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De parquímetros, compromiso social y asuntos relacionados

Por: Ramón Beltrán López

2013-01-29 04:00:00

 

Durante las tres primeras semanas de este mes nos hemos podido enterar de un acontecimiento singular: en las colonias Anzures, Roma y Polanco se ha planteado la posibilidad de colocar parquímetros en las calles; esto como una alternativa de solución al problema generado por la transformación paulatina de estas zonas, que antaño tuvieron vocación habitacional, hacia el uso comercial, principalmente para oficinas y restaurantes. Esto ha ocasionado que aumente de manera importante la llegada de automóviles, ya sea porque pertenecen a los propietarios y empleados de los negocios o bien porque estos han  incrementado la llegada de clientes que requieren de sus servicios.

La utilización de las calles (vías públicas) por parte de los primeros (empleados y propietarios) por tiempos prolongados, así como la falta de planeación por parte de las autoridades, aunado a la omisión por parte de éstas para exigir a las nuevas empresas que satisfagan la obligación de crear nuevos espacios de estacionamiento para sus clientes, tal y como lo establecen los reglamentos correspondientes, ha conducido a un estado de conflicto permanente entre los vecinos de estas colonias, muchos de los cuales habitan ahí desde hace décadas, con los recién llegados.

Este problema es particularmente grave en la zona de Polanco y crece progresivamente en Anzures, Polanco, Roma y Nápoles, tal y como sucede en nuestra ciudad en zonas como la 43 Poniente, la Juárez, la 31 Oriente–Poniente, el Cerro de La Paz, etcétera. Y por las mismas causas: corrupción municipal y absoluta falta de respeto a los Programas de Desarrollo y a los reglamentos municipales.

Lo que llama profundamente la atención es que en el Defe, que tiene un desarrollo político mucho más avanzado que la provincia, el delegado de esta zona decidió someter la aprobación de los parquímetros a una consulta ciudadana previa. Y para que no hubiera dudas respecto a la claridad, transparencia e imparcialidad de ésta se le solicitó al Instituto Electoral del DF que la organizara. 

Esta diferencia, aparentemente menor, marca una distancia gigantesca en el comportamiento de las autoridades de la Capital con la práctica común en los demás estados y municipios de la República. Porque los métodos absolutistas y autoritarios resultan una práctica común que no hemos podido –o no hemos querido– modificar. Lo común, lo habitual, es que nuestras autoridades determinen las políticas públicas sin escuchar a nadie y traten a los ciudadanos como objetos, no como sujetos; como súbditos y no como personas que cuentan con todos los derechos, porque igualmente deben cumplir con sus obligaciones.

El resultado de la encuesta ciudadana llevó a que la colocación de parquímetros se hiciera de manera parcial, por zonas. En donde la mayoría estuvo de acuerdo, se van a colocar; en donde el rechazo fue mayoritario no se pondrán. Aunque esto puede conducir a un “efecto cucaracha” que lleve a que los vehículos se muevan y se estacionen en las áreas sin parquímetros, haciendo la vida aún más complicada y difícil para sus habitantes.

Tendremos que esperar para ver lo resultado. Sin embargo ya existe una ciudad donde se está poniendo un ejemplo a seguir y que está marcando muy claramente las diferencias entre los objetivos de controlar el estacionamiento en la vía pública para beneficio de todos, a diferencia de quienes pretenden lucrar y enriquecerse con la explotación de la vía pública, que por el simple hecho de ser pública y de uso común es propiedad de todos y no es, ni puede ser, propiedad del ayuntamiento ni de una administración municipal en particular, ni debe ser vista como un objeto de explotación con ánimo de lucro.

La actual administración municipal de Zacatlán, Puebla, actualmente erigida como Pueblo Mágico, se vio en la necesidad de controlar el estacionamiento en sus calles estrechas porque de lo contrario el turismo que acude a disfrutar de sus atractivos no encontraba  espacio para estacionarse.

En respuesta a esta necesidad y en colaboración con una empresa privada marcaron los lugares de estacionamiento en las calles fijando un número en la banqueta para cada uno de ellos. Cualquiera que se estacione puede mandar un mensaje por su celular a un número telefónico del ayuntamiento señalando el número del espacio ocupado y el número de la placa de su automóvil y el tiempo le será cargado a su recibo del teléfono celular,  a razón de 2.50 pesos por cada hora. Con una limitante: no se  puede ocupar el mismo espacio por más de tres horas. Pero cuenta con 10 minutos de tolerancia al inicio y al final de la ocupación del espacio (controlado por cámaras de circuito cerrado). Así si va a efectuar una compra o cualquier gestión rápida, el estacionamiento no le costará nada y de esta forma se logra agilizar el movimiento de los vehículos.

Si no se cuenta con celular, no se sabe cómo utilizar el servicio de mensajes, o no se quiere hacerlo de esta manera, simplemente se dirige a uno de los comercios situados en esa calle y ahí se paga el estacionamiento, desde ahí se transmite por vía telefónica y el comerciante percibe una comisión por hacerlo.

Como el propósito del programa es puramente social y en beneficio de ciudadanos y visitantes, el ayuntamiento no percibe ninguna cantidad,  con excepción de las multas que aplican los inspectores municipales a quienes omiten hacer el pago o bien se exceden del tiempo límite.

Eso ha permitido que exista una gran movilidad en el uso de los espacios de estacionamiento; que los comercios puedan ofrecer a sus clientes el pago del tiempo necesario para poder efectuar sus compras y que al no poder permanecer en el mismo sitio por más de tres horas,  los automóviles de empleados y propietarios de negocios sean estacionados en sitios más alejados o dejados en sus domicilios.  Y lo más importante y destacable: “no hay aparatos de ningún tipo, ni en las banquetas ni en los parques públicos. Nada afea la ciudad. Nada estorba. Ni se requiere prácticamente ninguna inversión para ponerlo en marcha.

El programa ha sido acogido con gran beneplácito por la población y por los visitantes, poniendo un ejemplo singular, de honestidad y compromiso social a propios y extraños. 

La diferencia entre esto y lo que sucede en San Martín Texmelucan, Huamantla y Tlaxcala, es diametral. En esos lugares el costo del espacio es de 8 pesos o más, porque desde el principio se pretende lucrar con la vía pública; quienes multan e inmovilizan a los vehículos que no cubrieron el importe  del estacionamiento son los empleados de los concesionarios, y las multas son cobradas en efectivo por ellos mismos. La autoridad municipal delega en particulares actos de autoridad que no pueden –ni deben– ser delegados.

Y la belleza de nuestros centros históricos no se ve opacada con la colocación de  mobiliario moderno destinado a efectuar el cobro del estacionamiento, y que contrasta brutalmente con la arquitectura colonial.

Todo lo anterior puede ser fácilmente consultado en la página electrónica del ayuntamiento de Zacatlán.

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