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Imagen y culturas

Por: Israel León O’farrill

2012-10-25 18:49:30

 

La semana pasada se llevó a cabo en la ciudad de Pachuca en el Estado de Hidalgo el primer Coloquio Imagen y Culturas que organizó el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado. La iniciativa que surgió de un grupo de académicos del instituto encabezados por el doctor Manuel Alberto Morales Damián, Coordinador de Investigación y Posgrado del Instituto, resultó ser un acto de relevancia por varias razones que a continuación detallaré. Primero que nada, hizo evidente que la imagen y su relación con la cultura, puede ser estudiada desde múltiples disciplinas como la historia, la antropología, la semiótica, la comunicación, la historia del arte, la literatura… lo anterior, que para muchos colegas pareciera una obviedad, no lo es cuando nos fijamos bien en los objetos de estudio tradicionales de algunas de estas mismas disciplinas. No hace mucho, sostuve un encuentro poco agraciado con unos historiadores ciertamente ortodoxos, que no veían en la imagen una fuente reconocible para el estudio de la historia, esto es, que no la consideran un documento válido como sí pretendidamente lo son aquellos que surgen de los archivos históricos  –General de Indias, el de la Nación, el de Centroamérica– o de las crónicas diversas de las que se basan para comprender el momento histórico que estudian. Poco a poco, empero, he encontrado en diversos foros de la historia cada vez más colegas dispuestos a considerar a la imagen como fuente de su estudio. Otro tanto podría suceder con algunos antropólogos que quizá vean en la imagen una herramienta fundamental descriptiva, pero no necesariamente un elemento de la cultura misma que convive de manera compleja con el entorno y que, en múltiples casos, termina siendo una extensión de la expresión cultural misma. La comunicación misma, perdida entre expresiones mediáticas, publicitarias y campañas de mercadeo político supuestamente “ingeniosas”, deja que se le escurra de las manos con cada vez más frecuencia la posibilidad de ver en la imagen misma un instrumento comunicante complejo, que sin discusión surge de la experiencia humana, de la interacción y de la significación que colectivamente se le asigna en una semiosis que se imbrica en la memoria de la cultura, casi de manera genética.

En segundo lugar, resultó palpable el hecho de que los investigadores que participaron en el congreso están explorando terrenos donde la multidisciplina es lo conducente, es decir, que no se pueden explicar los fenómenos de la imagen separándola de su contexto, de los grupos que la producen y mucho menos de sus posibles interpretaciones desde la cultura misma. Por ello, tuvimos noticia de investigaciones que se hacen desde la historia, la antropología y la iconografía; otras que van de la comunicación a la historia del arte; otras que exploran la fotografía como documento histórico, o al cine como expresión de la cultura que lo produce, o a la literatura junto al comic y a la expresión callejera; desde la historia, aprovechando la semiótica de la cultura; desde la comunicación pasando por la historia, la antropología, acaso la sociología. Es cada vez más frecuente, producto de cuerpos académicos y redes de investigación, que se abarquen investigaciones más grandes donde la norma es integrar académicos de diversas latitudes y disciplinas para explicar el quehacer del hombre con ópticas dinámicas, cambiantes constantemente. Las ciencias exactas o duras –denominaciones altamente presuntuosas– han logrado fácilmente integrarse sin que sientan que se están pisando los callos. No ha sido así con las ciencias sociales y las humanidades, pues el celo y la necesidad de definir objetos de estudio y teorías acertadas, lo mismo que la constante movilidad de los fenómenos han hecho que se replieguen sobre sí mismas. El coloquio, sin duda, fue una experiencia integradora.

Por nuestra parte, decidimos presentar un grupo de investigación surgido en nuestra Facultad de Comunicación acá en Puebla que centra su atención en la comunicación y la cultura como gran temática de la que surge la exploración de la imagen religiosa como expresión cultural y de la que se desprenden varias indagaciones que gravitarán en la historia del arte, la semiótica y el estudio del culto popular, atendiendo a la metodología de la historia de las mentalidades de la que tanto Solange Alberro como Serge Gruzinski son exponentes fundamentales en los estudios  históricos sobre imaginarios en México. La comunicación no es un producto de la modernidad expresada exclusivamente en medios o “imágenes institucionales” de empresas altamente eficaces; se trata de procesos complejos que requieren agudas miradas. Ejemplo de lo anterior es la imagen que como dice Gruzinski, es un “producto histórico y objeto occidental por excelencia que no tiene nada de inmutable ni de universal”. En efecto, la imagen es dinámica y sus significaciones junto con ella. Por ello, su estudio nos brinda más de lo que esperamos, nos lleva a considerar, afirma Gruzinski, “la historia de los imaginarios nacidos en el cruce de las esperas y de las respuestas, en la conjunción de las sensibilidades y de las interpretaciones”… nos lleva a comprendernos como seres inmersos en tramas de significación culturalmente constituidas, diversas, complejas y transferibles de una generación a otra. Merece la pena estudiarlas. 

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