nos están llevando los poderes fácticos: a la pesadilla de una sociedad autoritaria, militarizada y represiva en la que la única alternativa ya no es trabajar para consumir, sino trabajar y sobrevivir en la miseria para enriquecer a unos cuantos. Los intentos de “desempoderar” a las comunidades rurales e indígenas, a los municipios (retirarles el registro civil, el cobro del predial o el control del agua), así como establecer leyes que justifiquen el asesinato y la represión como las de Puebla y Quintana Roo, o de controlar la información (como en Sinaloa y Sonora), no son sino experimentos preliminares para ir arrinconando a la sociedad civil a su nuevo papel de esclavo, ya ni siquiera de consumidor.

Una vez más, recordar a los pueblos originarios, debe permitirnos reconsiderar el modo de vida al que aspiramos ilusoriamente, pues es mentira que se pueda acceder a un conjunto determinado de bienes, sin despojar a otros pueblos, sin depredar a la naturaleza, o sin colaborar con un sistema de muerte. La gran sabiduría de las comunidades indígenas que sobreviven a pesar de todo, nos recuerda que hay “otras formas de vivir” diferentes a las que nos proponen los capitalistas. Por lo pronto, no perdamos de vista la Jornada Nacional en Defensa del Agua, la Tierra, la Energía y la Vida, del 16 y 17 de agosto en San Salvador Atenco. Tenemos mucho que aprender.

Más recientes

Sesiona por primera vez Comisión Intersecretarial de Cambio Climático del estado

La Secretaría de Medio Ambiente (SMA) del estado  llevó a cabo la primera sesión ordinaria de la Comisión Intersecretarial...
- Anuncio -
- Anuncio -