Aquí hay algo muy raro

La euforia olímpica escapó rauda por las coladeras de la realidad futbolística nacional, encarnada en partidos predominantemente anodinos, jugados por equipos sin personalidad ni chispa. Ninguna novedad, pues, pese a la alharaquienta turba de jilgueros que la tele y la radio mantienen aturdiéndonos con sus trinos, que no son otra cosa que el deseo de la Femexfut de aparentar que, ahora sí, las cosas están cambiando.

Pero no existe tal cambio. Lo que hay es una reiteración de lo consabido: cuadros armados al vapor, sin conceptos futbolísticos claros ni proyectos de desarrollo a la vista. Y lo mismo ocurre con los llamados  “grandes” que con los clubesmorralla que hacen mayoría en nuestra Primera División –y no digamos ya en las de ascenso.

A estas alturas, nada para sorprenderse. Lo de borrar, cada seis meses, plantillas completas de jugadores para sustituirlas por otra parvada parecida será una práctica absurda pero estaba ya enquistada como una más de las taras –una más– del balompié nacional y quienes lo malmanejan. Una de tantas aportaciones made in México a lo administrativo del futbol mundial, seguramente azorado ante el empeño de nuestros directivos por competir entre sí a ver quién es el que mayor número de bajas e incorporaciones acumula durante las semanas previas a cada nuevo minitorneo. Absurda apuesta, generadora de descalabros continuos y nulo espectáculo.

Gato encerrado

Lo curioso es que semejante pantomima ha sido reiteradamente reprobada por gente del futbol –jugadores y entrenadores en activo o retirados, de dentro y fuera del país, e incluso por la fracción del periodismo no controlada desde arriba– sin que a los involucrados se les ocurra mover un dedo para corregirlo. Más bien parece existir un pacto de silencio para apartar el tema de sus simulacros de juntas y reuniones de “dueños”, “caballeros” o comoquiera que se autodenominen –en realidad, llamadas de la superioridad (léase, Televisa) para dictarles sus instrucciones. Tomás Boy, hoy comentarista de ESPN, ha sido el último en hablar claro sobre “la imposibilidad de armar un equipo que juegue verdadero futbol en unas semanas o incluso meses, a partir del cambio de planteles enteros”…

De nada sirve y, en todo caso, habría que buscar por otro lado. Por ejemplo, el de los agentes que trafican con piernas, lo cual incluye entrenadores acostumbrados a moverse de club en club llevando con ellos su propio elenco de futbolistas trashumantes, inocentemente dichosos de percibir unos centavos más como parte que son de ese mercado rodante, cuando la tajada mayor se queda en otros bolsillos.

Y habría que saber qué tanto les toca a los directivos, pues no suena lógico que se resignen a ser quienes paguen las crecidas rentas urdidas por ese sistema corrupto. Responsable, entre otras lindezas, de la acentuada mediocridad del balompié nacional.   

El caso del Puebla

Impensable sería que la directiva poblana se deslindara de práctica tan absurdo, cuando lleva años apoyándola con singular entusiasmo. Como de costumbre, la actual franja no es un equipo de futbol sino un heterogéneo puñado de desconocidos: en el medio, entre ellos y para el aficionado, a quien así se sigue maltratando.

Si en el torneo anterior, la plantilla de entonces –de la cual apenas quedan sobrevivientes– cayó en manos de un entrenador responsable y claro de conceptos, y con energía y ganas de trabajar, cuyo lógico destino fue un pronto cese, justo cuando empezaba a ganar, si no partidos sí juego de conjunto, en el presente certamen el dueño de la franquicia aguantó exactamente cinco fechas a quien, recogiendo los frutos de su antecesor, se había encontrado con algo parecido a un equipo y había aprovechado la coyuntura para obtener interesante puntaje. Naturalmente, al cambiarse durante la postemporada esos jugadores por otros, lo conseguido se volvió humo para empezar todo de nuevo, con lo que los tropiezos, como es natural, vinieron uno tras otro. Daniel Guzmán tendrá que lidiar ahora con ese galimatías, mientras su agente le consigue otro “club” en desgracia para la temporada que viene.

Buen principio, futuro dudoso

No faltarán quienes vean “la mano del Travieso” en la victoria mínima de ayer en el Cuauhtémoc (1–0), conseguida sobre un San Luís que se dice desligado ya del cártel de Televisa; puede ser, dada la pobreza de su desempeño, que por lo pronto lo tiene firmemente anclado en la antesala del sótano.  Para el Puebla, en cambio, los tres puntos son oxígeno puro, que hay que sumar a la cadena de derrotas del Querétaro, colero de coleros sin visos de mejoría. Con lo que, por relativa que pueda ser la de la franja, tenemos para ir jalando la carreta mientras la nefasta directiva se ufana de, una vez más, haber salvado los muebles.

Liga MX (muy equis)

Así llaman los jóvenes aquello sin atributos para sobresalir ni un milímetro de la medianía. Y es así, justamente, como la nueva miniliga va rodando, entre más quejas y bostezos que buen futbol. Si no puede haberlo en la flamante Copa, que hasta hoy sólo ha deparado broncas y disgustos a los participantes, en la falsa liga de Primera División la cosa tampoco se compone.

Líder es el Toluca, invicto además, luego de sostenerle el pulso a Tigres en el Volcán (1–1), para sumar ya 16 puntos. Y sorpresa en el Azteca, donde un aguerrido Xolos le quitó el hipo al americanismo con música de 0–1. Aunque el eje noticioso del día fue el enésimo penal errado por Benítez –justicia inmanente porque ni siquiera había sido falta–, la parcialidad de los medios encubre el enorme disparo de Pellerano que dio mandó los tres puntos a Tijuana, y la gran demostración de Cirilo Saucedo en el arco de la jauría.

Pero si la nota la vienen dando equipos menores como Tijuana o León –barrido el viernes en Morelia tras un promisorio arranque–, la fraudulenta corre por cuenta de Chivas, Monterrey o, sobre todo, Pachuca. Los Tuzos –que jugando en casa igualaron sin goles con Santos y llevan los un puntito más que la desvielada franja– están pagando la inconsecuencia de apostar a la imagen de Hugol  en vez de haber firmado a un DT de verdad. El Guadalajara, bajo dirección de Van’t Schipt, un holandés de cuya existencia no había noticias hasta que Cruyff lo impuso y Vergara tuvo que apechugar, seguía buscando hasta ayer tarde, algo un poco más concreto que un triste triunfo –bajo descarada protección arbitral– sobre el modesto San Luís, en la jornada anterior. En cuanto a los finalistas del minitorneo precedente Santos y Monterrey, como Cruz Azul y Pumas por su parte, andan a los tropezones, atenidos al regateo de un puntito aquí y otro por allá. Y alguna vez tres casi por casualidad, como los cementeros ayer en casa del aletargado felino del Pedregal que, cosa insólita, fue despedido por los suyos con sonoro abucheo.

El espectáculo, claro está, languidece sin remedio. Todo MX = Muy Equis.