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La experta del arte Lucero Enríquez analizó el Almacén, una pintura del siglo XVIII

Por : Paula Carrizosa

2012-02-27 04:00:00

 

Como parte de las actividades culturales que realiza la Biblioteca histórica José María Lafragua de la UAP, la académica del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Lucero Enríquez Rubio, ofreció la conferencia “Un Almacén de secretos: pintura, ilustración y farmacia en Puebla, 1797”, en la que analizó el biombo del siglo XVIII que fue pintado por Miguel Jerónimo Zendejas y patrocinado por el poeta José Ignacio Rodríguez Alconedo, y que constituye “el acta de nacimiento de una organización ilustrada formada por boticarios poblanos, que tenían una identidad profesional y cultural propia”.

La experta presentó una síntesis de su investigación de doctorado que próximamente será publicada por la universidad nacional. “Pensé que este tema sería un análisis pos mortem, ya que me enfrasqué en la boticaria poblana”, bromeó.

La investigadora merecedora a la Medalla al Mérito Académico “Antonio Caso” 2008 indicó que Un almacén de secretos es una pintura compuesta por 12 puertas, que en conjunto miden 12 metros de longitud y 3.26 metros de altura cada una, que encontró hace un tiempo en el extinto Museo regional de Puebla.

Para ella, ese biombo era una evidencia de una “obra de arte en soporte mutilado” que se hacía patente en su intencionalidad, su discurso, el contexto en que había sido creado, el significado y el resignificado que le habían dado sus diferentes dueños y espectadores.

“La obra es una fehaciente solución a un problema técnico y una acción estética. No es una pintura, sino un artefacto cultural completo, una unidad producto de una sociedad particular”, definió la historiadora del arte.

Recordó que el biombo recibió diversos nombres durante un siglo: Triunfo de la ciudad y las artes, Alegoría de las artes, Apología de las artes, Triunfo de la medicina, Apoplejía de las ciencias y Decoración para el interior de una botica, como muestra de su versatilidad y propuesta.

“Es un mundo iconográfico complejo y plural” que estaba ligado en un lugar privado, del que Lucero Enríquez supone que se trata de “una casa de dos pisos, ubicada dentro de la traza urbana de la ciudad, que estaba en una de las crujías principales”.

Dichas características hicieron que la especialista la definiera como una “pintura de sala corporativa” de gran formato que recubría las muros y en donde se plasmaba la ideología íntima y para iniciados como sucede en el Vaticano. Dicho edificio fue identificado en la calle Mirador número 8, hoy Reforma número 516.

Rodríguez Alconedo fue un científico, un farmacéutico y un boticario católico, quien en 1797 buscó que los boticarios de la ciudad de Puebla ganaran los mismos derechos que habían logrado sus congéneres en Querétaro para tener jurisdicción sobre sus propias boticas.

En ese “ambiente de optimismo” se creó una sociedad corporativa y una obra, que “se convirtió en un capital simbólico del decoro, un reflejo de la mentalidad corporativa de dos grupos (cófrades y boticarios), y un espejo de la memoria que remite a la realidad intelectual de hace 200 años”, explicó la experta. En ella, entonces, queda contenida la enseñanza de la botánica que era un rasgo de la sociedad ilustrada poblana.

Por último, la experta de la UNAM definió que también la pintura es una síntesis de dos personalidades: la de Rodríguez Alconedo como representante de la Enciclopedia francesa, y Miguel Jerónimo Zendejas como pintor de la tradición poblana. Destaca que éste último aparece representado como el dios Zeus a la manera de una “vanitas”; es decir, de una pintura que refleja la condición pasajera y temporal del hombre.

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