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Joselito Adame se suma a las efemérides de junio

Por: Alcalino

2013-06-10 04:00:00

 

Junio fue el mes elegido por la empresa Taurovent para anunciar a los otros tres paisanos que había contratado para sus ferias. La del Arte y la Cultura se desprende de la serie de festejos creada hace un lustro escaso para conmemorar los 75 años de la inauguración del coso venteño (17.06.31), razón por la que se le denominó en principio Feria de Aniversario.

Pero hablando de aniversarios, la semana anterior fue de efemérides señeras en lo referente a gestas de toreros mexicanos que quedaron marcadas a fuego en la historia de la primera plaza de España. Que no era, al ocurrir éstas, la actual de Las Ventas, sino la antigua de la carretera de Aragón. Aquella que supo de las glorias de Lagartijo, Frascuelo y Guerrita, y más tarde de las de Gaona, Joselito y Belmonte. Y, cuando estaba a punto de caer bajo la piqueta, de dos extraordinarios artistas, Fermín Espinosa Saucedo Y Jesús Solórzano Dávalos, nacidos, respectivamente, en Saltillo y Morelia. Hijos, por tanto, de esta tierra mexicana.

 

Solórzano y “Revistero”

 

Procedamos por orden cronológico. Chucho Solórzano había tomado su alternativa en Sevilla el 30 de septiembre de 1930 –llevaba un doctorado en El Toreo al que una vez en España decidió renunciar. Confirmó en Madrid, sin pena ni gloria, en la corrida de Beneficencia (05.04.31), y vio anunciada su reaparición para el domingo 7 de junio, con toros de Aleas y Valencia II y Eladio Amorós por alternantes. Un cartel más bien flojo que no llenó la plaza. Los ausentes iban a perderse una faena absolutamente memorable.

Fue con el tercero, “Revistero”, un animal fino y noble pero medido de fuerza en el último tercio. Según Gregorio Corrochano, el célebre cronista de ABC, que no comulgaba mayormente con diestros llegados de ultramar, “lo aprovechó todo. Con el capote, las banderillas, la muleta y el estoque... la faena, admirable. Hubo naturales perfectísimos, pisándole descaradamente el terreno con tranquilidad y pasándoselo en arco desde el hocico hasta el rabo... Toreaba el torero, no el toro.  Y entró muy bien a matar. Los pinchazos tuvieron el valor de grandes estocadas. Las tres veces lo hizo con gran estilo. Fue una faena de suma elegancia y maestría que le valió ovaciones inacabables, la oreja y dos vueltas al ruedo. Y lo que vale más, un gran crédito artístico.”

A lo cual, Pepe Alameda, estudiante madrileño entonces y años después cronista de toros en México y autor de libros imprescindibles, ha apostillado lo siguiente: “Eso es lo que dice Corrochano... Pero debo señalar que comete un error respecto a los hechos al decir que a Solórzano le dieron una oreja. Con su permiso, le dieron las dos. Y eso, después de entrar a matar tres veces. ¡Cómo sería la faena!... A Chucho le quedaron cortos los cronistas... ninguno de ellos dijo que, después de los dos primeros pases por alto, el toro se le quedó y Solórzano, que ya se había puesto la muleta en la izquierda, permaneció frente a él casi un minuto, impávido. Un minuto frente a un toro bravo es un siglo. Dos estatuas, frente a frente. Y cuando el toro al fin se arrancó, le cargó levemente la suerte y le dio un natural perfecto. Y luego tres más y el de pecho que no los mejora el que inventó el toreo... Pero la espera, aquella larga espera, con el público en tensión y el toro y el torero mirándose, como abismados –abismo frente a abismo– eso lo he visto pocas veces. ¡Cómo sería que todavía lo recuerdo!” (El Heraldo de México; 27 de diciembre de 1981).  

 

Armillita y “Centello”

 

Fue al año escaso, y el primer espada, Diego Mazquiarán “Fortuna”, sería de los que encabezaron en 1936 el boicot antimexicano; alternaban con él Luis Fuentes Bejarano y Fermín Espinosa “Armillita”. Coincidentemente, aquel 5 de junio de 1932, los toros eran también de Aleas, el mismo hierro de “Revistero”. “Centello”, otro toro muy fino y bien cortado, cerrará plaza: con él va a conseguir el coloso de Saltillo uno de los triunfos más significativos de su vida. 

Fermín, que con 17 años recién cumplidos había impresionado y salido en hombros al confirmar su alternativa mexicana en Madrid (10.05.28), no acaba de consolidar su cartel en la península. Era, decían los cronistas, un torero bueno pero frío. Quizá tuvieran razón, pero no dejaba de influir en sus juicios –y en un progresivo ninguneo de las empresas–, el que careciera del padrinazgo de un apoderado importante. Mas la faena a “Centello” iba a ser la fuerza poderosa que rompiera todos los diques de contención que por entonces frenaban su carrera.

Que los cronistas se las traían lo demuestran estos dos botones de muestra, correspondientes a los que escribían en los medios más influyentes.

Federico M. Alcázar (en El Impacial): “Lo que hace Ortega (Domingo) con los toros quedados, quisieran hacerlo los demás toreos con los que no lo necesitan... el domingo empleó este recurso Armillita (acercarle la muleta al hocico, echarle las bambas y engancharlo) innecesariamente, pues el toro era bravísimo... una faena monumental, pero un poco sosota…”

Eduardo Palacio Valdés (de ABC): “Un quite pinturero y vistoso con el capote a la espalda; trocado el tercio... banderilleó con el dominio de siempre... la faena que ejecutó el muchacho fue magnífica en verdad, y en dos series dio ocho naturales, algunos impecables... tres pinchazos y un metisaca concluyeron con el bicho, otorgándosele la oreja al espada, que además fue paseado en hombros.”

