Cochupos y sobornos al por mayor

La televisión haciendo reportajes de investigación? ¿Y desnudando las inmundicias del futbol profesional? No es necesario que el lector se pellizque, porque no se trata de la televisión abierta que conocemos, la misma que ha hecho de su modus vivendi con el balompié una perversa rutina. La investigación la acaba poner en pantalla una cadena estadounidense de paga –la ESPN– y, entre otras comprometedoras aseveraciones, sitúa en el área de Concacaf uno de los focos rojos donde el arreglo de partidos se encuentra más arraigado. Con sus cómos y por qués.

Mafias al ataque

La globalización tiene sus más y sus menos, cosa archisabida. Y resulta que entre las muchas plagas prohijadas por la tecnología que usamos para comunicarnos instantáneamente con el mundo, la de las apuestas deportivas –clandestinas o no– ocupa lugar preferente. Y como era de esperar, no conocen manjar más apetecible que el futbol, sobre todo si se juega en sitios remotos y entre equipos desconocidos.

Hasta donde se sabe, las organizaciones más ambiciosas y corruptas dedicadas a estos menesteres se sitúan preferentemente en Europa del este y el oriente asiático, ya no tan lejano bajo los parámetros de las nuevas tecnologías comunicacionales. Digamos, por mencionar tan solo dos países, Rusia y Singapur. Pero el fenómeno es mundial y al parecer no existe zona del planeta a salvo de esta silenciosa invasión de la carcoma, que pingües beneficios a quienes manipulan el tinglado.

Ni qué decir tiene que día con día está creciendo el ejército de operadores al servicio de las mafias, dedicados recorrer discretamente campos de entrenamiento y abordar en lo oscuro a ciertos árbitros y jugadores clave. Pues su misión es la compra de voluntades para acomodar marcadores y otras minucias a la conveniencia de sus patrones, los capos de un mercado de apuestas extendido por todo el mundo a favor de las ventajas de las redes sociales potenciadas por la internet.

Por qué la Concacaf

Desde luego, las ligas y torneos de más relumbrón están siempre presentes en las listas de apuestas. Pero el dinero fuerte se concentra en los partidos de fin de semana entre equipos innominados de países sin ningún renombre futbolero. Un FAS vs. Águila, jugado en El Salvador, por ejemplo, dejará in albis al apostador griego o uruguayo, de modo que atinarle al marcador –o a cualquier incitación adivinatoria que pueda ocurrírseles a los mafiosos; digamos, quién cobrará el primer tiro de esquina del juego– se convierte en un auténtico volado. Y es aquí donde los corruptos intervienen, invitando a apostar contra lo resultados que ellos ofrecen.

En el caso de la Concacaf no es solo el desconocimiento generalizado del futbol de estos países, sino también la pobreza económica del área, con jugadores “profesionales” cuyos salarios son poco menos que nada… cuando llegan a cobrar. Esto los hace la presa muy propicia de quienes se mueven en la sombra, ofreciendo dinero fresco a cambio de ciertos favores dentro del campo. La regla de oro consiste en tratar con futbolistas que son piezas clave en sus equipos, nunca con todo el plantel. Y están por supuesto los árbitros, amos y señores de las decisiones de un partido, y susceptibles por tanto de afectar su desarrollo e incluso el resultado final, según nos hemos cansado de comprobar, especialmente en la Copa del Mundo.

El caso Guatemala y

el de El Salvador–México

Por lo pronto, investigaciones emprendidas por la Federación de Guatemala concluyeron esta semana con la suspensión de por vida de tres seleccionados nacionales de sospechoso proceder durante un partido que perdieron en 2011 ante Costa Rica. Nuestro conocido el Pescadito Ruiz, capitán de la selección, estuvo entre los testigos de cargo y sus declaraciones ante el tribunal fueron decisivas.

