Jueves, abril 25, 2024

Datos y detalles

Los detalles están en el dato. Un dato, según el solmene Diccionario de la Real Academia Española es la información sobre algo concreto que permite su conocimiento exacto o sirve para deducir las consecuencias derivadas de un hecho. Un dato, explica el Doctor Wikipedia, es una representación simbólica de un atributo o variable, los datos describen hechos, sucesos, entidades.

Desde hace años, los gobiernos estatales y municipales han pregonado los alcances, los logros de Tlaxcala en cuanto a desarrollo, vanguardia y modernidad. Tlaxcala avanza, está de pie y de cara al futuro. Pero la percepción del desarrollo, la vanguardia y modernidad es diversa, incluso, puede representarse como un acto de fe.

Para algunos, la modernidad de Tlaxcala se ve reflejada en el desarrollo industrial, la proliferación de plazas comerciales, la instalación de semáforos inteligentes, cámaras de vigilancia, escaleras eléctricas, drones y el anhelo de un teleférico. Estas percepciones no han tomado en cuenta la calidad de la movilidad y los desplazamientos de los y las tlaxcaltecas.

Definitivamente, en los detalles está el dato. El desarrollo, la vanguardia y la modernidad es una representación simbólica que se desvanece en cada periodo de lluvias.

Las lluvias limpian, pero también transparentan, en la ciudad de Tlaxcala, las lluvias muestran la crisis permanente en materia de movilidad y desplazamientos, principalmente, el vehicular.

Las lluvias son un dato que permite conocer a detalle el desarrollo, la vanguardia y la modernidad de la capital. La modernidad es endeble, el suelo que lo sostiene es frágil y poroso. Año con año el problema del asfalto se hace presente.

Las poéticas fotografías de las redes sociales y la observación directa dan cuenta de ello, de cómo gradualmente comienzan a aparecer diminutos desniveles en el pavimento acumulando agua y provocando el hundimiento de la capa superficial, produciendo así lo que la población conservadora reconoce como hoyo, bache para los diplomáticamente correctos, agujero para los despreocupados, cráter para los exagerados y socavón o zanja para las personas más burlonas y desmedidas.

Sea como se le llame y el ánimo que se tenga al momento de anunciarlo, es una verdad que Tlaxcala ciudad, toda ella, completa, está colmada de hoyos, baches, agujeros, cráteres, zanjas y socavones. La variabilidad de la dimensión no es proporcional a las zonas donde se transita, toda la ciudad ha sido bombardeada por las lluvias.

La crisis de movilidad y desplazamiento se agrava ante las decisiones del gobierno municipal al empeñarse en remozar, año con año, la carpeta asfáltica de las principales avenidas en periodos de lluvia, no antes, no después, sino, durante las lluvias.

Además de ello, es importante destacar que las magnas obras de remozamiento se llevan a cabo cuando el calendario escolar marca el regreso a clases. Las obras nunca se hacen en vacaciones, sino justo en el tiempo de regreso a clases.

La movilidad en la ciudad de Tlaxcala está ahora en crisis, lejos estamos de tener el anhelado desarrollo, vanguardia y modernidad en la materia. De nada sirve pregonar la instalación de semáforos inteligentes, si en las calles del centro de la ciudad llegan a ser apostados hasta tres agentes de tránsito en una sola esquina, levantando la mano, parando el tráfico arbitrariamente, dando paso a quien ellos deciden y por el tiempo que ellos determinan. Todo ello, acompañado de un sonar de silbato a altos decibeles, exagerado el ruido para justificar una labor injustificable, no amerita estén ahí apostados tres agentes de vialidad, la dimensión de la calle y el tránsito vehicular no los justifica.

Los semáforos inteligentes operan para sí mismos, los automovilistas y peatones deben hacerle caso a alguno de los agentes de tránsito ahí apostados, a veces, hasta entre ellos se atropellan.

Caso contrario sucede en múltiples planteles escolares, tanto privados como públicos, así como en entronques de importantes avenidas. En estos sitios no hay un solo agente de vialidad, policía estatal o municipal que asegure el orden o que al menos reduzca el caos. El caos no sólo es de tránsito vehicular, sino de movilidad peatonal. Los peatones no tienen asegurada su integridad, no existen o son invadidos por los autos los pasos peatonales o cebras, no existen puentes peatonales y la cultura política de los automovilistas es mínima para ceder el paso, no se diga la de los miembros del transporte público. La dictadura del automóvil está siempre presente. Un ejemplo de ello puede vivirse y experimentarse en el entronque de entrada a la SEPE–USET, por mencionar sólo alguno.

Año con año nos damos cuenta que la lluvia es el detalle que devela el dato de nuestra crisis de movilidad, y nos muestra una histórica falta de atención de los gobiernos locales y la autoridad vial.

Y todo parece indicar que seguirá lloviendo.

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