Es decir, que ni el mal uso de la espada contuvo el entusiasmo del público madrileño. Lo cual están lejos de reflejar este par de reseñas. No así las que a continuación sintetizo. Mucho menos una cita fundamental en el tomo III de la enciclopedia Los Toros, de José María de Cossío.

César Jalón “Clarito” (en El Liberal): “Después de un pase por alto, Armillita deja su mano izquierda no correr ni andar siquiera, sino mandar poquito a poco el paso del toro en cinco estupendos pases naturales... apretados y sin embargo con holgura, sin rozarle. Y así sigue cuando pasa a la mano derecha... la figura estatuaria, inconmovible... después de unos pases por alto queda, por azar acaso, el engaño en la izquierda y sobreviene inesperadamente un pase natural que recaba para mí todas las características de la faena: quietud, templanza, desenvoltura. Y sigue el bordado, hermanándose la tenacidad y la finura como en todo trabajo primoroso de los indios. Pincha cuatro veces Armillita Chico y le dan la oreja le sacan en hombros, Si acierta a la primera, el toro hubiera sido poco.”

Maximiliano Calvo “Corinto y Oro” (en La Voz): “Armillita ofrece a todo el público “lo que va a venir”. Y lo que viene es una faena de muleta que deja un sabor torero de los que no se borran, porque no podrán borrarse nunca... Una asombrosa faena que es todo un poema taurino... (hay) naturales grandiosos por lo sencillo del ademán, grandiosos por la lentitud al correr la mano, grandiosos por la estética inmaculada que ha sabido conservar el ejecutor de la bellísima suerte. Cuando en el gentío se ha producido una especie de mudez, hija de la profunda emoción, al ligar el último natural, espejo de naturalidad, con el de pecho, y sacar en cinco altos la muleta por la cola, Armillita es derribado por poner demasiada seriedad en la alegría al ceñirse brutalmente en un afarolado... se incorpora y exprime la codicia del hermoso animal tornando a torear por naturales. ¡Qué faena más grande!... el público ha llegado al delirio cuando el diestro señala el primer pinchazo; otros dos más, siempre recto y sin siempre coger los blandos; media estocada en su sitio... el pueblo sale enloquecido de la mezquita taurina después de obtener una oreja que había pedido antes de morir el toro para el torero grande de la gran naturalidad... ¿Habrá quien crea, en conciencia, que hay un torero mejor?... ¡Con que orgullo va a recibir México esta noticia!...”

La cita del Cossío, confirmatoria de la clase descomunal de dicha obra torera, se refiere a la faena de Fermín a “Centello” en los siguientes términos: “Al sexto, segundo suyo, lo toreó con el capote y lo banderilleó estupendamente y realizó su faena cumbre, una de las faenas cumbres que se han realizado en nuestra plaza... toda ella a base de la mano izquierda y de pases naturales y de pecho. Algo extraordinario, asombroso. La emoción del público fue intensísima... (una) hazaña inolvidable, de la que se hará mención al escribir la historia de la plaza en la que tantas páginas brillantísimas han quedado grabadas.” (Los Toros, tomo III, p. 264).

 

Joselito Adame,

casi abre la grande

 

No será lo mismo, pero 2013 está siendo el año de los mexicanos en Madrid. Joselito Adame, el tercero en pisar la arena de Las Ventas, a punto estuvo de abrir la puerta grande. Dos pinchazos y un espadazo que hizo guardia, con la plaza entregada, lo impidieron. Pero se dice que su faena al negro “Canastero” fue más redonda e inspirada que la premiada con la oreja del colorado “Hojalayero”, primero suyo.

Le tocó el mejor lote de El Montecillo –al contrario que a Ferrera y Serafín Marín, que sólo pudieron cumplir– y el hidrocálido se vació. Exuberante y variado con la capa, firme y templado con la muleta, lo suyo fue pletórico. La conquista, ni más ni menos, de la primera plaza del mundo.

 Se confirma que José –poderoso, entregado, valentísimo– es más torero para Europa que para México, donde no acaba de encontrar apoyo suficiente. Allá, en cambio, ha dejado tardes como la de Nimes en 2007, la de las cuatro orejas alternando con José Tomás. Y no olvidemos que el año pasado desorejó en la Maestranza de Sevilla a un manso del Conde de la Maza a punta de pulseados, hondos y mandones naturales. Triunfo que, por cierto, no le abrió una sola puerta más en España. Y en México, muy pocas. Así de justos y atinados somos unos y otros. 

 

Semana Mexicana en Madrid

 

El infortunio de Sergio Flores –sexto mexicano herido en la tarde de su confirmacion madrileña–, la reiteracion de la clamorosa victoria de Joselito Adame –que el viernes 7 volvio a tener entreabierta la puerta grande de Las Ventas– y la circunstancia de que ese dia se inscribiera en los anales de la primera plaza de Epaña, al cabo de 60 años, como el del regreso a un mismo cartel madrileño de dos matadores mexicanos, merecen tratamiento aparte.

Lo prometemos para nuestra proxima columna de lunes.

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