El reportaje de referencia hace también alusión a un México–El Salvador disputado durante la Copa de Oro del mismo año: luego de un primer tiempo sin goles, el Tri se descosió en el segundo clavándoles a los centroamericanos un inclemente 5–0. Casualmente la apuesta más lucrativa de la fecha en los casinos virtuales de Singapur era por ese improbable marcador, y se estuvo multiplicando hasta el término de la nula primera mitad. Un  penal de última hora, convertido por el Chicharito a lo Panenka, sirvió para cerrar el negocio. Las investigaciones eximen de sospechas a los jugadores mexicanos, no así a ciertos defensas salvadoreños.

¿Y qué dice a todo esto doña FIFA? Prácticamente nada. Se limita a recordar que tiene una oficina encargada de vigilar los aspectos éticos del deporte, la cual, según comprobaron los reporteros de ESPN, integran exactamente cuatro personas, cuyo raquítico presupuesto y prudente contención les impide la libertad de movimiento y acción que sí tuvieron los periodistas abocados al asunto. Gracias a los cuales se ha podido destapar buena parte de lo que en el mercado de las apuestas está ocurriendo.

La excepción mexicana

El reportaje de ESPN, sustentado en abundante investigación documental y numerosas entrevistas, incluyó las declaraciones de un capo de la mafia de Singapur actualmente en prisión, que confirman que no hay torneo importante que no haya sido “tocado” por esta modalidad de la corrupción, traducida en el “arreglo” de partidos. Una plaga extendida ya a prácticamente todos los países, siendo el nuestro la única excepción.

Mas no deben pavonearse por ello los dueños del futbol mexicano y sus comparsas federativas –por lo demás, siempre han hecho alarde de la inmaculada limpieza de nuestro balompié, reproduciendo con hilarante solemnidad lo que pregonan a voz en cuello los próceres de la política nacional y local en todas sus variantes, incluidos ilustres magistrados y funcionarios electorales. Que no hay motivo ni espacio para patrioteros orgullos lo aclaran oscuros personajes mafiosos contactados por la gente de ESPN, al declarar que, si no se atreven a tocar el futbol mexicano, es porque los grupos criminales de aquí se los tienen prohibido. Ya que, si de arreglar partidos se trata, ellos se bastan y sobran para hacerlo.

El Tri, adentro

El martes, en el Azteca, salió por fin humo blanco para la Selección Mexicana de cara al hexagonal premundialista. Fue gracias al 1–0 sobre los ticos, victoria trabajosa y hasta inmerecida –Costa Rica hizo el gasto, como suele decirse–, que concretó, bien avanzada la contienda, Javier Hernández. Quien, de vuelta a Old Trafford, se dio el dudoso lujo de entregar un penalti al arquero del Wigan con el marcador aún por abrir. Menos mal que luego, en plena masacre del modesto visitante, consiguió marcar el segundo de los cuatro goles del ManU, oxígeno puro para nuestro paisano con vistas a un torneo en que la titularidad del número 9 de los red devils está más reñida que nunca.

Eliminatorias

mundialistas

Lo restante de la doble fecha FIFA, más que sorpresas, arroja muchas dudas. No tanto por parte del campeón España, que libró la aduana de Tbilisi con un gol de última hora anotado por Soldado, pero sí de otros supuestamente grandes. Si Francia, Italia y Portugal ganaron por marcadores de miseria, Inglaterra se dio de santos con poder  igualar a uno con Ucrania en Wembley, de penalti y a los 87, mientras a Uruguay le ocurría otro tanto ante Ecuador y en el mismísimo estadio Centenario, donde se adelantaron los ecuatorianos y Cavani tuvo que hacer de bombero bien avanzado ya el segundo tiempo.

De hecho, y dejando de lado golizas indecorosas en perjuicio de “potencias” como Gales y San Marino, la única victoria digna de celebrarse la ligó la Colombia de Pekerman nada menos que en estadio Nacional de Santiago. De poco le sirvió a Chile abrir el marcador (Matías Fernández, a los ’41), pues en cuanto la ola amarilla tomó a su cargo la situación, el futbol se volvió fiesta y los tantos de Rodríguez, Falcao y Teófilo Gutiérrez le pusieron partitura al baile.