La batalla de Atlixco: 150 años de una hazaña / II de III

En la segunda mitad de abril de 1862, mientras el general Ignacio Zaragoza organizaba la defensa de Puebla, amenazada por el poderoso ejército de Francia, los conservadores lograron reunir más de 7 mil hombres bien armados y buenas piezas de artillería, y un contingente importante de caballería, al mando de Leonardo Márquez, siguiéndole, los generales José María Cobos, Juan Vicario, José María Gálvez, Francisco Montaño, Jerónimo Verdín, Rafael Benavides y Casimiro Liceaga. Se habían concentrado en Teloloapan,  de donde idearon avanzar hacia Izúcar de Matamoros., donde derrotaron y fusilaron al general Miguel Cástulo Alatriste (abuelo materno de Aquiles Serdán).

Leonardo Márquez, satisfecho con la victoria contundente de Izúcar, decidió establecer su cuartel general en esta población, luego envió mensajeros para enterar al general Lorençez de que estaba ya camino a Puebla. Márquez y Cobos, que eran los estrategas, planearon el ataque a Puebla por dos flancos, uno sería entrar a la ciudad de Puebla por el sur, siguiendo el camino real, y otro por Cholula, al poniente de la capital, con lo cual quedaría prácticamente sitiada, ya que los franceses atacarían por el oriente y norte.

El primer punto era arribar a Atlixco, ciudad intermedia entre Izúcar y Puebla. El 22 de abril por la tarde, entró un contingente de alrededor de mil 500 hombres de a pie y una brigada de caballería, todo al mando del general Domingo Herrán. La primera acción fue la de mandar la detención de los más ricos, cuya lista tenían, y de inmediato imponerles un “préstamo” por la cantidad fabulosa de 20 mil pesos, misma que fue reunida al día siguiente.

Antes de llegar a Puebla, el general Ignacio Zaragoza estudió la situación amenazante del ejército de Márquez; sabía muy bien que ese enemigo tenía un efectivo de 7 mil hombres, pertrechados convenientemente y que contaban con víveres, bestias, carbón y leña suficientes.

Sacrificando las fuerzas que tenía dispuestas para la defensa de Puebla, decidió separar un contingente de aproximadamente 3 mil hombres, que puso a las órdenes del general Antonio Carbajal y de su compañero el general Tomás O’Horán, los cuales tomaron de inmediato distintos rumbos, pero con un solo destino que era Atlixco, a donde decidieron dar la lucha, sabiendo que el campamento de Márquez estaba en Izúcar, prácticamente fuera de su alcance.

Zaragoza conocía al general Antonio Carbajal Guarnero desde tiempo atrás, pues ambos apoyaron en su momento el Plan de Ayutla contra Santa Anna y a los constituyentes de 1857. Lucharon juntos muchas veces; otras Carbajal organizó contra guerrillas y batallas formales, logrando una gran experiencia, inclusive varias veces incursionó hasta el corazón de la ciudad de Puebla, para echar fuera a los alzados anti republicanos.

Originario de San Pablo Apetatitlán, Tlaxcala, contaba entonces con 51 años de edad y conocía perfectamente la región; antes había organizado una guerrilla tlaxcalteca denominada “Blusas Rojas” que mucho ayudó a la causa liberal. Luchó también en muchas otras partes del país, ganando la mayoría de las veces y otras pocas huyendo ante enemigos superiores en número. Varias veces se enfrentó a Leonardo Márquez, derrotándolo siempre, sobre todo en Tepatitlán, Jalisco, donde casi logra tomarlo prisionero. Carbajal era un gran soldado, sobre todo leal y ajustado a la obediencia castrense.

Al general Tomás O’Horán, aunque nació en Guatemala en 1819, vino muy pequeño a México, de tal manera que se le considera nacional ya que al tomar la carrera de las armas le tocó participar contra los rebeldes texanos que pretendían su independencia, luego contra el amago de los franceses en 1838 y con mucho valor contra los norteamericanos en 1847. Fue auxiliar del general Ignacio de la Llave y ahí luchó contra los invasores, incorporándose al Ejército de Oriente, ganándose la confianza de Zaragoza, dándole el cargo de cuartel maestre. Cierto que su conducta posterior a estos acontecimientos cambió radicalmente, pero ese es un asunto ajeno a estos momentos.

Hay que mencionar también la participación valerosa, inteligente, disciplinada y capaz, de los siguientes personajes: comandando al famoso regimiento de “Lanceros de Iturbide”, iba el coronel Porfirio García de León, quien también mandaba a la caballería. Los “Lanceros y Cazadores de Morelia” bajo el mando del coronel Antonio Ruiz Carrillo, y lo que se menciona como tropas y caballería irregulares, al mando del general Ignacio Cuéllar. Largo sería mencionar a los sub oficiales que jugaron un papel preponderante.

Preámbulo de la batalla

Zaragoza dispuso enviar a Atlixco dos contingentes por separado. Envió primero al general O’Horan con cerca de 850 elementos de infantería, caballería, más dos piezas de artillería, con las indicaciones de cubrir una de las dos rutas posibles que el ejército “imperial” podía tomar, en este caso la que pasa por Cholula, y de ahí hacia los pueblos del volcán, más o menos la ruta que más tarde cubriría la vía del ferrocarril a Cuautla. Las tropas salieron el 3 de mayo muy temprano, prácticamente sin descanso alguno, al filo del mediodía, llegando al pueblo de San Gregorio Atzompa, donde sorprendieron a un contingente grande de caballería enemiga, unos quinientos jinetes, quienes al advertir a los republicanos, salieron precipitadamente hacia Atlixco sin presentar batalla.

El otro contingente, al comando del general Antonio Carbajal, portaba dos piezas de artillería de montaña, un cuerpo pequeño de caballería y el resto de infantería. Destacaba el regimiento de “Lanceros de Iturbide”, que había ganado gran prestigio en sus luchas; Iban también los famosos “Cazadores de Morelia”, expertos en desplegarse en cualquier terreno y acosar al enemigo con diestros francotiradores. Este cuerpo militar tomó el camino real a Atlixco, antiguo de Acapetlahuacan.